Blood of Olympus: "Met"

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Blood of Olympus: "Met"

—No puedo creer que acabamos de llegar y tú ya estás adentro del agua, Sam —Escuché a Piper decir.

Apenas sentí la arena bajo mis pies, me quité mis shorts y mi camiseta y corrí hacia la orilla junto a Percy. El agua se presentó fría: la temperatura perfecta para contrarrestar el calor del verano. Algunas criaturas se acercaron a saludarnos y nos desearon un buen día antes de irse.

El grupo aún no estaba completo.

Percy y Annabeth habían sido, junto a mí, los primeros en llegar. Jason y Piper venían justo detrás, por lo que la llegada fue casi al mismo tiempo. Frank caminaba hacia nosotros desde la cabaña de Ares con su toalla colgando por su hombro. Hazel y Nico todavía no aparecían.

La hija de Afrodita había decidido esperar un poco antes de entrar. Sin embargo, al ver a su novio corriendo mar adentro cambió de opinión y lo siguió.

Jugamos una guerra de agua. Estaba claro que aunque los equipos fueran uno de dos y otro de cuatro personas, Percy y yo nos las arreglaríamos para ganar. Minutos después, decidimos dividirnos en dos equipos de tres con un hijo de Poseidón cada uno.

Frank y Annie no eran un mal equipo. Es más, ambos se manejaban de lo mejor. Annabeth nadaba perfectamente, y mi hermano nunca intentaba nada demasiado extraño con ella. A mí sí intentaba derribarme, y aunque apenas lo controlaba, no lo había logrado aún. Frank podía transformarse en un pez en cualquier momento, para luego aparecer detrás de ellos como un elefante amante de salpicar.

La batalla fue mucho más divertida de lo que parece. Nadie parecía querer que terminara, pero una vez llegaron los hijos de Hades y de Plutón, tuvimos que hacer una pausa.

Hazel no tenía mayor problema con el agua, aunque no era muy fanática de la misma. Decidió quedarse un rato recostada bajo el sol, y Frank fue a hacerle compañía.

Yo salí del agua también, con el principal objetivo de hacer a Nico entrar.

— ¿Estás preparado, Neeks? —pregunté, quizá demasiado emocionada al verlo por primera vez usando unos shorts de baño sin que lo obligara a hacerlo.

Hizo una mueca.

—No exactamente. Estaba esperando a Will.

Fruncí el ceño. Había más gente en la playa, desde luego. Pero a Will aún no lo había visto.

— ¿Tú lo invitaste?

Asintió.

—Claro. No te molesta, ¿cierto?

Sonreí y negué con la cabeza.

—Claro que no, pero podríamos ir entrando al agua, ¿no crees? —La idea no pareció enloquecerlo—. Vamos, Nico.

Le tendí una mano. Después de dudar unos segundos, la tomó.

—De todas formas tengo que quitarme la camiseta primero —dijo.

Se alejó un poco de mí y dejó su prenda sobre la de los demás. Se giró y caminó hasta estar a mi lado.

Extendí mis brazos para tocar su abdomen y su pecho. No por su buen estado físico (al que ya estaba acostumbrada), sino por las cicatrices que adornaban su pecho y antes no estaban. Pasé mis dedos suavemente por los cortes que habrían ocurrido un máximo de una semana atrás y elevé mis ojos hasta los suyos.

—Licaón —contestó, antes siquiera de que formulara la pregunta—. Algo así como el rey de los lobos. Nos lo encontramos en Portugal.

—Nico, esto se ve demasiado mal —Volví mi mirada a su cuerpo—. Además estás muy delgado.

Rodó los ojos.

—Sam, estás haciendo que desee volver a ponerme mi camiseta. No me transmites demasiada emoción por estar aquí.

Cerré los ojos unos segundos y los abrí enseguida.

—Tienes razón. Vamos.

Volví a tomar su mano y nos acercamos a la orilla. Él se mostró un poco reacio hacia el agua, pero me siguió. Nos detuvimos justo en el borde.

— ¿Qué tanto odias esto? —pregunté.

—En una escala del 1 al 10, probablemente un 14.

Sonreí, y apreté su mano.

—Tranquilo, vamos lento.

Tocamos el agua con los pies y Nico me soltó para irse hacia atrás. Al parecer, sería más  difícil de lo que pensaba. Volví a estirar mi brazo hacia él, y Di Angelo tomó mi mano una vez más.

Esta vez no salió corriendo, pero se sorprendió con la temperatura del agua. Avanzamos lentamente hasta que el agua nos daba por debajo de las rodillas.

— ¿Estás seguro de que quieres seguir, Neeks?

Tenía muchas ganas de que entrara al agua conmigo, pero su cara denotaba ansiedad y preocupación extrema ante una situación que debería ser todo lo contrario.

—No sé nadar —soltó.

Lo invité a seguir caminando junto a mí.

—Mantendré a las corrientes constantemente a tu alrededor para evitar que te hundas, si eso te da miedo.

Asintió despacio. Cuando el agua nos llegó a la cintura, se detuvo. Los chicos estaban tan solo unos metros más adelante.

—Sam.

— ¿Qué ocurre, Nico?

—Me está poniendo nervioso que estemos de la mano.

Lo solté suavemente.

— ¿Mejor? —Movió su cabeza de arriba abajo nuevamente—. ¿Seguimos?

—Ya somos amigos de nuevo, ¿no? —preguntó por lo bajo—. Sabes que lo siento mucho, Sammy. Fui un estúpido una vez más.

Hice una mueca.

—Admito que yo también te extraño mucho, Nico. Pero no sé si va a ser tan fácil.

Su cara era totalmente indiferente.

—Entiendo. Ten —Y con su mano derecha me pasó el anillo que él mismo me había regalado un año atrás. Lo tomé y lo observé nostálgica—. Al menos ahora podemos empezar otra vez.

Le sonreí, me coloqué el anillo y lo envolví en un abrazo. Sentí un pequeño click de fondo, y cuando nos separamos vi a Hazel a lo lejos con mi cámara de fotos en sus manos. Volví mi atención a Nico, estirando mi brazo hacia él.

—Samantha O'Connor, un gusto.

Sonrió.

—Nico Di Angelo.

Y así nos conocimos.

how we met;; di angelo [ES]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora