¡Hola!Recalcando esto, desde tu concebimiento, nunca te llamé diario o algo parecido. Tú querida amiga fuiste más que eso, fuiste mi acompañante de penas y desgracias, tú te convertiste en algo que formó parte importante de mi vida... sinceramente me ayudaste en mucho y no sé como pagártelo.
He leído una página antes de comenzar a escribir y quiero rememorar desde la parte en la que te dejé al abandono.
En mi último escrito aun duré un día encerrado, viendo los destellos del sol evaporar cualquier rastro de humedad del suelo, intentando auto convencerme a mi mismo de que mi suicidio traería consigo la calma que tanto anhelaba... la comida se había agotado, y mi estomago rugía tal cual un león en hambruna. Aquella noche fría y abandonada de mi amante blanquecino decidí encaminarme en un último paseo por mi condado, con la esperanza de volver a rememorar buenos ratos, una contradicción con el hecho de mi muerte por supuesto, pero quería que sentir por última vez una sensación de alegría o nostalgia, pues en las condiciones en las que me encontraba me era imposible expresar algo más que no fuera tristeza.
Con la poca agua que sobraba en las botellas me lavé la cara eliminando el exceso de grasa y mugre de mis raquíticos cachetes, tomé mi rota mochila y la colgué sobre mis hombros, en ella guarde mi pluma, mi amada libreta, el colgante de Alex y la navaja de Violeta... todas representando algo invaluable en mi vida.
Al adentrarme en las calles iluminadas de mi ciudad solo podía ver miradas postradas sobre mí, no eran miradas de asombro, eran miradas prejuiciosas por lo desgastada que estaban mis prendas de ropa, así como el olor que despedía mi cuerpo. No me importó, tan sólo quería seguir caminando observando aquellas luces destellantes de cualquier establecimiento. Logré reconocer algunos lugares por los cuales paseaba de niño, visite el parque central de la ciudad... aquel donde tuve mi 'primera cita' con aquella chica, todo me llenaba de recuerdos mágicos, fomentando mi decisión a volver a casa de nuevo...
Finalmente llegué a las orillas de Olive, y descendí por un pequeño barranco el cual me llevó bajo un puente inundado de basura y algunos gatos callejeros que corrían libres buscando algo de que alimentarse. Caminé hasta el borde del desagüe sin motivación ni pensamiento alguno.
- ¿Cómo puede llegar hasta esto? Hace un par meses pensaba en tener una consola de videojuegos, en comprar aquel suéter turquesa que mire tras el ventanal de una tienda de ropa... ahora estoy aquí, bajo un puente olvidado del mundo... al borde de mi propio final...
Baje la mochila y saqué la navaja de Violeta, sentí aquella empuñadora de metal frio, de manera lenta fui perforando la yema de mi dedo índice dejando caer unas gotas de sangre sobre la libreta y el colgante...
Sujeté con ambas manos la empuñadora para llevarla a mi frente, cerré de manera apacible los ojos, alejé mis manos de mi frente para estirarlas y elevarlas a la altura de mis hombros, exhale un poco de aire caliente al aire frio de invierno. Ofrecí un grito desgarrador a la noche al mismo tiempo que retraía rápidamente los brazos y movía la navaja a la altura de mi abdomen. Eso hubiera suficiente para generar una primera hemorragia, pero fui tan cobarde que me detuve apenas a medio camino.
- ¡Carajo... ¿Qué mierda tengo qué hacer?! - caí al suelo de rodillas presionando los dientes con fuerza
-Sabía que no tendrías las suficientes agallas hijo- Una voz amigable se dejó escuchar en la penumbra.
Giré al momento intentando buscar en todos lados. - ¿Quién eres?... ¿Dónde estás?
La luna poco a poco comenzaba a salir de aquellas nubes que obstruían su inigualable brillo, al darme cuenta de ello miré al cielo, observando una hermosa luna llena
- ¿Qué pasa? Es como si no hubieses visto una luna en años
De nuevo volví a la búsqueda de aquella voz masculina que me acompañaba en ese momento. La luz de luna me ayudó a localizar a aquel hombre. Era un hombre de barba bien recortada, de piel oscura, sosteniendo un cigarrillo. Vestía con un hermoso abrigo negro el cual cubría su cuerpo. De la mano derecha le colgaba una bolsa de papel.
- ¿Quién eres tú? - pregunté de nuevo insistente
- ¿La primera pregunta es saber mi nombre?... me llamó Marco ¿Cuál es tu nombre querido amigo?
- ¿Qué rayos quieres?
-Ayudarte...
- ¿Ayudarme en qué sentido? - respondí mientras tomaba mi mochila
- ¿Por qué estas fuera de casa?
- ¿Respondes mi pregunta con otra pregunta?
-Jajaja... inteligente chiquillo... quiero ayudarte, porque sé muy bien cuando alguien necesita de una mano, y tu vaya que la necesitas... además tu también evadiste mi pregunta... ¿Cuál es tu nombre?
-Soy Leonardo- el contestar a una simple duda como mi nombre no lo vi como una complicación que trajera consigo algo más malo que mi situación, aun así me mantenía precavido ante aquel hombre calvo.
-Leonardo un placer... ahora ¿por qué estas fuera de casa?
- ¿Realmente tengo que responder aquella pregunta?
-Lo siento ¿estoy indagando en temas personales?
-Demasiado, te sugiero que te vayas de aquí- respondí con un gruñido de tripas
-Y ¿dejarte con aquella navaja en la mano?... lo siento no puedo hacer eso
- ¿Por qué no? Ni siquiera me conoces
-Pero al parecer soy la única persona que puede detener lo qué sea que vayas hacer hoy. Como lo veo ambos estamos implicados en esto
- ¿Así que no quieres un maldito resentimiento en la consciencia?
-No es eso... puedo detener la estupidez que puedas hacer esta noche... pero si lo deseas, puedo irme de aquí y dejarte a tu suerte
-Eso es lo que quiero...
-Bien, pero antes de irme... toma esto- metió la mano en aquella bolsa sacando un pan dulce y lanzándomelo a las manos. -Creo que tienes hambre... disfruta tu ultimo alimento
Me quede embobado observando las tonalidades que adornaban ese panque, volví la mirada a aquel tipo que se alejaba con el viento. - ¡Espera!
- ¿Si?
-... ¿Podrías ofrecerme un vaso de agua?
Marco me miró a los ojos y respondió con una sonrisa... -Ven conmigo Leonardo
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Violette Pill (Beta)
Ficção Adolescente"¿Alguna vez has desgustado el sabor de la adrenalina?" Él es un joven de tan sólo 16 años, solitario, sin metas ni ambiciones en la vida. Después de varios hechos fatídicos, queda al resguardo de su abuela Sofía, quien intenta darles todo lo qué es...