Sombras

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EL AZOTE DE DIOS

Capítulo 30: Sombras


Ya era muy entrada la noche y tanto Gimli como Legolas, estaban hablando en las casi desocupadas cocinas respecto a la reunión que tuvieron con el Príncipe Imrahil, además de sus amigos Aragorn y Gandalf, junto con Éomer, el rey de Rohan.

―¿Qué opinas respecto a lo que nos dijo Imrahil? ―le preguntaba el enano a su amigo, a la vez que hacia una reverencia a la anciana cocinera que le llevaba en ese momento un tarro de cerveza caliente y grumosa.

―Luego de la batalla de los cinco ejércitos, me alejé de mi reino y mi padre... No quería nada que ver con él. No estuve a su lado cuando los nazgul asolaron Thranduil, no pude despedirme de él... Ni siquiera enterrarlo, nunca encontré su cuerpo.

Gimli dio unas palmaditas a su amigo y este asintió agradecido.

―Hubo algunos entre mi gente que me pidieron ocupar el lugar de mi padre, pero preferí abdicar al trono. Solo tuve cargos sencillos, el más importante fue como embajador en el concilio que celebró Elrond en Rivendel ¿te acuerdas?

―¡Cómo olvidarlo! Viendo en perspectiva, quisiera quemarme las barbas por lo rudo que estuve en la reunión, insultándote y retándote en esa ocasión.

Ambos amigos sonrieron de forma cálida mientras asentían y sus miradas se perdían en el infinito al recordar la reunión y la misión que tuvieron después.

―Pasamos por mucho, ¿eh, Legolas? Es un milagro que hayamos sobrevivido, no creí que volveríamos estar en una situación tan peligrosa, pero ahora... Me pregunto cuanto más nos durará la suerte.

―Está casi nos abandona cuando estuvimos luchando en Dol Guldur ―le respondió Legolas con gesto de preocupación―. En esa batalla murió Celeborn. Lord Elrond por poco no la cuenta. Pronto se nos echará encima un ejército implacable y que haría ver el ejército de Sauron como si fuese un simple batallón de orcos lentos y torpes como bueyes... Respecto a lo que nos dijo Imrahil, veo que el tiempo se nos acabará pronto. Si Imrahil tiene razón, Urd está esperando que su ejército que penetró en Eriador regrese para asaltarnos.

―¿Cuánto tiempo crees que tendremos?

―No lo sé, depende si el enemigo decide abrirse paso a sangre y fuego hacia el sur. Pero si las famnyas deciden atravesar por Angmar y luego descender por el Anduin, tendremos problemas.

―Por mi parte no sé si elogiar o maldecir lo mañoso que es Imrahil, él ya mandó de antemano a varios enanos y elfos para que emboscaran al enemigo si es que estos descienden por el Anduin ―decía ceñudo Gimli―. Esos enanos solo fueron allí con la promesa de recuperar después Moria, no para Funbol, sino para mi persona como heredero de Balin. ¡Cuando Funbol se entere!

―Los elfos que emboscarán a las famnyas en todo el margen occidental de Mirkwood también fueron allí por motivos similares. Ellos pelearán y morirán por nosotros Gimli, y nosotros ni siquiera estaremos cerca de ellos para comandarlos o pelear a su lado, ellos pelean debido a las promesas de Imrahil de que nosotros dos asumiremos el señorío de nuestros respectivos reinos.

―Ni siquiera podemos ir al norte para aclarar las cosas, si decidiésemos ir por nuestra cuenta y lo más rápido posible, ya todo habría acabado para bien o para mal ―gruñó Gimli.

―Aunque tengo más de mil años, de nuevo me siento como cuando estaba con mi arrogante padre y el decidía mi vida sin consultarme y sin darme opción a reclamo.

Los dos amigos guardaron silencio, mientras sus pensamientos se dirigían hacia el norte y sus rostros eran surcados por la bamboleante luz que provenía del fuego de las chimeneas de las cocinas, las cuales, de cuando en cuando, interrumpían el profundo silencio cuando uno de los leños se partía debido a las llamas.

El azote de Dios (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora