Toqué la puerta un par de veces y permanecí a la espera de oír la voz de mi madre, anunciándome que me aventurase a entrar en su laboratorio. Una vez ocurrió, opté por adentrarme en el interior de la estancia de muebles blancos adornados con diversos tipos de material de vidrio. Caminé hacia el frente, abriéndome paso entre los científicos vestidos con batas blancas y mascarillas, quienes analizaban muestras en tubos de ensayo, marcándome como objetivo alcanzar el final de la habitación, donde había una plataforma blanca que conducía hacia una pantalla en la que se estaba reflejando una animación con respecto a la construcción de una torre de gran altitud. Cassandra, mi madre, estaba inmóvil, observando los resultados que se mostraban ante ella.
—Hola, mamá.
Deposité un beso en su mejilla derecha.
—Mason— contestó, alzando una mano y acariciándome el pómulo—. ¿Qué estás haciendo aquí? Creí que habíamos quedado para comer.
—Necesito informarte acerca de un incidente.
—Está bien. Ven conmigo.
Me hizo una seña con la mano con el propósito de que le siguiera hacia su despacho dentro del laboratorio, un poco apartado de las áreas de trabajo de sus empleados. Entró en primer lugar y mantuvo la puerta blanca abierta con el fin de invitarme a seguirle. Di un par de pasos hacia el frente y cerré detrás de mí, con el propósito de obtener un poco de intimidad. Desde que mi madre se convirtió en una reconocida científica, ha sido muy difícil poder pasar tiempo a solas con ella. Así que cuando este suceso se da, se valora mucho.
Cassandra tomó asiento y me indicó que le imite.
—Dime, ¿qué es ese asunto tan importante del que querías hablarme?
—Esta mañana descubrí a una chica en tu despacho, buscando entre tus documentos— al oírme decir eso se mostró nerviosa, lo supe por sus constantes movimientos en la silla—. No tienes de qué preocuparte, la envié a pasar un tiempo entre rejas a modo de escarmiento.
Me dedicó una sonrisa cerrada y a continuación se tomó la libertad de acoger una de mis manos entre las suyas y dotarla de caricias.
—¿Qué crees que buscaba?
—Apuesto a que información acerca del último experimento.
—¿Qué experimento, madre?
—Uno que, si todo sale bien, puede cambiar el curso de las cosas— comienza a decir con ojos iluminados con la sola idea de imaginarlo—. He estado años trabajando en este proyecto, revisando todos los cálculos, procesos, consecuencias, resultados. Y hoy, después de mucho tiempo, puedo admitir que estoy a poco de cosechar los frutos de mi trabajo.
—¿En qué consiste ese proyecto tan importante?— me atreví a preguntar.
Mi progenitora abrió con cuidado el cajón del escritorio grisáceo que tenía ante ella y extrajo una carpeta de un tono albero apagado, la colocó sobre la mesa y la abrió ante mí, dejando a la vista una serie de hojas garatadeadas, con numerosas fórmulas, palabras escritas a la apuradas, bocetos del proyecto. Tomé la hoja impresa en la que se mostraba una torre de gran altitud, formada a base de cristales que la recubren por completo, dejando únicamente al descubierto una plataforma que se abría paso en la cima, cuyo suelo está hecho a base de piedra de un tono oscuro. Asemejaba a un balcón. O esa, al menos, fue mi impresión.
—El experimento consiste en acercar el cometa Halley a la tierra lo máximo posible con el fin de poder obtener una serie de muestras que van a aportarnos información acerca de los orígenes del universo y de nuestro propio planeta. ¿Sabes cuántas incógnitas se revelarían? Probablemente tantas como personas hay en el planeta.
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The Tower
Science FictionDesde el principio de los tiempos el fin de la vida en la Tierra estaba previsto a todo pronóstico, y así fue tras una tercera guerra mundial que arrasó con todo. Siglos más tarde los supervivientes a ese desastre se unieron de todas las naciones d...