Los ojos de Urd

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EL AZOTE DE DIOS

Capítulo 31: Los ojos de Urd


Lo calmado del clima en la noche no hacia juego con el caos vivido en la ciudad fortaleza de Minas Tirith. Los gritos de los guardias se escuchaban por todas partes lo mismo que los fuertes murmullos que venían del interior de las casas al ser despertados sus ocupantes por el ruido caótico de todo el lugar.

Aragorn y Arwen intentaron regresar a sus aposentos al oír el sonido de los cuernos de alarma, pero fueron interceptados por Hurin, el capitán mayor de la fortaleza.

―¡Deprisa mí señor, el enemigo está dentro de la ciudad! ―gritaba el capitán mientras que él y sus hombres llevaban a la carrera a sus reyes a un lugar seguro.

―¡¿Qué sucede Hurin, qué está pasando?! ―reclamaba Aragorn quien trataba de mantenerse abrazado a su esposa en la torpe carrera.

―¡El enemigo Famnya, ha enviado a varios asesinos en vuestra búsqueda, les hemos repelido cerca a vuestros aposentos, pero al parecer varios de ellos están en varias secciones de la ciudad!

―¡En nuestros aposentos! ―exclamaba Arwen, quien perdió el color del rostro debido a las palabras del capitán―. ¡¿Qué hay del Príncipe Elphir y la Princesa Lothiriel, ellos estaba allí cuando salí con mi esposo?!

―¡El Rey Éomer rescató a los niños, pero tuvo que huir cuando los guardias cayeron ante el asesino, desconozco su actual paradero, pero ya debe de estar al resguardo de otros guardias de la ciudad!

―¡¿Cómo el enemigo pudo penetrar en la ciudad?! ―quiso saber Aragorn―, ¡¿y cuál es su naturaleza?!

―¡Desconozco cómo los asesinos entraron! ¡Son como sombras, ágiles como los elfos y usan extrañas armas, además de técnicas de lucha que parecen ser cosa de hechicería! ―le informaba con prisas Hurin, cuando un shinobi lanzó lo que parecía ser varias estrellas de metal hacia Aragorn y su esposa.

Gracias a los valar que la mayoría del grupo de Hurin, llevaban escudos largos con lo que bloquearon los shurikens del chico gato. Sin embargo, la descarga fue tan masiva, que los hombres sin protección cayeron muertos ya que sus ojos, rostros y gargantas fueron rasgados con una facilidad pasmosa.

Aragorn no podía creerlo, parecía que fuesen decenas de asesinos y no solo uno el responsable de lo que a él le parecía toda una lluvia de proyectiles mortales.

Una vez acabada la mortal carga, el shinobi atacó con lo que parecía ser una hoz y un enorme peso de hierro, ambos unidos por una larga cadena, la cual la manejaba con soltura.

Los hombres de Hurin parecían llevar la ventaja con sus armaduras y sus largos escudos, sin embargo, el asesino manejaba con tal precisión su arma, que los caballeros tenían que ocultar sus rostros detrás del escudo o corrían el riesgo de ser noqueados por el peso de hierro, o peor aún, ser cegados por la mortal hoz.

Ante el peligro de ser rodeados por un enemigo que no les dejaba avanzar, Hurin ordenó que sus hombres rodearan a los reyes mientras que él tocaba el cuerno de llamada, con la esperanza de que más caballeros fuesen en su auxilio.

La llamada fue respondida por un nutrido grupo de caballeros y el chico gato tuvo que retirarse usando una extraña esfera pequeña la cual cubrió su retirada al desplegar una cortina de humo cuando dicho proyectil se estrelló contra el piso.

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En las cocinas de la capital, Legolas y Gimli fueron encontrados por varios caballeros y les informaron de la situación.

El azote de Dios (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora