¡Carga!

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EL AZOTE DE DIOS

Capítulo 35: ¡Carga!


El astro rey aún no salía, cubierto todavía por el horizonte, sin embargo, la claridad del temprano amanecer era aprovechada por el ejército de chicas gato.

Imrahil vio para su desilusión que Urd no había mandado a todas sus fuerzas a atacar de una vez toda la empalizada exterior, en cambio, hileras de jinetes arqueros se dirigían en precavidos números dirigiendo la vanguardia de ataque.

Imrahil elevó su vista al firmamento y observó complacido que las altas águilas y las sombras aladas de Minas Ithil, volaban muy por lo alto de su campamento. Su número era respetable, pero aun así, no eran todas las unidades aéreas con las que contaba puesto que ordenó que la mitad de ellas se quedasen en Minas Ithil ante cualquier eventualidad, no fuere que el vasto ejército Famnya estacionado en Mordor, se decidiese a atacar a Faramir, en lo que sería un ataque coordinado por dos frentes.

―¡Disparen! ―se ordenó a los arqueros de la empalizada y estos dieron cuenta de varios jinetes Famnya, los cuales cayeron al suelo al ser sus armaduras penetradas por la letalidad de los arcos largos.

Los jinetes trataron de retroceder mientras giraban sus torsos y disparaban sus arcos compuestos, haciendo gala de su técnica del disparo parto, sin embargo, sus avanzados arcos tenían la desventaja que no eran muy efectivos al ejecutar disparos elevados.

«Solo en descargas masivas nuestras flechas que perforan armaduras, son letales en disparos altos», pensaban los jinetes arqueros.

Los arcos compuestos tenían mayor alcance que los antiguos arcos que usaban los humanos, sin embargo, los nuevos arcos largos, además, de ser perfora armaduras, si se lanzaban hacia el firmamento describían una parábola que superaba el rango del arco compuesto.

―¿Qué están haciendo? ―decía uno de los arqueros humanos ―. ¿Por qué no atacan en serio?

―Están tanteando nuestras defensas de largo alcance ―le respondió su compañero de al lado―, que enemigo más terrible.

«Los humanos son terribles», pensaba a su vez una chica gato, la cual era una de las pocas guerreras aptas para servir en la infantería pesada en ese momento. «Si nos acercamos en masa, los humanos darán cuenta de nosotros, no podemos avanzar ni retroceder con rapidez, nuestras armaduras no podrán detener las flechas enemigas».

Diversas hileras de jinetes arqueros tantearon la letalidad y el alcance de los nuevos arcos en toda la extensión de la fortaleza. Los más avezados jinetes se acercaban a la empalizada y estos eran ultimados bajo una mortal descarga de las ballestas de fabricación enana.

―¡No hay donde cubrirse! ―exclamaban los jinetes, frustrados ante la empalizada exterior que tenía una disposición no curva, sino más bien recta y con diversos ángulos convexos y cóncavos.

«Ahora entiendo la razón de esa simetría extraña en la empalizada», reflexionaba Urd, luego de ver como se desempeñaron los jinetes que envió. «Bien, ahora sabemos cuál es el máximo alcance de sus arcos, podemos trabajar desde allí».

Urd ordenó que sus tropas atasen diversas ramitas y pajonales que se hallaban al norte del delta del rio Onodló o Entwash como también era llamado. Una vez hecho esto, se ataron todos estos enormes "escudos" a un costado de los caballos y los jinetes emprendieron su "asalto" a la empalizada.

―¡Mirad!, el enemigo se acerca a nosotros ―decía Derufin, mientras preparaba su arco, lo mismo que los demás hombres de los almenares.

―Es extraño, llevan a un costado lo que parece ser un amasijo de heno, ramas y demás que cubre montura y jinetes, no creo que eso pueda detener nuestras flechas, ¿verdad? ―se cuestionaba Duilin, el hermano mayor de Derufin.

El azote de Dios (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora