Capítulo 13

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<<Esto tiene que ser una puta broma>>, fue lo que pensé nada más el rugido estridente de la alarma inundó mis oídos. Apenas habían pasado unas horas desde que me metí en la cama y ya estaban solicitando nuestra participación de nuevo.

—Ey, tío, hay que levantarse— me advirtió un extranjero cuyo camastro estaba situado a mi derecha.

—Que te jodan. Que les jodan a todos. Mancháos vosotros las manos de mierda, yo me quedaré dormido.

Me di media vuelta y me cubrí con las mantas hasta la oreja. Volvía a entrar en el túnel que me conduciría al sueño cuando alguien levantó el colchón por el lado opuesto y me dejó caer al suelo.

Will estaba llorando de la risa junto a su grupo de amigos capullos extranjeros. Todos me observaban a la espera de comprobar cuál sería mi reacción.

—La alarma significa arriba— informó con cierto aire vacilante.

—Esa alarma y tú me podéis lamer el culo— me incorporé bajo la mirada penetrante de todo el mundo—. ¿Qué narices estáis mirando? ¿Queréis una jodida fotografía?

Unos golpes en la puerta fueron el detonante para que sus miradas barrieran el suelo hacia cualquier otra parte. Me vestí con el uniforme de las pruebas y me calcé las botas propiciando un buen pisotón cuando devolví el pie al suelo.

Me uní a la multitud que caminaba en dirección al comedor a tomar el desayuno. Todos lo hacían en compañía de amigos y familiares. Peor para ellos. Así no solo velarían por sí mismos sino por esos capullos que decían ser sus amigos.

Una vez me hice con mi porción de comida me senté en un hueco libre de una de las mesas. Pasaron los segundos y todos huían de mi compañía. Me ensuciaba la mente cada vez que algún jodido extranjero pretendía sentarse a mi lado hasta que me veían, entonces cambiaban de opinión y buscaban cualquier otro sitio.

Todos lo hacían salvo una chica. Caminaba acompañada de una niña pequeña, ambas cargadas con bandejas.

—¿Por qué te detienes, Becca?— oí decir a la niña—. Ese es el chico malo que entró dando voces el otro día.

—Ve junto a Vía, yo iré ahora mismo.

Se sentó a mi lado en el banco y sin más dilación procedió a morder la manzana. Fingía muy bien que no le asqueaba estar compartiendo el aire conmigo. A mí, sin embargo, mentirle me resultaba más cruel que demostrar el desprecio hacia los extranjeros. El desprecio hacia ella.

—¿Es que no vas a salir corriendo como los demás?— tajé, profundamente contrariado.

—Aún no me ha afectado tu radiación tóxica— respondió con indiferencia—. Los demás se protegen de ella.

Desvié los ojos hacia West, quien me escrutaba a la espera de que hiciese algo peligroso para tener un motivo por el que partirme la cara junto al capullo de su amigo Will.

—Ya entiendo. Eres la que va a enseñarme valores moralizantes. Te ahorro el mal rato: no voy a aprender una mierda.

—No he venido para nada de eso. No eres el centro del universo.

—En realidad sí que lo soy. Soy el hijo de la científica que os está jodiendo la vida con este proyecto.

—Más vale que no digas eso en voz alta.

—¿O qué?— espeté, desafiante.

Meneó la cabeza dando a entender que la respuesta era obvia. Me mantuve expectante a que me diera una respuesta.

—Con ese proyecto Cassandra ha jodido la vida de todos los extranjeros, los cuales están entretenidos jugando a alcanzar el primer puesto de la lista. Cuando se den cuenta de que esas pruebas no son más que una matanza se pondrán furiosos y al primero al que apedrearán serás tú.

The TowerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora