Origen

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EL AZOTE DE DIOS

Capítulo 22: Origen


Unos delicados copos de nieve caían sobre Osgiliath, la antigua capital del reino de Gondor, la cual luego de cinco años de la derrota de Sauron, aún no había sido reconstruida. Esta situación se debió primero a que los enanos e ingenieros humanos destinados a la reconstrucción de la ciudad, habían sido enviados a Minas Ithil, para quitar todo rastro de horror de lo que fuera antes Minas Morgul, para el arribo posterior de Éowyn y su boda con Faramir. Luego, con la llegada de los invasores de Famnya, se dio prioridad a la construcción de diversas fortalezas y castillos que protegerían el sur de Gondor y el este de Rohan.

Imrahil, Príncipe de Dol Amroth, veía con tristeza como la hermosa ciudad se veía desierta salvo uno que otro puesto de vigía mientras cruzaba el poderoso rio Anduin para dirigirse al lado este de la abandonada capital y desde allí dirigirse a su destino, la ciudad fortaleza de Minas Ithil.

«Esta delicada nevada le da una atmósfera tranquila a toda la ciudad, diría romántica, sin embargo, encierra la ominosa advertencia de que el cese de hostilidades llegará pronto a su fin. Tarde o temprano los delicados copos de nieve volverán a teñirse con la sangre de los hombres», pensaba de manera lúgubre mientras apresuraba su marcha y la de sus hombres.

Debido a la serie de fortificaciones que se habían erigido desde Osgiliath del este hasta minas Ithil, le tomó más tiempo del esperado llegar a su destino, allí Faramir y su esposa, Éowyn, le estaban esperando ansiosos.

―Príncipe Faramir, Lady Éowyn, lamento la tardanza, pero atravesar las fortificaciones tomó más de lo debido ―se excusó Imrahil, al mismo tiempo que limpiaba su negro y largo cabello de la nieve que se posaba sobre este.

―No debe preocuparse, Príncipe Imrahil ―dijo Faramir, haciendo una reverencia―, después de todo, son estas fortificaciones y las otras que se extienden desde Minas Ithil hasta la barricada de las famnyas, las que nos aseguraran dar una buena batalla al enemigo.

―Por favor, príncipe, refrésquese un poco, y mi esposo y yo luego le daremos un recorrido por la ciudad para que pueda apreciar las defensas que instalamos, no solo en nuestra fortaleza, sino también en las paredes de los riscos que forman el paso hacia Mordor ―dijo Éowyn, brindando una sonrisa a Imrahil, que hizo que todo sentimiento lúgubre abandonara su espíritu.

―Me sentiré muy honrado de tomar un breve descanso en vuestra ciudad, Lady Éowyn, disculpe, pero escuché que Gandalf y Radagast están en este lugar.

―Así es, Imrahil ―corroboró Faramir, con una sonrisa cortando lo serio del protocolo―, Gandalf de alguna manera supo que vendrías a Minas Ithil y decidió dirigirse a este lugar antes que a Edoras o Minas Tirith.

―¿Sabes qué asunto quiere tratar conmigo Gandalf y Radagast?

―Lo desconozco Imrahil ―negó Faramir―, ya sabes cómo es Gandalf, guarda muy bien sus secretos hasta que sea el momento de develarlos, en cuanto al otro mago, bueno, al parecer no le interesa mucho lo de la reunión, en este momento debe estar paseando en los jardines naturales que están cerca de Minas Ithil.

―Sin embargo, pronto Gandalf sabrá que no es el único con secretos que pueden ayudar a la Gran Alianza ―intervino Éowyn con una sonrisa enigmática, haciendo que Imrahil levantase las cejas de manera suspicaz.

―Ya te enterarás, Imrahil. Tú y Gandalf se llevarán una gran sorpresa ―dijo Faramir ampliando su sonrisa―. Pero primero lo primero, vayamos donde Gandalf para que te diga el motivo por el que quería encontrase contigo.

Imrahil siguió a los esposos y señores de Minas Ithil, dentro de la fortaleza, mientras se sorprendía de lo quieto que resultaba todo el lugar sin el incesante rugir del monte del destino.

El azote de Dios (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora