Prólogo

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Bradford, Yorkshire del Oeste, Inglaterra.

20 de diciembre, 2005.

     La noche se apoderó de la hermosa ciudad de Bradford, muy bien conocida por sus alegres y surtidos festivales. La luna se encontraba en su punto más alto, iluminando junto con los faros las vías de la ciudad para Edward y Anne McFly, quienes acompañados de su pequeña hija de siete años, se dirigían en el Mini Cooper de color negro hacia la ceremonia de celebración por la boda de Thomas Brown, el mejor amigo de Edward.

     A decir verdad, tanto a Edward como Anne les llenaba de satisfacción ver como su amigo de años por fin había contraído matrimonio, sobre todo con una mujer tan respetuosa y adorable como Darcy Hamill, a quien había conocido por casualidad. Thomas a sus treinta y cinco años decidió mudarse de Londres a Bradford. Al estar completamente perdido en una plaza, una castaña de ojos verdes se acercó a él para ayudarle; siguieron en contacto y semana tras semana se reunían en algún café para charlar y conocerse. Algo que a Thomas le tomó por sorpresa fue cuando Darcy le confesó una tarde mientras tomaban el sol que ésta tenía un hijo de quince años, cuando ella apenas tenía treinta y dos. Sin duda había sido una confesión inesperada, pero aquello a Thomas no le importó en absoluto, es por eso que dos años después decidieron contraer matrimonio. Ambos se amaban.

     Transcurridos al menos diez minutos, Edward aparcó el auto en el estacionamiento de aquel hermoso centro de reuniones llamado Eaves Halls. Contaba con un amplio jardín de un césped verde, muy bien cuidado y numerosas flores, por otro lado se ubicaba la arquitectura que era un tanto colonial, dándole aires de un castillo de la Edad Media, mientras que luces de neón de diferentes colores como azules y moradas ambientaban el lugar.

     Al bajarse del auto, Anne pasó a los asientos traseros del Mini Cooper, en donde la pequeña a Elena McFly dormía. Dejó un beso en la frente de su hija y posteriormente la sacudió con suavidad.

     —Amor, despierta. Hemos llegado a la fiesta del tío Thomas —susurró Anne.

     Elena poco a poco abrió sus hermosos ojos grises, mientras fruncía levemente el entre cejo, adaptándose a las luces del lugar. Aún se encontraba bajo los efectos del sueño, aunque un par de segundos después estiró sus brazos y piernas para bajar del auto de sus padres.

     —¿Al fin llegamos? —preguntó la pequeña, con un deje de alegría en su voz.

     —Así es, princesa —respondió Edward mientras se acercaba a ella para tomarla en brazos. La pequeña, ahora sonriendo, besó la mejilla de su padre.

     Elena era la adoración de la pareja, su pequeña princesa.

     Elena Sophie McFly era la copia exacta de su padre: cabello castaño, ojos grises, piel blanca y algunas pecas en las mejillas y parte de su nariz. Todas las personas que le conocían le tomaban cariño rápidamente por ser una niña muy dulce. Nadie podía resistirse a su carisma.

     Esa noche Anne había decidido colocarle un vestido de bombache color verde oscuro, fabricado con una tela aterciopelada, unas pantimedias blancas y un par de zapatillas negras de patente, ideales para la ocasión, y las cuales estaban muy bien pulidas, por cierto.

     Edward dejó a su hija en el suelo, posteriormente los tres caminaron hacia el salón. La decoración era magnífica, había más de cincuenta mesas en el sitio, con centros cubiertos por velas fragantes de vainilla y flores blancas. Las luces led eran de distintos tonos de morado y una gran tela blanca pendía desde el techo, dándole una vibra a carpa circense. La música de fondo era lenta y agradable.

DEREK © #1 [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora