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—Los dormitorios recibirán mantenimiento y mejoramiento a base de seguridad. —Dijo apenas poner el pie dentro del salón. —Por lo tanto, se hospedarán en sus casas hasta nuevo avisó.

De alguna forma u otra sentía alivio ante las muscullaciones del profesor.

Por fin entiría paz en un lugar donde aquellos no me atormentarían con su presencia.

O eso creía.

Mire de reojo a Todoroki, quien tenia una cara sombría.
El hogar donde duerme por las noches su padre, no es de su mutuo agrado.

Pero no me importaba.

Dieron el timbre de salida y me dirigí hacia el edificio con tal de empacar lo suficiente para una semana

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Dieron el timbre de salida y me dirigí hacia el edificio con tal de empacar lo suficiente para una semana.

Agarré una maleta mediana conformante y como si me importara veinte kilos de cacahuete avente toda la ropa hacía ella.

Tras buscar los zapatos adecuados, encontré una pequeña carta sellada. Noté al instante que era una referente a el.

La rompí y posteriormente la eche a la basura.

Me seguía doliendo, pero era mejor sentir esto a seguir soportando algo que obviamente no iba a pasar.

Salí de mi habitación y me dirigí hacia la sala principal.
Todos estaban con sus maletas en la mano.

Todoroki todavía no llegaba.

Y Yahoyarozu tampoco.

—¿No estas nerviosa? —La voz dejó resaltar aquel filtro tan alegre. Voltee y suspiré.

—Bueno, no es como si nos fueramos a un viaje o algo por el estilo.

Midoriya me miro con grandes ojos y posteriormente sonrió.

—Ver a tus padres te liberara de tal estrés.

Si, era cierto.

Tal vez la presencia de tales seres amados harían desaparecer la gran tristeza que sentía.

No era la mejor familia de todas, tampoco personas de gran prestigio.

Pero los amaba tanto.

Tanto...

La gran maleta de la chica de cabellos negros resonó por toda la pieza llamandome la atención. Su cara se notaba muy desagria y triste.

Me acerqué a ella, sonriendo lo mejor que podía y posteriormente la saludé.

—¿Qué pasa Yaomomo? —Agarré su maleta y la hice flotar. —¿No necesitas ayuda?

Ella trato de no mirarme directamente a los ojos, sonrió penosamente y negó.

—No gracias. —Susurró. —¿Podrías darme mi maleta?

Algo andaba mal.

Digo... siempre la veo con una buena actitud, entusiasmada y dispuesta a ayudar a los demás; pero ahora parecía degradamente, pesimista y poco convencional.

Cartas a un Joven Llamado Shouto || Todochako Donde viven las historias. Descúbrelo ahora