EL AZOTE DE DIOS
Capítulo 4: Invasores
Enclavada en el único paso occidental de las Montañas de la Sombra, Minas Morgul, la torre de la magia oscura, la antigua capital del lugarteniente de Sauron, estaba siendo remodelada tanto su interior como su exterior. Varios ingenieros y albañiles ya sean estos humanos, elfos o enanos, trabajaban hombro con hombro para quitar todo vestigio de horror de la antigua fortaleza del rey brujo de Angmar.
La tarea no era sencilla, Minas Ithil fue construida por el mismo Isildur como su antigua capital. La colosal torre de la luna estaba rodeada por una fortaleza enorme, solo Minas Tirith podría hacerle frente en cuanto a lo masivo de su estructura, sin embargo, todos los trabajadores se esforzaban y poco a poco la fortaleza recuperaba su antigua belleza.
Faramir, nombrado hace tres años como príncipe de Minas Ithil, veía sobre uno de los muros de la fortaleza la laboriosa entrega de aquellos que se esmeraban en convertir a la fortaleza en un sitio de paz.
Subiendo las escalinatas, Beregond, capitán de Minas Ithil, fue donde su señor para informarle respecto a los avances de la reconstrucción que se llevaba a cabo por todas partes.
―Mi señor, aquí le tengo los reportes de los ingenieros ―dijo Beregond y le pasó los documentos a Faramir quien los leyó con detenimiento.
No era común que caballeros supieran leer o escribir, pero Faramir era hijo de Denethor, último senescal de Gondor, y este obligó a sus dos hijos a aprender a leer y escribir.
―Veo que todo marcha bien, a este paso todo rastro de influencia de Sauron y el brujo de Angmar desparecerá antes de que venga Lady Éowyn.
―Es bueno saber eso, mi señor, en un par de días más, quitarán los andamios del el muro exterior y Minas Ithil podrá mostrarse como era en los tiempos de Isildur.
―Así es, sin embargo, las doce torres que rodean el muro exterior terminan en extrañas elevadas almenas puntiagudas, es como si el brujo de Angmar, hubiese temido el ataque de dragones o algo por el estilo.
―Se ven extrañas, mi señor, pero si hubiese decidido derrumbar las almenas, la fortaleza no hubiera estado finalizada para la llegada de Lady Éowyn.
―Es cierto, supongo que podemos derrumbar las almenas después de mi boda con Éowyn ―dijo Faramir y una dulce sonrisa se dibujó en su rostro al mismo tiempo que su mirada se perdía en felices recuerdos.
Beregond tenía más cosas que informar a su señor, pero no quería perturbar el momento de felicidad que tenía Faramir, así que fijó su vista en el soberbio y enorme puente que cruzaba el rio y el abismo.
Beregond vio que una figura corría con prisa sobre el puente, al mismo tiempo que agitaba los brazos. El capitán forzó su vista y pudo apreciar que la figura era la de un niño, pero no uno cualquiera, era su hijo Bergil, el que corría como si estuviese escapando de una horda de orcos.
―¿No es ese tu hijo? ―preguntó Faramir y Beregond asintió.
―¿Por qué corre tan agitado?, parece que quisiera gritarnos algo.
Los dos hombres miraron con atención al niño y cuando este ya estaba cerca de llegar al otro extremo del puente, pudieron escucharlo con claridad.
―¡Orcos!, ¡se acerca una horda de orcos!
Faramir y Beregond intercambiaron miradas de sorpresa y gritaron a los trabajadores de los andamios que buscaran refugio dentro de la fortaleza.
―¡Avisa a la guardia y que cierren la puerta de la fortaleza apenas entre tu hijo! ―ordenó Faramir.
ESTÁS LEYENDO
El azote de Dios (completa)
ActionLa guerra es el altar de los sacrificios, un infierno donde las únicas flores que florecen son los deseos de matar a tu enemigo. Legolas, Aragorn, Gimli, lucharán de nuevo ante un enemigo venido del lejano este y que quiere arrasar la Tierra Media...