Noviembre 2015
Desde aquella noche, me dedique a vagar en la mayoría de los rincones de aquella desgastada vivienda, encontrándome con algunas sorpresas en particular. El hecho de hallar prendas de algunas personas me parecía extraño, pues encontrar ropa de diversos tamaños me parecía sumamente inusual. Aunque no me entretenía mucho creando teorías de conspiración al respecto, pues ahora me encontraba viviendo por mi propia cuenta, y era momento de hacerme cargo de ello... de mi propia vida.
Los días me parecían infernalmente largos y excesivamente pesados, el calor intenso se encerraba dentro de cada habitación, lo cual me hacia sudar de manera excesiva como si estuviera en un sauna, la comisura de mis labios se secaba con rapidez al igual que un campo de cultivo sin humectar, mi estomago rugía cada 4 horas de manera incesante, mi cabello alargado ligeramente, se había endurecido al igual que un estropajo, en mi rostro comenzaban a marcarse ligeras manchas oscuras cubiertas con la grasa que emanaba de mis poros, provocando la acumulación de granos en mi frente, todo esto había cambiado mi apariencia por completo.
La mayor parte del día me la pasaba encerrado, intentando conciliar el sueño o localizando nuevos lugares para elaborar mis atracos. Por las noches junto a mi mochila me pasaba hurtando dinero y golosinas de los establecimientos de autoservicio, o incluso con la ayuda de la navaja que había hallado, amenazaba a algunos cuantos enclenques con el propósito de conseguir unos cuantos billetes. Aunque con cada día de mala alimentación que transcurría me costaba hacer alguna actividad tan simple como correr un par de metros.
Al pasar de las lunas y los soles, un estado extraño de ansiedad y paranoia comenzaba a invadir mi cuerpo...
Una fría noche de noviembre. Me encontraba recostado sobre aquel viejo y roto colchón, el frió penetraba por los cristales rotos haciéndome temblar tal cual un cachorro asustado. A mi mente llegó la genial idea de tomar algunos harapos para colocármelos encima, de manera un tanto dificultosa me puse de pie, mi primer paso fue acompañado de un mareo intenso y ligeros puntillos destellantes fueron percibidos por mi nublada vista. Intenté retomar mi control, con ayuda de mis manos traté de localizar donde apoyarme mientras presionaba los ojos. Ese mareo evolucionó de manera gradual a un pitido agudo en mi oído izquierdo.
Mi ser tan confundido con lo que pasaba al momento me hizo caer al suelo, mientras el pitido aumentaba cada vez más y más, hasta convertirse en un insoportable ruido, con ambas rodillas y ambas manos apoyándose sobre el concreto trataba de manera desesperada retomar el control.
Todos los extraños síntomas fueron interrumpidos por una tos imprescindible, esta tos era potente, tanto que me hizo escupir un liquido con un sabor oxidado... finalmente un dolor en la sien me hizo caer al suelo, mientras seguía brotando un poco de sangre de mi boca.
Una vez que mi mejilla yacía en el suelo, los síntomas desaparecieron de repente, pasé la lengua alrededor de mis labios, intentando humectarla con un poco de aquel líquido carmín. Podía sentir aquella ligera transpiración en mi cuerpo, pero al menos eso había pasado ya... como mi debilitado cuerpo pudo me moví hasta el colchón sintiendo aquellos resortes molestar mi espalda hasta quedarme completamente dormido. Había perdido mi cena de aquella noche...
Dos días más continuarían para que ese maldito esta de locura y desesperación me sumergiera en aquellas fauces de lo insano y el descontrol. Veía cómo mi vida se desvanecía en una casa abandonada de cualquier rastro de moralidad, en los escapes nocturnos con la intención de buscar unas cuantas sobras de comida, en mi suciedad y mal olor... pero sobre todo en el peso de mis malas decisiones.
Ya no encontraba ningún motivo para continuar en una existencia, en una existencia que todos habían olvidado... cada mañana despertaba con dolores intenso de cabeza, con la garganta ardiéndome cómo si esta hubiera sido frotada con ortigas, mis músculos y huesos ardían cada vez que me levantaba del colchón, pero aún así me negaba a no obtener mi alimento de cada día, aunque esto fuera simple comida chatarra.
Mi subconsciente poco a poco comenzaba a navegar entre pensamientos suicidas, y el hecho de « ¿Qué pasaría si muriera esta noche?». Era claro que no obtendría alguna respuesta hasta intentarlo, más sin embargo siempre que acercaba la navaja a mi cuello mi cuerpo se petrificaba y gritaba como un desquiciado por el hecho de no tener la suficiente valía para hacerlo, así que robé una navaja de afeitar enteramente nueva, y con ella comencé a realizar diminutos cortes en la palma de mi mano, eran ligeros dolores que me hacían sentir bien conmigo mismo, y que me hacían sentirme vivo de nuevo.
Un día mientras indagaba en los cajones hallé una prueba de traición. Mientras navegaba entre los cientos de cajones que se encontraban en mi escondrijo, mi mirada y cuerpo se quedó perplejo al contemplar aquel frasco naranja, el frasco de la primera vez. Ella había jugado conmigo aquel día... las píldoras se encontraban en la misma casa... mis piernas comenzaron a temblar de manera repetitiva hasta hacer caer al suelo. No podía creer que ella me hubiese oculto que tenia aquellas píldoras... una parte de mi me hacía creer que lo había hecho por algo razonable, más sin embargo otra parte me decía que ella había traicionado mi confianza... y que por culpa de ello ahora no estaba conmigo. Otra frustración más cayó en mis escuálidos hombros...
— ¡A la mierda!— grité a todo pulmón con los ojos llorosos. — ¡¿Por qué carajo me hiciste eso?!... ¿por qué Violeta?
Me levanté del suelo y tomé el frasco, lo presione con la mano derecha y lo lancé al suelo, destapándolo y dejando salir 3 píldoras al suelo, bajé la vista perdiéndome en aquel color azulado característico de mi adicción.
— ¿Qué caso tiene seguir así? ¿Qué caso hay para continuar viviendo?... si no hubiera sido por aquella noche... aquella noche en la que ese maldito nos atacó— Al decirme estas misma palabras algo en mi interior me hizo entrar a un estado de trance. —Giovanni... tú fuiste el causante de esto... el hecho de que Violeta se fuera de mi lado... de qué mi vida se destrozará... tú fuiste el causante...
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Violette Pill (Beta)
Teen Fiction"¿Alguna vez has desgustado el sabor de la adrenalina?" Él es un joven de tan sólo 16 años, solitario, sin metas ni ambiciones en la vida. Después de varios hechos fatídicos, queda al resguardo de su abuela Sofía, quien intenta darles todo lo qué es...