Me paseé por el gran salón en busca de algo delicioso para beber. Adultos, ancianos y niños estaban reunidos para contemplar las pruebas a la que se enfrentaban los extranjeros en el exterior. Una gran pantalla mostraba la panorámica de un campamento nocturno donde la única luz la proyectaban unas antorchas con fuego, probablemente fue lo único que habían encontrado en el bunker. Localicé a Becca asistiendo a los enfermos del virus. A unos les inyectaba el suero azul y a otros el amarillo.
Lo realmente malo era que ese virus no lo habían generado por sí solos. Cassandra solicitó la ayuda de Claire para crear un veneno mortal que acabara con las vidas de los extranjeros cuando se acercara la prueba final y que se manifestara como una enfermedad. Por suerte Claire preparó el veneno para que afectara solo a aquellos que no generaban suficiente glóbulos rojos. Es por esto que Becca estaba intacta.
Por fin encontré una copa para llevarme a los labios, su fluido era de color rojo y parecía realmente líquido. El silencio se extendió por la sala. Me hice paso entre el gentío hasta ubicarme en la primera fila. Mason, el hijo de Cassandra, estaba siendo atacado por un extranjero cuando Autumn se entrometió y la daga se hundió en su pecho. La copa resbaló de mis manos y las lágrimas se agolparon en mis ojos.
Fueron mis piernas las que me condujeron de vuelta al pasillo y en dirección a la sala de control. El puesto no estaba ocupado, probablemente el encargado estuviera en el baño. Aproveché para pulsar un botón que enviaba una especie de salvamento médico en paracaídas. Me sentí satisfecha pues por primera vez había ido en contra de la ley y había ayudado a uno de los concursantes de la prueba. Conecté la pantalla suplementaria y contemplé la salida del paracaídas. En el óculo de la cúpula del capitolio se abrió una compuerta por la que ascendió el botiquín en una plataforma. Más tarde el paracaídas se ensanchó hasta que pudo volar por sí solo. Cambié la dirección de mi mirada hacia la segunda pantalla en la que se proyectaba a Autumn sobre los brazos de su hermana, quien lloraba desconsoladamente y le prometía que todo saldría bien. Acerqué mis dedos a la figura de la niña y derramé varias lágrimas.
—Te pondrás bien, pequeña— le dije a la pantalla.
Huí del puesto de control y fui directa a las escaleras que conducían a la prisión. El revuelo se había iniciado en el gran salón, mientras unos lloraban por Autumn otros trataban de convencerse de que la muerte por asesinato era mejor que morir en el fin del mundo.
Hice una parada en la enfermería para asistirme de instrumental médico y la bata blanca, luego emprendí de nuevo el camino hacia la prisión. Una vez allí un guardia me impidió el paso y me enseñó una porra que transmitía descargas eléctricas. Eran con esas armas con las que lograban contener a los extranjeros al otro lado de los muros cada vez que se iniciaba una rebelión en el campo.
—Han pedido mi ayuda— mentí y sacudí el instrumental médico que llevaba en un saco negro delante de sus ojos.
Echó un vistazo al interior y asintió. Estaba muy nerviosa, el miedo me corroía y se manifestaba en forma de sudor y temblor en mis labios. Me indicó con un movimiento de la cabeza que le siguiera.
—Será mejor que te des prisa.
Abrió la puerta con unas llaves y me invitó a pasar. Rápidamente llegué hasta la celda de Claire y le chisté para que se levantara del colchón. Miró por encima del hombro y al verme se incorporó y arrastró hasta los barrotes.
—Lily, ¿qué estás haciendo aquí?— preguntó con ternura pero también con cierto aire desolador—. Comienzan a sospechar que obtuve la ayuda de alguien y si te ven aquí podrían juzgarte.
—Eso no importa ahora— solté a la ligera. Coloqué mis manos sobre las suyas en los barrotes para transmitirle todo mi apoyo con lo que le iba a decir—. Un extranjero ha apuñalado a Autumn.
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The Tower
Science FictionDesde el principio de los tiempos el fin de la vida en la Tierra estaba previsto a todo pronóstico, y así fue tras una tercera guerra mundial que arrasó con todo. Siglos más tarde los supervivientes a ese desastre se unieron de todas las naciones d...