Utilicé mi mano a modo de visera para poder contemplar el horizonte del bosque en el que nos encontrábamos, con la esperanza de dar con el camino correcto que nos llevase finalmente a nuestro destino. Will, a mis espaldas, estaba arreglándoselas para apagar la fogata con ayuda de un poco de agua de un rio cercano. Vía intercambió una rápida mirada con el chico y se obligó a sí misma a bajar la cabeza y continuar caminando.
—Deberíamos salir ya— informé a Mason, quien decidió situarse a mi vera—, así conseguiremos llegar antes de que anochezca.
—Sabes que en cuanto lleguemos todo cambiará, ¿verdad?— guardé silencio. Sabía que tenía razón pero no quería admitirlo—. No existen antídotos para todos. El miedo a morir nos llevará a enfrentarnos los unos a los otros.
—En eso consisten las pruebas, por si no te has enterado aún— contesté tajante—. Solo aquellos que se mantengan en pie hasta el final subirán a esa torre.
—La solución es fácil. Sólo tenemos que asegurarnos de que uno de nosotros no llegue a consumir el antídoto. Y voilà, problema resuelto.
Le di un empujón intencionado y le fulminé con la mirada. Mason frunció el ceño, sin comprender a qué venía mi comportamiento.
—Tú te salvas de todos modos— le acusé—. En cuanto tu madre se entere de que estás participando en los juegos, hará todo lo posible por salvarte. No todos tenemos esa suerte. Sólo unos pocos cuentan con una serie de privilegios. Tú nunca vas a saber lo que es tener que robar comida por no tener dinero para comprar alimentos, ni ser encarcelado por manifestar tu descontento con la situación injusta de la sociedad.
Golpeé su hombro al pasar y avancé a buen ritmo hacia el frente. Will no tardó en unirse a mi marcha hacia nuestro próximo destino. Caminó a mi lado por varios minutos, en pleno silencio, luchando por dar con la forma de entablar una conversación para intentar descubrir qué rondaba por mi cabeza. Realmente, ni yo misma lo sabía. Pensaba en las pruebas, en las vidas que se habían perdido, en mi madre y en la pobreza que nos rodeaba, en las personas que me acompañaban en este viaje, dispuestas a salvar su vida, pero sobre todo pensaba en la crueldad con la que Mason había decidido solucionar el problema que se presentaba ante nosotros.
—¿Estás bien?
Le miré y no supe qué responder.
—Aún queda una prueba para el final. No sabemos cómo vamos a superar ésta y ya estamos condenados a enfrentarnos a una muchísimo peor. La última prueba se llevará consigo las vidas necesarias para ajustar la cifra permitida de personas en la torre.
—Esto es una mierda.
—Sí, lo es. Pero no podemos echarnos atrás ahora que hemos llegado tan lejos. Debemos seguir luchando por cambiar el rumbo de las cosas.
—No lo entiendes— suspiré y meneé la cabeza—. Aún consiguiendo subir a la torre, nuestra lucha haría poco ruido. Muchas personas van a estar agradecidas al capitolio por la oportunidad de vivir, no querrán revelarse contra el sistema.
—Tú y yo haremos el ruido que sea necesario para ser escuchados— intercambié una mirada con él y le sonreí—. Estamos luchando por un futuro mejor para todos nosotros. Vale la pena todo esfuerzo.
—¡Mirad!— exclamó Daren, señalando con su dedo índice el horizonte. Un expositor poseía la cura a nuestro mal encerrada en el interior de unos tubos de ensayo—. Son los antídotos. Aún nadie ha conseguido hacerse con ellos— Daren hizo ademán de atravesar el matorral que le distanciaba de la solución a nuestros problemas cuando le detuve, colocando la mano en su pecho—. Es nuestra oportunidad.
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The Tower
Science FictionDesde el principio de los tiempos el fin de la vida en la Tierra estaba previsto a todo pronóstico, y así fue tras una tercera guerra mundial que arrasó con todo. Siglos más tarde los supervivientes a ese desastre se unieron de todas las naciones d...