House of Hades: "Loved"

3.4K 345 69
                                    




House of Hades: "Loved"

Hazel estaba bajando por la escalera de mano a encontrarse con su caballo, el cual Nico aún no conocía.

Hacía varios días que estábamos intentando cruzar los Apeninos, para así llegar cuanto antes a Grecia. Nuestra condición de semidioses no nos permitía viajar demasiado lejos sin atraer problemas, y lo último que habíamos atraído ya había durado por dos días.

Unos dioses de las montañas se habían encaprichado con la idea de entregarnos a las fuerzas de Gaia. Para esto, lanzaban rocas gigantes hacia el Argo II, y Leo hacía lo posible por evitarlo.

—¡Hazel! —Escuché que Nico gritó, mirando por la borda. Rodé los ojos y volví a inspeccionar el tablero de control del barco—. ¿Va todo bien?

Ella le contestó que sí, y le aviso que se iría hacia las montañas por unos minutos.

Leo apareció por mi lado y se dedicó a explicarme para qué servían las mejoras que justo ayer había instalado a los controles.

—... Entonces si presionas este botón azul de aquí, a lo largo de todo el barco aparecerán municiones para una guerra de agua—explicó Leo.

Reí al ver su emoción por algo tan aniñado, pero le prometí que algún día utilizaríamos esa nueva función.

Escuché como a Nico le volvía a dar un ataque de tos, y me volví hacia él.

—Nico, ¿precisas ayuda?—dije, dando unos pasos hacia él.

El hijo de Hades negó con la cabeza, y se dirigió hacia las escaleras bajo cubierta.

—Quédate con tu chico—murmuró, para luego seguir hablando más alto a medida que se alejaba—. Iré a dormir a tu cabina, ¿sí? Avísame cuando vuelva, Haz.

Asentí, a pesar de saber que no me estaba viendo, y caminé hasta Leo, quien se había sentado en el borde del barco junto a la cabeza de Festo.

—Ten cuidado, Leo. Puedes caerte—dije al ver que estaba sentado con las piernas colgando por la borda.

Él me ofreció su mano y me ayudó a sentarme.

—He instalado una especie de escudo alrededor del barco, que no permite que ningún humano se caiga más de unos metros—repuso con una sonrisa—. Me da seguridad saber que está activado, pero de todas formas no te muevas mucho.

La vista era espectacular. Era casi mediodía en aquella zona del sur de Europa, y el calor del verano se hacía presente.

Al igual que casi todos los días, traía puesto unos shorts de jean junto con una camiseta de colores fríos. A veces utilizaba mi camiseta del campamento, o la de Nico (ya que él odiaba el anaranjado), pero tampoco es que fuera lo único que me ponía.

—¿Sigues tan segura de que no sientes nada por Nico? —preguntó.

Su pregunta me tomó por sorpresa, pero supe manejar la situación. Noté que seguíamos tomados de la mano.

—La respuesta sigue siendo la misma, supongo—Me encogí de hombros—. Sí me molesta un poco toda la atención que le muestra a Hazel, pero creo que es más por el hecho de que a pesar de que se preocupa por mí, nunca lo muestra tanto como lo hace con ella.

Leo asintió. Sentía su mirada en mi rostro, pero yo me dediqué a ver hacia adelante.

—¿Cómo vas con tu crush? Supongo que no has avanzado mucho, ya que hace como dos semanas que no le ves—dijo.

Me volteé a verlo, con una ceja alzada.

—¿A qué te refieres?

—¿Qué acaso tu crush no es del Campamento Mestizo? ¿Estás interesada en alguien romano?—respondió confundido.

Moví mi cabeza de un lado a otro.

—No, pertenece a un campamento, sí. Pero lo he visto hace no mucho tiempo.

Abrió grande los ojos.

—¿Te gusta Jason?—Al ver mi mueca de repulsión, se retractó—. No, lo siento. Claro que no. Es demasiado mayor. Se llevan unos tres años, ¿no?

Me puse a la defensiva.

—Cumplo catorce en unos meses. Pero no, Jason no me interesa—dije rodando los ojos, y volviendo a mirar hacia abajo.

—Entonces si no es Nico, ni Jason, tiene que ser... No puede ser—repuso—. Ahora todo concuerda. Por eso actúas así.

Lo miré rápido, y me sonrojé.

¿Había hablado demasiado?

Quizá sí, pero en algún momento debía decirle que estaba enamorada de él.

Abrí la boca para hablar, pero Leo me ganó.

—Te gusta Frank.

Me hubiera caído por la borda si Leo no me hubiera sujetado.

—¿Cómo dices?—exclamé—. ¡Claro que no!—Mordí mi labio, para luego tragar saliva—. Me gustas tú.

Él me miró confuso. Se señaló a sí mismo, y se volteó para transmitirle un mensaje en código morse a la cabeza del dragón. Al terminar, volvió su vista a mí.

—¿No crees que tu hermano se molestará si intentamos algo?—murmuró.

Fruncí el ceño.

—No lo he pensado. Supuse que tú te negarías a hablarme luego de confesarte eso—Él rió, negando con la cabeza—. Pero Percy no está aquí—dije mordiendo mi labio.

Leo sonrió, y pasó su brazo por mis hombros.

—Pues entonces me alegro de que estés dispuesta a ser mi novia, Sam. Por fin, luego de tanto tiempo.

Yo aún estaba un poco en shock, pero recosté mi cabeza en su hombro, con una sonrisa en mi rostro, y cerré los ojos para sentir el aire fresco.

how we met;; di angelo [ES]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora