Era lunes por la tarde. Llegue al edificio donde los residentes de la clase 1 A se hospedaban. Entre ellos, estaba yo. Escuchaba una canción un tanto peculiar. No era buena, pero tampoco era tan mala, aun así, me gustaba escucharla. Entre lentamente al departamento, tire mi mochila como si nada me importara... porque verdad. Después de salir de la enfermería, lo único que quería era despejar mi mente un rato.
—¡Bendita estrés!—. Exclame tras tumbarme sobre el sillón.
Recordé la cara de preocupación de Izuku. La forma en la que me miraba... notaba perfectamente que no estaba bien desde un principio. Desde que agarre la manija para entrar al salón... desde ese momento ya había caído sobre mi locura.
—¿Acaso tienes problemas?—. Mi mejilla había tocado algo completamente helado. Me estremecí y como si fuese un reflejo, volteé hacia el lugar.
Tal vez era un sueño. Tal vez estaba dormida y todavía seguía en la enfermería, esperando a que acabase las clases y Recovery Girl viniera a despertarme.
Tal vez nunca me hubiera enamorado de ti.
Con la respiración entre cortada, sentí como mis estomago estaba siendo comido lentamente por los insectos que tenía dentro. Dolía, dolía mucho, pero aún más que el dolor, me sentía aterrada; aterrada de que tal vez en un momento de desesperación termine llorando frente a ti y tu no sepas que hacer. Respire hondo y profundamente, te mire a los ojos y te sonreí. Tu también lo hiciste, pero por cortesía, porque te enseñaron a sonreír amablemente cuando se te corresponde.
—Tengo muchos problemas—. Dije, sin dejar de sonreír. —Así como tu tienes problemas y como nuestros compañeros tienen problemas, yo también los tengo.
Agarre mi mochila y me fui de la pieza, dejando a Todoroki solo.
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