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  —¿Entonces lo dejaste así porque si? —Exclamó impresionadamente. —De seguro ha de ser por mi culpa... —Agachó su cabeza y se encogió.

Vencida, suspire y relaje mis hombros.
No iba a admitir que fue su culpa, pero tenia parte de ello. Y si lo fuera, ya lo había prometido, me había lastimado de la peor manera...
Pero, aun así, lo seguía amando.
Esta es la cruel y triste realidad.

—No puedes olvidar a una persona de la noche a la mañana. —Susurré para mi misma.

Era como un vació sin fondo, cayendo lentamente, hundiéndome en el, quedándome sin respiración, asfixiándome.
¿Cuándo ocurrió todo esto?
¿Cuándo empecé a odiarme sin siquiera darme cuenta?
¿Cuándo fue la ultima vez temía quedarme sola a un lado tuyo?
No tuve valor para defenderme, pero si para dejarte; de la peor y cruel forma te deje.
Tu ya lo habías hecho hace mucho tiempo, pero te cegabas ante la culpabilidad.
Ahora no soy la única lastimada, somos dos, o tal vez tres si no mas.

—No queda nada mas que hacer. —Le comente claramente. —No quiero permanecer en una relación que simplemente me va lastimando hasta volverme romper.

Yaoyarozu no comento nada. Se notaba arrepentida ante sus actos, fijándose en la pequeña taza de porcelana que aun seguía caliente.
Quería tratar de fijarme a mi alrededor; yo no era la única chica adolescente que tenia problemas tratando de experimentar los placeres del ser humano, no era la única.
Todos algunas vez hemos fallado y de la pero manera, lo admito.
Pero tan fuerte es el golpe, que desecha, te quedas por un momento varada en el piso, sola, exhaustada, intranquila; queriendo que alguien, cualquiera, venga a ayudarte.
Estar en esta etapa es muy difícil. Cualquier cosa que te convenza te puede hacer daño a un punto de querer morirte.

Me desplome a un lado de ella, recordando lo tonta que fui, dejando que me lastimaran cuando apenas estaba probando lo que era enamorarse.
Ella no dijo nada, no comento nada, simplemente se dispuso a abrazarme lo mas fuerte posible.

El cuarto olía a tristeza,
se tiño color azul.
Las sabanas estaban desordenadas,
dos almas en pena las estaban usando.
Las aves dejaron de cantar,
interrumpidos por mi llanto.

Atrás de la puerta, se encontraba alguien escuchando.  

  

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Cartas a un Joven Llamado Shouto || Todochako Donde viven las historias. Descúbrelo ahora