El crujido de los tacones al golpear la madera se escucho de repente. Justin se puso de pie rápidamente, más nervioso que antes. Miro todo lo que había hecho. La mesa estaba ubicada al centro de la habitación. Dos platos con spaggetti, servidos en el centro. Dos copas de vino haciéndole compañía. Todo estaba perfectamente iluminado por luces. Habían velas por todas partes de la habitación, y la música lenta le endulzaba los oídos. Miro la cama que había ahí, y se pregunto si eso podría enviarle un mensaje equivocado a lo que él quería. Quería pasar un buen rato con ella. Hablar tanto como la voz se los permitiera. Mirarse a los ojos y comunicarse sin palabras. Solo deseaba estar a su lado un tiempo, sin nadie que los interrumpiese. ________, de pie frente a la puerta. Respiro larga y profundamente, y tomo el picaporte entre su mano. ¿Estaba correcto lo que hacía? Se cuestiono. Lanzando un suspiro sonrió apenas, no importaba si era lo correcto, era lo que deseaba. No le fue necesario abrir la puerta, pues justo en el momento que se disponía a hacerlo, el rostro de Justin la inundo de alegría.
-¡Justin!- le sonrió mientras miraba sus ojos iluminarse al verla.
-Wow, estás completamente hermosa.- apenas pudo articular Justin mirándola. Las mejillas se le tiñeron de un color rosa intenso a la chica, y sus ojos chispearon. Era la mujer más hermosa de la galaxia, ante sus ojos.
-Tú estás muy guapo.- lo miro bien. Era demasiado apuesto como para ser real. Él le sonrió mientras le hacía paso para que entrara. La miro pasar a su lado y sintió el delicioso aroma de su cabello y de su piel. Estaba tan jodidamente hermosa con ese vestido que no pudo evitar imaginar cómo se vería sin el. Sus mejillas se enrojecieron un poco a causa del rumbo poco sano al que lo dirigían sus pensamientos. Sonrió, aquella mujer lo volvería completamente loco.
-Pensé que no vendrías. Me alegra mucho que estés aquí.- le sonrió él mientras se acercaba a ella. Ella miro su rostro, y esa mirada de color miel la derritió completamente.
-Pensé que estaría bien venir un rato y hablar.- le sonrió ella mientras se giraba a ver la decoración. –Wow, esto está hermoso. ¿Lo hiciste tú?- la miro como una niña pequeña. Él sonrió enternecido.
-En realidad, tuve que pedir un poco de ayuda.- dijo él. Ella no pudo evitar solar una risita tierna. -¿Tienes frío?- pregunto mirando como ella se abraza.
-Mucho, ¿tú no?- rió ella.
-Un poco, si.-le sonrió. –Encenderé la chimenea.- dijo dirigiéndose a está.
-Gracias.- le sonrió ella también. –Me agrada este lugar.- sonrió.
-Me alegro de que te haya gustado.- sonrió él mientras se acercaba a ella luego de haber encendido el fuego. -¿Comemos?- pregunto sonriéndole. Ella le sonrió devuelta y asintió lentamente mientras se acercaba a él.
-Siéntate.- le sonrió mientras le deslizaba la silla para que se sentará. ________, ya sentada, lo observo sentarse frente a ella.
-Prepare pasta, ¿te gusta?- pregunto mirándola.
-Me encanta.- le sonrió ella. Él le regalo otra sonrisa.
El resto de la velada ambos se dedicaron a mirarse y sonreír como tarados. Estaban completamente enamorados el uno del otro, y nadie, absolutamente nadie, podría negar eso. ________ no podía evitar sonreír al mirar aquel hermoso hoyuelo en su mejilla. Y Justin, se quedaba perdido en aquellas miradas que solo ella tenía. Ninguno de los dos era perfecto. Ninguno de los dos estaba hecho de porcelana. Y ninguno de los dos había llevado una vida fácil. Ambos conocían a la perfección cada virtud y defecto del otro, y simplemente, a ninguno le importaban sus errores. El destino había armado un plan casi perfecto. Dos seres, amándose con todo lo que el alma les daba, a pesar de los defectos.
-¿Te gusto la comida?- le pregunto él sonriendo cuando acabaron de comer. Ella le regalo otra bonita sonrisa.
-Me encanto. Estuvo delicioso.- le sonrió ella mientras lo miraba.
-Me alegro.- le sonrió él también. –Por cierto, me parece que tu y yo tenemos algo pendiente.- dijo él sonriéndole. Ella lo miro.
-¿Qué cosa?- pregunto confundida.
-Haber, nuestro baile, preciosa.- le sonrió con ternura. Ella no pudo evitar notar el trato cariñoso que le había dado, pero simplemente prefirió ignorarlo.
-Claro, el baile.- sonrió.
-¿Bailas conmigo?- pregunto alzándole la mano mientras se levantaba de su silla.
-Por supuesto.- sonrió ella mientras tomaba de su mano y se levantaba junto a él. Él sonrió y la encamino hacía el centro de la habitación.
-Ese vestido… Te queda perfecto.- dijo mirándola con intensidad. Ella se sonrojo, sintiendo como los brazos de él le rodeaban la cintura.
-Gracias. Como te lo dije antes, tú te vez grandioso.- le sonrió mientras cruzaba sus delgados brazos sobre sus hombros, alrededor de su cuello.
-Gracias.- él ahora tenía la voz rasposa. Y la miraba con una intensidad que la dejaba sin aliento. La tomo con delicadeza por la cintura y la acerco aun más a él, mientras se movían lentamente de un lado a otro. Justin la miro a los ojos. Sintió su cuerpo entero estremecerse cuando ella le devolvió la mirada. Y se dio cuenta de que no necesitaba nada más que de ella para ser feliz. Ella suspiro lentamente. El aroma delicioso y varonil de Justin le inundo la nariz. Le devolvió la sonrisa que él le dedicaba. Ese era el hombre de su vida, de eso estaba segura. –Me encanta tu aroma…- susurro él aspirando el aroma de su cuello, mientras cerraba los ojos.
-El tuyo es mágico.- le sonrió ella, escondiéndose en su pecho. Escucho los latidos acelerados del corazón de Justin, y una sonrisa se curvo en sus labios. Estaba nervioso. Él apoyo su cabeza lentamente contra la suya, y el olor a frutas del cabello de ________ le llego hasta a los pulmones. Amaba todo de ella. Amaba cada cosa. Amaba la manera en que arrugaba la nariz cuando estaba molesta. Amaba la manera en que su voz se agudizaba cuando tenía miedo. La manera en que las manos le temblaban cuando estaba nerviosa. Tenía aquella manía de moverse mucho cuando estaba incomoda o preocupada. Y aquella costumbre de frustrarse cuando un mechón de su cabello se escurría por su frente mientras leía un libro. La forma en que arrugaba la frente cuando estaba celosa. Amaba la manera en que sonreía cada cinco segundos cuando estaba feliz. Y la manera en que lo abrazaba hasta estrangularlo cuando tenía miedo. Sonrió mentalmente. La conocía a la perfección, y la amaba con su vida. Lanzo un suspiro, también amaba sentir su cuerpo frágil y pequeño contra el suyo. Porque sería capaz de protegerla hasta de una bala si fuese necesario. No dudaría un segundo en dar su vida por ella. La miro de nuevo a los ojos, y ella le regreso la mirada. Recorrió su hermoso rostro con la vista. Esos preciosos ojos que lo transportaban a otro mundo se enfocaban solamente en él. Esa nariz tan tierna y juguetona que tenía. Esa sonrisa jodidamente hermosa que lo volvía loco. Miro sus labios, daría la vida por un solo beso de sus labios. Los ojos de ella se desviaban de sus ojos a su boca. Era hermoso. Totalmente hermoso. Se sentía segura estando en sus brazos. Sentía que nada nunca le haría daño. Tenía la sensación de que las heridas de su corazón se desvanecían en cuanto él la abrazaba. No sentía más que paz en su alma, y una gran felicidad dentro de su pecho. Cuanto lo amaba. Lo amaba demasiado.
-________...-susurro él con la voz entrecortada. Ella lo miro con los ojos aguados. Lo amaba, si. Y no quería volver a perderlo.
-Justin…- susurro ella también mientras lo miraba. Él la miraba como si no hubiese nada más hermoso en el mundo. Acaricio sus labios con su pulgar, sin poder dejar de mirarla. La amaba. La deseaba. La quería solo para él. Quería tenerla por siempre entre sus brazos. Cuidarla de todo lo que la lastimase. Curar todas sus heridas. Deseaba con toda su alma poder hacerla feliz. Estaba tan concentrado en ella, en lo mucho que la amaba, que ni siquiera se dio cuenta cuando sus labios rosaron la tibia piel del cuello de _______. Soltó un suspiro mientras la miraba, era la mujer más preciosa que pudiera existir. Ella se estremeció entre sus brazos, y lo miro. –Justin…- volvió a susurrar ella lanzando un suspiro. Él la miro de nuevo a los ojos, y sin poder contenerse más, sin poder resistir un solo segundo más de su vida, le cubrió los labios con los suyos. Ella gimió por la sorpresa, y abrió los ojos de repente. Él no se detuvo, la tomo por la cabeza con suma delicadeza y la acerco más a sus labios. Ella, aun sorprendida, se negó a luchar contra la razón y, finalmente, cerró los ojos, disfrutando de la hermosa sensación que le inundo el alma. Sus brazos se aferraron a la espalda de Justin, mientras le correspondía a aquel beso tan anhelado. Una sonrisa se escapo de los labios de Justin mientras la besaba. Tenía los ojos cerrados, y disfrutaba ese momento como nada. Sentía su cuerpo estremecerse, y le temblaban hasta los labios. La abrazo por la cintura, y la beso tan tierna y lentamente que le pareció que estaban solos en el mundo. El corazón le latía tan violentamente que lo sentía querer salirse de su pecho. Sus suaves y dulces labios lo estaban volviendo loco. Aquel aroma lo estaba volviendo loco. Aquel sentimiento que se apoderaba de él todo el tiempo, también lo estaba volviendo loco. Y es que simplemente, ella lo estaba volviendo loco.
-_______...- susurro él sobre sus labios cuando se separaron para respirar. Se miraban a los ojos y respiraban entrecortadamente. Él miro sus ojos detenidamente, la amaba tanto. Desvió la mirada hasta sus labios, que se encontraban rojos por el beso. Sin poder aguantar un segundo más sin sentir sus labios, la beso nuevamente. Está vez, ella enredo sus dedos en los cabellos dorados de Justin. Y se besaban con tanta pasión y amor que sentían que se les desgastarían los labios en cualquier momento. Él, siendo abandonado por la razón, la tomo entre sus brazos y comenzó a avanzar con ella lentamente, hasta sentir sus pies chocar contra el borde de la cama. Se separo de ella, jadeante, y la miro a los ojos, esperando que ella lo detuviera. Era su única salvación, que ella lo detuviera. O si no, cometería una locura. Ella, con el corazón palpitándole a mil por hora, lo miro nuevamente a los ojos. Su respiración era acelerada, al igual que la de él, y se pregunto qué pasaría ahora.
-________...-él la miro preguntándole con la mirada si le permitía continuar. Sabían que al momento de caer en aquella cama los sentimientos y sensaciones se apoderarían de ellos y no podrían dar marcha atrás. La deseaba, joder. La deseaba, y mucho. Ella, sin saber que hacer o decir, e incluso sin saber que pensar, dejo que su corazón decidiera por ella, y en lugar de decir o hacer algo, lo beso nuevamente. Justin, con el corazón tan acelerado como le era posible, la continúo besando mientras la recostaba con cuidado sobre la cama. Las suaves y delicada manos de ella le desprendieron la camisa de los pantalones y, con manos temblorosas, se escurrieron por debajo de la camiseta y le acariciaron el torso perfectamente formado. Él la miro nuevamente, con los ojos inundados por el amor y la pasión que le inundaban el alma. La beso nuevamente. Las manos de Justin le acariciaron la espalda, y al llegar al cierre del vestido, la miro una vez más para asegurarse de que no se hubiese arrepentido. _______, tan nerviosa y asustada como nunca, le sonrió. Justin sonrió también, mientras con manos torpes le desprendía el broche del vestido. Ella bajo las manos, dejando que el vestido callera al suelo. Justin la miro de arriba abajo. Trago saliva. Era lo más precioso que hubiese podido apreciar en toda su vida. La beso de nuevo, y la sintió temblar entre sus brazos. Tan asustada y nerviosa como él. Pero al mismo tiempo, tan deseosa y feliz de que lo hiciera. Y fue en ese momento, en el que nada más importo. El resto del mundo dejo de existir. Que más daban los problemas. Que más daban las complicaciones. Que mas daba lo que los demás pensaran. La amaba. Y eso era lo único que importaba. ________ olvido todo lo demás. Las heridas en su corazón se desvanecieron por completo. No sintió más dolor. No sintió más temor. Se abrazo a él tanto como le fue posible, y supo que jamás volvería a estar sola. No se preocupo por nada más que estar con él y ser feliz. No pensaron en nada más que en el otro. El amor que se tenían era más fuerte que cualquier otra cosa. Esa noche se amaron con todo su ser. Se entregaron hasta la última gota de sudor. Se entregaron lo más preciado que tenían: Su amor, y su virtud. Esa noche sus cuerpos y sus almas se convirtieron en uno solo. Era tan perfecto ese momento. Era tan perfecto lo que sentían. Sus pieles suaves se encontraron una con la otra, y el solo contacto los hacía estremecerse. Tenían el corazón tan acelerado que apenas podían respirar. Sus labios y sus cuerpos se acoplaban tan perfectamente, que esa noche supieron que ambos estaban hechos el uno para el otro. Nada más importo. Solo sentir. No importo nada más, que amarse hasta la última gota que la locura les permitió.