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Estaba tan destrozada, tan decepcionada, y no encontraba salidas. Cuando el abuelo llego a la mañana siguiente con aquella carta entre sus manos, me la entrego y no supe si abrirla. Estuve debatiéndome durante todo el día si debería abrirla, era de Justin, y sabía que eso podía realmente lastimarme. Otra vez volvía a preguntarme, ¿qué es lo que quería él de mí? Siempre terminaba lastimándome. Al finalizar la tarde había decidido no abrirla, hacer como si nunca hubiese llegado. Tenía que olvidarlo, tenía que olvidar este verano. Guarde la carta en una pequeña caja que mi padre me había dado, y la metí debajo de la cama.
El día de las clases comenzó, y todo era completamente diferente para mí. Conocí a muchas personas, e hice nuevos amigos. Allie era con quien más había logrado sentirme unida, era una chica realmente simpática y divertida, ella era maravillosa. Era una excelente persona y tenía un corazón hermoso. Camille, una chica muy agradable también se nos había unido, y aunque también nos llevábamos muy bien, con Allie teníamos una especie de hermandad en la sangre. Alexis, un chico alto de cabello castaño y ojos azules, también se nos había unido. Era muy simpático y agradable. Y por último su amigo Daniell, un chico alto, de cabellos color chocolate y ojos verdes, era él más atractivo de todos. Yo podía notar que él sentía cierta atracción hacía mi, y las chicas insistían constantemente en lo mucho que yo le gustaba, y aunque me parecía bastante atractivo, yo no podía olvidarme del verano con tanta facilidad…
Más semanas pasaron y con cada una de ellas llegaba una carta con el mismo remitente, Justin. Tampoco las abría, todas estaban guardadas en aquella caja. Me preguntaba qué dirían las cartas, ¿estaría queriéndome hacer saber lo feliz que estaba siendo con aquella chica?, ¿o quería preguntar porque no me había despedido de él? Suspiré, no importaba cual fuese la respuesta, me había prometido no abrir aquellas cartas.
A medida que avanzaba el tiempo las cartas iban cesando, y ya no llegaban tan a menudo, me preguntaba si se había cansado al fin, pero al tiempo llegaba una nueva, todas terminaban guardadas. Allie se había convertido en la mejor amiga que había tenido hasta el momento, y habíamos compartido ya algunas aventuras juntas, teníamos una relación más de hermanas que de amigas. Yo jamás había hablado con nadie acerca de mi verano, pero no pude seguir ocultándoselo a Allie la vez que estalle en llanto tras llegar otra carta y acordarme de todo. Ella parecía bastante emocionada con la idea de las cartas, y me insistía constantemente en que debía abrirlas, pero yo no tenía valor para hacerlo.
El tiempo pasaba rápidamente entre la escuela, mis clases, las tareas, pasar el rato con mis amigos, y leer la biblia cada tarde con mamá. Después de todo lo que había sucedido, sentía que debía sentirme más segura espiritualmente, y que eso aliviaría mis penas. Tenía muchísimas ganas de saber de Justin, de mirarle aunque sea una última vez, pero sabía que eso no era buena idea para mí.
Luego de cuatro meses las sospechas dejaron de ser sospechas, y Daniell me invito a salir. No sabía si aceptar, pero Allie me había dicho que Daniell era un gran chico, y que él tal vez podría ayudarme a olvidar a Justin. No estaba segura por dos razones; la primera, porque tenía claro que eso sería usar a Daniell, y eso era algo que yo no haría. La segunda: porque simplemente estaba segura de que yo jamás podría olvidarme de Justin.
-¿Y entonces? ¿Qué dices?- Daniell me miraba impaciente.
-Yo…-lo mire. –Emm, bueno, está bien-le sonríe. -¿Cuándo dijiste?-volví a mirarlo.
-Este sábado- respondió sonriente.
-Bueno, ahí estaré- le sonreí.
Y bien, había aceptado salir con él, y esperaba que las cosas no resultarán ser un desastre. El sábado llego, y salí con Daniell, él me llevo a comer y luego salimos a dar un paseo al parque. Él era un chico realmente extraordinario, e increíblemente guapo. Tenía un gran sentido del humor y una sonrisa muy hermosa. Sus ojos verdes te dirigían a otra parte y tenía dos bellos hoyuelos en sus mejillas que me hacían recordar a Justin. Y eso era todo, me gustaba porque me hacía recordar constantemente a Justin, que desmotiva.
-¿_________? ¿Estás ahí?- me miraba preocupado, y recordé cuando Justin solía hacer lo mismo.
-Sí, lo siento- sacudí mi cabeza tratando de despejar mi mente, él me sonrío.
-Eres tan hermosa- seguía sonriendo. -¿Quieres que te pase a dejar a tu casa?- me miro.
-Está bien- le sonreí y me levante del asiento. Juntos partimos a casa, y podía notar como su mirada no se apartaba de mí, así era desde que nos conocimos, y aunque me incomodaba a veces, también me parecía tierno de su parte. Daniell era el tipo de chico tierno que si se interesaba en alguien no se fijaba en nadie más e insistía hasta lograr llegar al corazón de esa persona, pero mi corazón estaba sellado, y nadie podría cambiar eso, estaba segura.
Mi mamá estaba encantada con Daniell, parecían llevarse muy bien. No sabía muy bien porque era, pero él quería ganársela a toda costa. No sabía si a papá le agradaría de esa manera también, lo que sabía era que Justin le habría caído mucho mejor.
Más meses vinieron, en total habían pasado ya ocho meses desde la última vez que le vi, y aunque durante el día me comportaba de manera totalmente natural, por las noches tenía que padecer en mi llanto nocturno. Lo echaba cada día más de menos, y no sabía si algún día cesaría finalmente el dolor constante que me traía su recuerdo. Sabía que no sería fácil olvidarle, incluso sabía que había un 0.05% nada más de posibilidades de olvidarlo por completo. ¿Qué sería de su vida? Me preguntaba. ¿Me extrañaría él siquiera un poquito? ¿Pensaría en mi por lo menos una vez durante el día?. Suspire, yo no debía pensar en eso.
Por otra parte, yo comenzaba a notar al chico que tenía ahora a mi lado. Él era una excelente persona, y me trataba con una dulzura increíble. Era muy tierno y comprensivo conmigo, y me había declarado su amor incontables veces. Pero yo no sabía si debía decirle aun que comenzaba a verlo de otra manera, y que estaba empezando a sentir variadas cosas por él, porque eso podría dolerle al final de cuentas.