V. Compunción

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3 de Octubre 2015

De un momento a otro y de manera sorpresiva, di un salto sobre mi colchón, respiré de manera agitada un par de veces, y de forma alterada me retorcí varias veces... « ¿Habrá sido un sueño? » fue la única cosa que paso por mi cabeza al momento de despertar en la seguridad de mi hogar. Moví la cabeza de un lado a otro intentado buscar en algún lugar respuestas a todo las dudas que rodeaban mi situación.

En un movimiento desesperado por conocimiento encendí la luz de mi cuarto, cegándome de inmediato, después de acostumbrarme a la luz que producía aquella bombilla, me puse a revisar cada parte de mi cuerpo, intentado buscar alguna prueba que me indicará que lo que había vivido era real. Mi pánico comenzaba a disminuir, pues no logré hallar ni una prueba, ni moretones en la mejilla, ni marcas en el cuello, ni mucho menos nudillos lastimados. Eso a su vez me hacia mantenerme un poco más en calma.

Me levanté del colchón de manera apacible y baje a la cocina por un vaso de agua, al pasar por los pasillos de la casa, no encontré nada peculiar. Tomé un vaso de cristal y vertí un poco de agua sobre él, lo llevé a mis sedientos labios y disfruté de esa sensación fría y refrescante. Al mirar el reloj colgado sobre el refrigerador me di cuenta de que la hora marcaba de manera exacta 5:48 AM

Bastante más relajado decidí volver a la cama, aunque había algo que no cuadraba de en todo esto, pues las sensaciones eran demasiado reales, incluso pensé «Lo de la cita ¿había sido un sueño?» No estaba en el mejor momento para ponerme a hacer una teoría conspirativa, sólo estaba cansado y necesitaba volver a dormir.

Después de algunas horas más descansado, desperté gracias a los rayos luminosos de una mañana de sábado, me levante de la cama y bajé dispuesto a recibir unos deliciosos waffles, que la abuela nos tenía acostumbrados en las mañanas sabatinas.

- ¡Buenos días! - dije felizmente a la abuela quien se encontraba vertiendo un poco de leche sobre la harina.

No obtuve ninguna respuesta a mi saludo, sólo un silencio incomodo

-Abuela... ¿Qué pasa?- pregunté un poco confundido por el hecho de que ella me ignorase

-Te atreves a decir ¿Qué pasa? La pregunta seria ¿Qué te pasa a ti?... porque llegaste tan tarde a casa, además dime ¿a qué hora llegaste? Ni siquiera te vi entrar-

- ¿Qué?

-Leo ¡exijo una respuesta! ¿Dónde demonios estabas? Ni siquiera llamaste

-Pero...

- ¡Leo por el amor de dios! Respóndeme

-Buenos días- con los ojos hinchados y aún con la pijama puesta; irrumpió de manera exacta Alex

-Buenos días hijo, los waffles casi están listos- dijo mientras una cara de disgusto era dirigida hacia mi

Escuchar las preguntas de la abuela, hizo que todos mis pensamientos fueran puestos en jaque, aunque lo que estaba pasando, no tenía mucho sentido para mi, pues no tenía ni marcas, ni lesiones que revelara algo. Aunque las preguntas de la abuela, indicaban a que yo realmente había salido de casa, la noche anterior.

Durante el desayuno Sofía me veía de manera disimulada, lo cual incluso me impedía comer a gusto, pues su pesada mirada no me dejaba en paz. Después de todo Alex se retiró a su alcoba agradeciendo a la abuela, así que nuestra conversación se reanudó una vez más.

-Leo, dime ¿qué es lo que está pasando contigo?... primero lo de la pelea, llegas a quien sabe cuales horas de la noche, esto no puede ser así, tú no eres así

-Realmente, no lo sé

- ¡Esto no puede seguir así Leonardo! ¿Qué te está pasando?

- ¡Te he dicho que no lo sé!- grité de manera inconsciente

Violette Pill (Beta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora