23. Carrera a través del bosque de los muertos

3.6K 258 38
                                    

Las últimas dos semanas habían sido las más miserables para Elena McFly en sus diecisiete años de vida.

La pobre muchacha jamás se había sentido tan asqueada de sí misma. Mucho antes de que Derek interviniese en su vida como un dictador, ella había estado muy satisfecha con lo que era: una simple señorita en busca de un sueño. Que amaba reír, amaba jugar, amaba absolutamente todo lo que tuviese que ver con ella. Pero luego de que el castaño llegase, lo único que ahora podía sentir era la cólera recorrer su sangre, tal como si insertase cientos de inyecciones llenas de eroina dentro de su piel.

Él había estado vigilándola durante diez años. Sus padres lo sabían, Darcy lo sabía y ninguno había hecho algo al respecto, nadie había tomado las riendas del asunto con anterioridad como debía haber sido, y por sus culpas ahora ella se encontraba nada más y nada menos que a su merced.

La obsesión de Derek había despertado justo la noche de bodas de Darcy y Thomas, cuando él había intentado abusar de ella cuando tan solo tenía siete años de edad... Joder, cada vez que recordaba aquello su piel se estremecía a raíz de la indignación. ¿Cómo alguien podía ser tan maligno y no sentirse culpable al respecto?

Durante todas las noches en las que no había podido descansar intentaba cerrar los ojos, pero recordaba a Anne, y el modo en que ella le había jurado en la cara el nunca antes haber visto a Phelps en su vida. ¿Por qué había tenido la necesidad de mentirle? ¿Por qué simplemente no actuó desde el principio del problema?

Muchas noches lloraba de impotencia, otras por la tristeza que la albergaba. La melancolía se había adueñado de su corazón, justo como Derek se había adueñado de su cuerpo y su alma.

No comía, estaba segura que había bajado al menos dos tallas por sobre su peso adecuado. Tenía la piel más pálida de lo normal, su hermosa cabellera chocolate ahora no era más que una melena opaca y sin brillo, y sus mejillas y labios habían perdido ese carismático color rosa que la hacían destacar del resto.

Elena era una persona demacrada.

Generalmente, desde que Derek la había raptado, él solía abusar de ella cada noche antes de dormir. Las primeras noches habían sido un infierno, y de hecho, aún no se acostumbraba, pero estaba tan entumecida por todo lo que le había sucedido que ya ni siquiera podía sentir nada. Simplemente se quedaba postrada allí, como un cadaver, y cerraba los ojos para no verle el rostro y esperar a que él finalizara con su asqueroso acto.

Muchas veces solía contarle de su pasado o tocarle el piano en la sala, pero Elena nunca decía nada más que pequeñas palabras como: «está bien» o «seguro». Cinco días atrás Derek le había traído un ramillete de rosas rojas, posiblemente de algún pueblo lejano al bosque, pero ella ni siquiera había tenido la intención de agradecerle... Esa misma tarde él le había propinado una fuerte golpiza a causa de su ingratitud, dejándole un moretón en el ojo izquierdo. Las rosas permanecían sobre la mesa del comedor, tan marchitas como la joven.

Había intentado huir en innumerables cantidades de veces, pero cada vez que conseguía una ventana u otra puerta a diferencia de la principal siempre las encontraba bloqueadas con tubos, el único lugar por el cual podía salir y entrar era la gran puerta del recibidor, pero siempre que Derek salía por las mañanas en su auto y la dejaba completamente sola, le pasaba al menos cuatro juegos de llaves y dos seguros para que Elena no pudiese escapar.

Cuando permanecía sola no hacía más que mirar el bosque desde la pequeña ventanilla baño, la única que verdaderamente le brindaba un poco de luz y aire natural, también solía pensar mucho en sus padres y en cómo se sentían o si se habían dado cuenta de su abrupta desaparición. «Por favor, que me estén buscando» murmuró un día por lo bajo al borde de las lágrimas.

DEREK © #1 [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora