House of Hades: "Broken"

2.7K 316 78
                                    






House of Hades: "Broken"

Me vestí con mi camiseta del campamento, y me dirigí hacia la puerta de mi camarote, con el objetivo de ir hacia el baño. Al abrirla y salir al pasillo, alcancé a ver como la espalda de Nico desaparecía por la escalera hacia la cubierta.

Siguiendo mi camino, llegué a mi destino e hice todo lo que debía hacer allí. Una vez terminé, pasé por la cocina a por un cupcake de chocolate y salí a cubierta.

El sol estaba justo al borde del horizonte cuando llegué a la superficie. Al parecer, todos estaban durmiendo sus muy merecidas siestas, o quizá alguna de las parejas estaba por allí compartiendo saliva. Cuando bajé del barco y divisé a Nico junto a la estatua tampoco vi a nadie por allí.

Me acerqué a mi amigo mientras ataba unas cuerdas a la base de la estatua de doce metros.

—Te irás una vez más.

No lo pregunté, porque en realidad ya sabía que la decisión estaba tomada. No es que odiara a Nico por hacerme esto, pero casi que odiaba a Nico por hacerme esto.

Él se encogió de hombros.

—Mira Sam, es...

—Algo que tienes que hacer —interrumpí—. Y lo entiendo, y no lo critico —Hizo una mueca, y siguió con su trabajo—. Te escuché hablar con Jason el otro día —mencioné.

Di Angelo me miró un poco confuso, pero noté como giraba su anillo en su mano derecha. Ese gesto podía significar dos cosas: podía estar aburrido, o bien nervioso.

Estaba casi segura de que se trataba de la segunda.

—¿De qué hablas? —preguntó.

Tragué saliva.

—Antes de partir del palacio de aquel dios, en la costa de África —expliqué. Sin pensarlo, mis ojos se humedecieron un poco—. Dijiste que nos traerías hasta la Casa de Hades, que cumplirías la promesa que le hiciste a mi hermano, y que luego te irías... Para siempre.

El suelo me pareció lo suficientemente interesante en ese momento como para mirarlo con detalle. Nico no dijo nada al respecto.

Lo oí suspirar y se acercó a mí. Colocando ambas manos en mis mejillas, levantó mi rostro para obligarme a mirarlo, pero yo me limité a subir mis ojos hasta el cielo.

—No seas así de terca, Samantha —Fruncí el ceño y lo miré. Lo vi sonreír con sorna, pero su sonrisa desapareció en cuanto comenzó a hablar nuevamente—. No sé qué pasará una vez vuelva al campamento, si es que volvemos —Lo iba a interrumpir, pero colocó una de sus manos en mi boca. A pesar de estar en contacto con sus manos, su cuerpo estaba lo más alejado de mí posible—. Tú sabes que el campamento no es mi hogar, Sam. No tengo nada que hacer allí. No hay nada de allí que signifique algo para mí —agregó, mientras volvía a su labor con las cuerdas.

Una lágrima bajó por mi rostro al procesar sus palabras.

—¿Qué hay de mí? ¿Me abandonarás, así como así? —pregunté.

Él no se volteó a mirarme.

—Me conoces. Mi lugar no está en ningún lado. Voy y vuelvo entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos. Así funciona mi vida —replicó en voz baja—. No puedo permitirme tener anclas en distintos lugares, sin importar cuán importante seas para mí.

—¿Anclas? ¿Esos objetos pesados que simplemente molestan a un barco?

Lo vi mover la cabeza, como dudando.

—Sí, más o menos —dijo.

—Un ancla es algo que no te permite moverte. Provoca que el barco se quede en su lugar.

—Pues sí, eso es lo que quise decir. Siempre podemos ser amigos a distancia, pero no vale la pena que sigamos siendo lo que somos hoy, Sam. No puedo, ni quiero, pasarme todos los días en el campamento solo porque tú estés allí.

Se dio la vuelta cuando sintió como un objeto le golpeaba la cabeza. Su mirada se dirigió al suelo, donde vio el anillo de calavera que él mismo me había conseguido hacía un año. Al identificarlo, subió sus ojos hasta los míos.

—¿Qué significa esto?

—No quiero anclarte a lugares, Nico. No quiero molestarte mientras intentas ir por ahí, viviendo tu vida miserable. No quiero que me culpes nunca más de tus desgracias —murmuré, mientras mi voz temblaba. Su mirada fría se iba perdiendo cada vez más, y mi voz subía de volumen—. No quiero ser un estorbo en tus asuntos importantes. No quiero que me sigas rompiendo por dentro, simplemente porque tú estás roto —Fue a decir algo, pero no se lo permití—. No quiero que vuelvas al campamento, ni que vuelvas a hablarme, Nico.

Me di la vuelta, pero él pronunció mi nombre.

—Sam —Escuché—, no seas tan dramática, sabes que no es para tanto. Podríamos seguir viéndonos de vez en cuando, ¿no lo crees? Somos familia, y mejores amigos, ¿recuerdas?

Me volteé hacia él una vez más. Su rostro reflejaba preocupación.

—No. No quiero recordarlo y no lo haré —Nico me miraba atento—. ¿Quieres saber por qué? —Asintió levemente—. Porque estoy cansada de ti. Durante tres años te he perseguido por todas partes. He buscado tu felicidad aunque fuese a costas de la mía. Te he defendido frente a todo aquel que se ha atrevido a hablar mal de ti. He arriesgado mi vida y la de mi hermano para mantenerte a ti seguro —Él bajó la mirada al sentir que la mía era ya demasiado dura—. ¿Familia? ¿Por qué no piensas mejor las cosas antes de arruinarlas? No soy tu familia, Nico, y no es porque no quiera que así sea. Nunca me consideraste parte de ella. Te escapas de mí. Me tratas bien cuando estamos solos, pero en compañía de otros te avergüenzas de mí, y—

—Eso no es así. Lo sabes mu—

—¡Cállate! —exclamé. Mis ojos ardían, y las lágrimas caían—. ¡¿Por qué no me tratas como a Hazel?! ¡¿Por qué me escondes cosas?! —Cerré los ojos—. ¿Por qué no me dejas en paz?

—No digas eso, Sammy. No es lo que en realidad piensas de mí. No lo es.

Parecía querer convencerse más a sí mismo que a mí.

Cuando volví a abrir los ojos, lo vi con lágrimas en las mejillas.

—Claro que sí. ¿Alguna vez siquiera me has escuchado atentamente? No. ¿Sabes por qué? Porque siempre que tengo que hablarte de algo que en realidad me importa desapareces. Estoy cansada de ti. Ya no quiero verte.

—Sam. Deja de decir eso.

—Tú empezaste, ¿recuerdas? No querías anclas en tu vida. Pues no lo seré.

Me giré una última vez y empecé a caminar hacia el barco.

A mitad de camino, sentí como me abrazaba desde atrás, y me frené en seco. Escondió su cabeza en mi cuello y lo oí sollozar.

Pero ya no me importaba, aunque mi corazón doliera de una manera impresionante.

Con mis manos tomé las suyas, y las alejé de mi cintura, empujándolo suavemente hacia atrás.

Así sin más, seguí mi camino, consciente de que estaba a mis espaldas, tirado en el suelo, llorando.

Una vez llegué a mi camarote, me encerré allí. Pasé el seguro de la puerta y me lancé en mi cama a llorar. Abrazando mi almohada, observé por la ventana mientras los integrantes de la misión desaparecían unos minutos después.

No me preocupé por callar mis sollozos, e ignoré a Percy y a Leo cuando golpearon a mi puerta.

Nada ni nadie me podía consolar en ese momento.

¿De verdad creía todo lo que le había dicho?

Sinceramente, a pesar de molestarme mucho con él a veces, nunca llegaba a cansarme de ese estúpido adolescente. Pero esta vez había sido demasiado.

¿Qué acaso no hay algo de verdad en cada mentira?

De ahora en más trabajaría en mantenerme a mí misma en una pieza, en lugar de ir por ahí juntando y reconstruyendo las suyas.

how we met;; di angelo [ES]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora