Blood of Olympus: "Justified"

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Blood of Olympus: "Justified"

Estacionamos la lancha a unos ocho kilómetros de la playa del campamento. Una 4x4 negra nos esperaba allí.

Mis tres acompañantes se cuestionaron sobre quién conduciría, pero claro que nadie me preguntó a mí. Siendo la menor, sería la menos probable de saber conducir.

Finalmente, Nico llamó a Jules-Albert, el zombie.

— ¿Qué es eso? —protestó Dakota.

El hijo de Hades explicó la presencia del zombie. Después de unos segundos para asimilar la situación, los romanos parecieron dejar atrás el estado de confusión.

—Tienes un chofer zombie —dijo Leila.

—Pido el asiento delantero.

Nico subió al asiento de copiloto. Los romanos, aunque de mala gana, me siguieron a la parte de atrás.

La camioneta comenzó a abrirse camino por el bosque, hasta entrar dentro de lo que vendría siendo el campamento enemigo. Había incluso más monstruos de los que había imaginado. Los centauros daban miedo, y lo único que nos permitía seguir avanzando cuando ellos nos miraban era la sorpresa que se llevaban al ver a Jules-Albert.

Octavio había rodeado tanto al Campamento Mestizo como a su propia Legión con monstruos incontrolables.

—No puedo creer que existan semidioses con tan poca cabeza —dije.

—Octavio es idiota —susurró Nico—. ¿Cree que puede controlar esas criaturas?

El campamento enemigo cada vez nos mostraba una mayor variedad de monstruos. No dejaban de aparecer nuevas criaturas a donde sea que mirara. Se habían apropiado del bosque, e iban a destruir nuestro campamento en cuestión de horas si no los deteníamos.

Una vez se abrió un poco el panorama, pasamos a ver a las cinco cohortes del campamento romano. Parecían pequeñas y perdidas en medio de todos aquellos monstruos que las rodeaban. Situados en forma de semicírculo, apuntando hacia el lugar que llamaba hogar, se encontraban seis onagros. Tres a cada lado, y cada uno con una pequeña delegación de semidioses.

—Tengo que inutilizar los onagros —dijo Nico—. No tenemos mucho tiempo.

—No podrás acercarte —le advirtió Leila—. Aunque lográramos que la Cuarta y la Quinta cohorte nos siguieran, las otras cohortes tratarían de detenernos. Y los seguidores más leales de Octavio manejan esas armas de asedio.

—No nos acercaremos por la fuerza —convino Nico—. Pero solo sí puedo hacerlo. Dakota, Leila, Jules-Albert los llevará a las líneas de la legión. Váyanse, hablen con sus tropas y convénzalas de que sigan su ejemplo. Necesitaré una distracción.

Dakota frunció el ceño.

—Está bien, pero no pienso lastimar a ninguno de mis compañeros de la legión.

—Nadie te pide que lo hagas —gruñó Nico—. Pero si no detenemos esta guerra, la legión entera será aniquilada. ¿No dijiste que las tribus de monstruos se ofenden fácilmente?

—Sí —dijo Dakota—. Por ejemplo, si le haces cualquier comentario a esos tipos con dos cabezas sobre cómo huelen... Ah —Sonrió—. Si empezáramos una pelea, sin querer, claro está...

—Cuento con ustedes —dijo Nico—. Ahora, Sam...

—Sí. Voy contigo.

Leila frunció el ceño.

—Pero ¿cómo van a...?

Le sonreí, para luego mirar a Nico ya un poco más seria. Él me extendió su mano.

how we met;; di angelo [ES]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora