VI.III Recuerdos Agridulces

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06 Octubre 2015

Comiendo unas cuantas chucherías que Violeta había comprado, caminamos directo a la casa abandonada que habíamos visitado hace apenas unas horas, desconocía completamente el motivo por el cuál nos dirigíamos de nuevo allá, tal vez dejaríamos la mochila en aquella casa. Una vez que recorrimos la calle en la que se encontraba la desgastada vivienda, el miedo comenzó a invadirme, no era el hecho de lo oscuro que estaba, la razón era que sabía que no estaba haciendo lo correcto, estaba obrando mal, de nuevo ese maldito estado de culpa volvió a mi mente.

Me detuve a unos escasos metros antes de la puerta « ¿Qué estoy haciendo? »

-Tranquilo Leonardo, no tengas miedo, no hay nada aterrador dentro... tal vez unas cuantas arañas, cucarachas y algunas otras alimañas, pero nada más- Interrumpió de manera sonriente

-Eso espero...

Al entrar constate que la casa había estado durante un tiroteo. En el interior se hallaban unos cuantos muebles que tenían algunos agujeros bástate peculiares, era la única explicación que encontraba... « Una bala sin duda »

La morada se encontraba en condiciones un tanto malas, lo que podía destacarse era la humedad que había provocado el desprendimiento de la pintura, al igual que la suciedad y polvo era lo que inundaba ese lugar, el tiradero de basura de varias cosas, un colchón remendado con telas, y exceptuando lo demás, pues era lo único que mis ojos alcanzaron a ver en el primer piso.

-Sigamos subiendo, cuidado con las trampas que he colocado... no quiero que quedes muerto por ellas

Seguimos subiendo, el segundo piso contaba con una pila de casetes, y una pila de libros viejos y polvientos, un par de habitaciones sin puerta, y un hueco en la esquina, el cual era atravesado por un tubo, similar al de las estaciones de bomberos en las películas de acción.

-Aún no, ya estamos cerca

Una escalera más me revelaría el misterio de la adolescente, esta última era hecha de ladrillo, con algunos huecos y manchas extrañas. Unas tablas interrumpían el paso. Ella las movió de manera sencilla encimándolas, dejando un pequeño espacio para que pudiéramos pasar.

Una puerta oxidada y con la mitad de pintura sobre ella, era lo único que nos separaba de estar afuera... ¿Qué es lo que habría en la azotea?... ¿Algún animal muerto? La curiosidad me comía el alma.

Ella tiró de la manilla y un sonido chirriante me golpeo los oídos. Lo que pude ver fue simplemente genial, pues desde aquella azotea se podía ver de manera perfecta la ciudad, las farolas de todas y cada una de las calles, incluso podía ver cómo diminutos puntos se desplazaban por la carretera en la que habíamos estado, las hermosas nubes oscuras, mucho más lejos eran visibles los montes. Lo mejor que había visto en mi vida. Violeta finalmente salió afuera, el viento movió un poco su cabello corto, ella giro hacia mí con una sonrisa bastante especial, pues era una sonrisa que me hacía sentir bien al momento.

-Adelante chico, ven conmigo

Así lo hice salí de ahí, sintiendo como el aire provocaba que mi camiseta fuera sacudida con fuerza, la sensación de sentir aquel aire penetrar mi piel, era simplemente hermosa, pues a pesar de que me hiciera temblar, me hacía sentir mucho más vivo.

- ¿Lo sientes?- asentí con la cabeza

Caminé directamente hasta al borde, y miré hacia abajo, la distancia era bastante alta, pero abajo no había más que un terreno baldío.

- ¡Por aquí!

Volteé hacia atrás dándome cuenta que Violeta se encontraba sobre el techo del pequeño cuarto del cuál habíamos salido.

Violette Pill (Beta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora