-Si siguen llegando así de tarde buscaré a alguien que los este cuidando todo el tiempo- dijo el abuelo riendo en cuanto llegamos a la hacienda, estábamos muy agotados.
-Me estoy divirtiendo, abuelo. Dijiste que eso era lo importante- le regale una sonrisa y un beso en la mejilla. Sabía cómo ganármelo.
-Está bien, cielo. Solo tengan cuidado- nos miro a ambos.
-Siempre lo tengo- le respondió Justin con una sonrisa.
-Está bien, ¿comerán ahora?- nos miro, sonriendo como siempre.
-Estoy cansada. Preferiría ir directamente a la cama.- lo mire.
-Supongo que está bien, pero si tienes hambre no dudes en bajar- me sonrío. –Buenas noches, cariño- me dio un beso en la frente y luego se retiro, dejándonos solos en la habitación.
-La pase muy bien contigo, Justin. Gracias por mostrarme ese bello lugar- le dedique una sonrisa sincera.
-Nadie merece conocer ese lugar, más que tú- me sonrío. –Me has enseñado tantas cosas en tan poco tiempo, pequeña- tomo mi mano y me sonrío. –Y espero seguir aprendiendo.- me dio un pequeño beso en la mejilla y se aparto.
-También yo, Justin. Buenas noches.- le regale una última sonrisa. Y no supe nada más en esa noche.
Al día siguiente desperté algo desconcertada. Había soñado con Justin, por cuarta vez desde que estaba en este lugar. Sin embargo, el sueño de esta noche había sido diferente a los otros, él no se alejaba de mi. ¿Significaría eso que Justin quisiese permanecer a mi lado ahora? No podía ilusionarme con eso. Pero, ¿y la forma que me trataba? Me abrazaba, me decía cosas lindas, me trataba diferente, lo había hecho sonreír por fin, y me había tirado medías indirectas; eso me dice algo, ¿no?. A lo mejor Justin empezaba a verme de manera diferente, podía ser eso. Sonreí ante estos pensamientos, y me levante de la cama con el mejor humor; conquistaría a Justin.
-¿Señorita?- Escuche la voz de Esme detrás de la puerta, luego de media hora. Abrí de inmediato.
-¿Si?- la mire. –Buenos días, por cierto- le sonreí.
-Buenos días- sonrío también. -¿Esta lista para bajar?- me miro.
-Ahora bajo-le sonreí. Me sonrío de nuevo y se retiro.
Por primera vez en mucho había despertado con muchas ganas de vivir. Hoy inclusive tenía unas tremendas ganas de enamorarme hasta los huesos, de ser feliz y disfrutar al máximo. ¿Era eso normal? Supongo que todas las personas habrán experimentado alguna vez esa situación. Esa mañana me sentía capaz de comerme al mundo, completamente imparable. ¿Cuánto tiempo duraría esa sensación de libertad? Mucho tiempo, espero.
Ese día desayune con el abuelo solamente. Me dijo que Justin estaba ocupado encargándose del jardín, dijo que le encantaba hacer eso, y que lo relajaba. Comí a toda prisa y salí a su encuentro. Lo busque en varios lugares, pero no lo encontraba, ¿en donde se habría metido?.
-¡Justin!- lo vi por fin saliendo del granero, y corrí rápidamente hacía él.
-________, buenos días- me regalo una sonrisa.
-Buenos días- le sonreí también. -¿Haces esto siempre?- lo mire mientras movía unas cosas del granero.
-Solo cuando es necesario- termino de colocar las cosas, y me sonrío.
-¿Terminaste? ¿O tienes más cosas que hacer?- lo mire.
-Estoy libre- me sonrío.
-¿A dónde me llevarás ahora?- pregunte con una sonrisa ancha.