Blood of Olympus: "Injured"

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Blood of Olympus: "Injured"

Era la madrugada del 1° de agosto. Estaba arreglando uno de los barcos de Long Island con dos amigos de la cabaña de Hefesto cuando escuché los ruidos. Por algún motivo, los dos chicos se desmayaron inmediatamente.

Parecía como si al menos diez personas hubieran aterrizado mágicamente en la cubierta. Se oía como si algunos se estuvieran moviendo, y se escuchaban voces muy levemente. No podía identificarlas, pero rezaba para que no se tratara de alguna de las cohortes de la legión.

Con la espada en mi mano derecha, abandonando las herramientas que Leo me había conseguido hacía ya un tiempo, me fui acercando lentamente a la escalerilla. Subí los escalones de a uno, intentando evitar el ruido tan característico e inoportuno que generaba la madera.

Al ver hacia arriba me encontré con el cielo todavía oscuro, pero no demasiado. Debía de faltar poco para el amanecer.

Llegué arriba, y me pegué al casco del barco para intentar mantenerme en las sombras. Con la espalda aún sobre la nave, caminé lentamente mientras la rodeaba.

Comencé a escuchar voces en mi cabeza, hasta que escuché una particularmente conocida.

¡Una de los dos herederos está aquí!

Me llevé una mano a la frente al escuchar cómo Blackjack, el pegaso de mi hermano, se emocionaba por mi llegada. Suponiendo que si el caballo estaba tan feliz debía encontrarse con amigos, decidí acercarme al frente del barco y salir de la oscuridad.

Me encontré con Pegaso, el original, alzando el vuelo. Vi también a Blackjack y a su amigo Guido, acompañados de Reyna, el entrenador Hedge, y Nico. Otros caballos alados rodeaban la Atenea Partenos.

Me paré en seco en cuanto vi a la última persona, asustando al chico y al sátiro. Reyna miraba hacia otro lado.

—La legión ha enviado un comité de bienvenida —anunció la romana. Se giró para enfrentarse a ellos, y alzó las cejas en cuanto me vio—. Samantha, hola.

Rodé los ojos.

—Pretora —dije al dedicarle un movimiento de cabeza—. Entrenador.

Evité a Nico. Sentí su mirada clavada en mí mientras se dirigía a Reyna.

—Creía que los romanos no tenían flota —respondió.

—No la teníamos —dijo ella—. Por lo visto, Octavio ha estado más ocupado de lo que creía.

Me di la vuelta para volver bajo cubierta cuando Nico me llamó.

—Sam.

—¿Qué? —dije mientras me alejaba.

—¿Aún sigues enfadada?

Esta vez sí me giré a verlo. Lo miré sin poder creer que en serio estuviera preguntando eso. Le mostré el dedo del medio, y volví a retomar mi camino.

O lo intenté, ya que me choqué con el pecho de un romano varios centímetros más alto que yo. Di unos pasos atrás antes de que alguien me rodeara por detrás, y me alejara rápidamente del chico del Campamento Júpiter.

—No te le acerques —Le dijo el hijo de Hades al chico romano.

Mientras Nico tiraba de mí hacia donde el pequeño grupo se encontraba, observé cómo dos oficiales conocidos se ponían a ambos lados de quien parecía ser el jefe.

Cuando estuvimos donde el chico oscuro deseaba se separó suavemente de mí, pero yo lo empujé y me situé lo más lejos posible de él. Incluso estaba más cerca de los intrusos que de quienes estaban en el mismo bando que yo.

how we met;; di angelo [ES]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora