—¡Uraraka, que bueno que ya estés bien!- Izuku parecía de buen humor; llego hacia mi y agarro mis manos en forma de saludo.
Detrás de el, venia Iida y Todoroki...
—¿Dormiste las horas adecuadas?— Exclamo Iida. —¿Te aseaste debidamente?
Estaba un poco aturdida, parecía como si el único lugar de visión fuera aquel chico serio que trataba de establecer una conversación con uno de sus amigos. Moví de lado a lado mi cabeza y trate de decir algo, pero cuando vi como el se alejaba, preferí guardar silencio.
Iida al terminar de resguardarme una nota larguísima de actividades que podrían beneficiar mi salud, camine hasta mi respectivo lugar y me aventé como si mi vida dependiera de mi asiento. Suspire y reojé el reloj que se encontraba hasta la punta mas alta de la pared blanca frente a nosotros.
Saque mi libro de apuntes e inconscientemente escribí su nombre tal vez dos o tres veces.
Al terminar las clases, espere a que todos salieran del salón y con cuidado y sin que nadie me viera, saque la carta que le había escrito hace cinco días a Todoroki, pero no me animaba a dársela.
Lo descuidado de esta escuela es que no pone seguridad en los casilleros, así que cada alumno debe de comprar su propio candado.
Eso, si tienes cosas que en verdad te cuesten la vida proteger.
—Aunque Todoroki es un caso diferente...— Dije tras abrir su casillero, el que nunca tenia un candado. —Tan ilusionado lo tiene esta escuela para que no le ponga ni siquiera una alarma?
Guarde el sobre debajo de sus libros de ingles y física, limpie un poco su puerta y respectivamente la cerré. Me limpie mis rodillas, los zapatos y puse un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.
—¿Qué haces Aquí?
Probablemente.
Tal vez en ese momento, no quería existir; quería que la tierra me tragara. Gire lentamente hasta encontrarme frente a frente con el.
Todoroki me miro con cierta confusión.
—¿Porqué estabas abriendo mi casillero?
Las palabras no me podían salir de la boca. Estaba tan asustada que simplemente no podía analizar bien la situación.
Al ver que no hubo respuesta, se acerco hacia mi, posteriormente abrió su casillero y empezó a buscar lo que tal vez sospechaba. Al encontrarlo, se pozo frente Mío e hizo relucir la pequeña carta color rosa con encaje.
—¿Tu eres la que pones estas cartas?
Empecé a sentir nauseas; mis mejillas estaban hirviendo y gotas de sudor caían lentamente desde mi cara al cuello.
Temía de una posible negación al leer mi carta, así que corrí. Corrí hasta donde el amanecer de ese agrio día diera a su fin.
O tal vez hasta donde mis piernas se cansaran.
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Cartas a un Joven Llamado Shouto || Todochako
Fiksi Penggemar《Para no deprimirme y saber que tal vez nunca estés conmigo, trate de usar una forma clandestina de llamarte la atención.》