Epílogo.

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—¿Ya estas lista? —Dijo apenas entrando al cuarto y unos cuantos minutos después, entro hacia el lugar donde me estaban dando el ultimo retoque

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—¿Ya estas lista? —Dijo apenas entrando al cuarto y unos cuantos minutos después, entro hacia el lugar donde me estaban dando el ultimo retoque. —Si, esta bien que hoy sea el mejor día de tu vida, pero no es para durar mas de cinco horas encerradas en este lugar tan pequeño.

Era exactamente un miércoles por la tarde; el día estaba resplandeciente, el sol se encontraba confortable, los pájaros cantaban y por supuesto, hoy era el gran día mas esperado por mi y para el.

—No creas que tendrás esperando a todos los invitados fuera mientras tu te das tus aires de pureza. —Me decía mi mas querida amiga, a la que e he confiado cientos de cosas y por nada del mundo me decepcionaría.

—Ya estoy lista. —Le dije tras ponerme un poco de brillo en mi cara.

Ella vio directamente del espejo, me inspecciono de arriba hacia abajo y sin evitar sonreír, aplaudió.

—Te ves hermosa, Uraraka. —Dijo tan orgullosamente. —No hay esposa mas hermosa y magnifica que tu.

—Muchas gracias Yaoyarozu. —Le dije tras darle uno de los cientos de abrazos que le he dado desde que la conocí.

Si.

Hoy era ese gran día que he estado esperando impacientemente desde hace tres años. Ese día al que no podía dejar descansar.

Hoy era el día de mi boda.

—¿Tu crees que deje a todos con la boca abierta? —Dije tras imaginarme una gran expresión de desagrado en la cara de los invitados.

Yaoyarozu se rió ante mi gran desconfianza y nerviosismo, haciendo recordar aquellos viejos tiempos cuando todavía eramos unos adolescentes a punto de enfrentarnos a aquel rival llamado adultez.
Todo paso tan rápido.
En un momento nos estábamos graduando de la escuela Yuuei y en otro momento estaba celebrando mi boda.

—Uraraka... —Dijo Yaoyarozu, aun sin apartar la mirada del camino que teníamos que seguir hasta llegar al punto indicado. —Discúlpame por todo lo que llego a pasar en el pasado. —Confesó. —Sabes... he pesando todo este tiempo y siento que debí de haber hecho mucho mas para remediar lo sucedido.

—No necesitas disculparte. —Le dije. —Si no fuese por ti, el y yo no nos hubiéramos encontrado en aquel restaurante y posteriormente no nos hubiéramos reconciliado. ¿Acaso no recuerdas que tu le diste las indicaciones de a donde ir?

Las dos reímos tras recordad viejos y gratos momentos; aquellos donde todavía eramos ingenuos y nos dejábamos llevar completamente por nuestras emociones.
Días tristes, pero también melancólicos que de vez en cuando quisiera que pasasen de nuevo y volver a sentir aquella adrenalina sobre mis venas.

Ella me agarro de la cintura y posteriormente me abrazo, a lo que yo hice lo mismo.

Tras llegar al altar, me encontré con mi padre y mi madre, quienes estaban mas que contentos. No podía quitarles en mente que ver a su hermosa niña convertida e toda una señorita hecha y derecha los hiciera querer llorar. Los abrace y posteriormente agarre del brazo a mi padre, para que, con la tradición, me llevase hasta el lugar.
La melodía comenzó a sonar, y yo con mis nervios al mil pase junto con mi padre. Podía observar como todos nos observaba (en especial a mi) Varias caras conocidas veía por todo el lugar; eso me llenaba de alegría y quitaba por completo las emociones trascendentales.

Cartas a un Joven Llamado Shouto || Todochako Donde viven las historias. Descúbrelo ahora