La mañana siguiente había sido algo turbia para Edward y Anne.
Ambos habían charlado acerca de la orden de alejamiento que la rubia había aceptado colocar hacia Derek Phelps, esa misma noche le comentó a su marido sobre el desafortunado encuentro que había tenido con el castaño la noche anterior, y que fue aquello la guinda del pastel para terminar de incentivarla a acudir con las autoridades competentes.
Habían charlado también efusivamente del viaje previsto a Bradford para las últimas dos semanas del año, ya que Thomas Brown les había estado insistiendo con vehemencia desde unos cuantos meses atrás, pero debido a lo acontecido, Stanlee Wadlow le sugirió a Anne adelantarlo para así persuadir a Derek de Elena. Con suerte él estaría encerrado durante al menos diez o veinte días en la comisaría... Pero por ahora él aún seguía por ahí, tal vez en alguna calle de Londres, vigilándolos a ambos, quienes se encontraban junto a Elena en la búsqueda de un departamento para ella cerca de la universidad.
La drástica decisión había sido idea de Edward. Sabía que el continuar teniendo a Elena en casa seguiría siendo un imán para que Derek hiciese lo que se le diera la gana, sabía que siempre se mantendría oculto tal vez en un extremo de la plaza Grosnover observando, o en un coche o parado en la acera. Si Elena se mudaba y eran cautelosos posiblemente él perdería el rastro de ella. Debían protegerla a como diese lugar. Por suerte para ambos ese día habían salido en la mañana de sus trabajos gracias a las vacaciones de invierno, solo restaba Andrew por terminar la temporada en el instituto, pero esperaban que el día siguiente quedase libre, lo que significaba que podrían darle luz verde al viaje a Bradford sin ningún inconveniente. Solo que debían encargarse de uno muy grande antes de irse.
—Este luce acogedor, ¿no lo crees así, cariño? —cuestionó Edward paseando sus grises ojos por cada esquina del pequeño departamento tipo estudio.
Ese le había agradado. Se situaba a una cuadra de la universidad, era un edificio muy seguro y restringido, no dejaban entrar a quienes no hubiesen identificado con anterioridad los propietarios. El departamento ofrecido para Elena se situaba en el piso número ocho de doce, en donde habían tres departamentos más. Edward se había cerciorado que Derek no tuviese nada que ver con ese lugar.
Miró a Elena, quien se le veía algo opaca, justo como las numerosas nubes que ocultaban el azulado cielo británico. La tristeza se había comido su alegre corazón.
—Sí, es lindo —pronunció la joven con suavidad, aunque no sonaba muy convencida.
—Mira el lado bueno —dijo Anne con una media sonrisa—. Podrás despertar un poco más tarde para asistir a clases.
Elena se silenció. Sintió en su interior que un pesado yunque le comprimía el pecho provocando un pequeño ardor dentro de este, y bajó la cabeza para que sus padres apartasen la mirada y no notasen como se quebraba en lágrimas.
Edward y Anne en simultáneo chocaron sus miradas ante la preocupación que les carcomía el alma, producto de ver a Elena en ese estado de indefensión. Sin compartir palabra alguna se acercaron hacia su hija para reconfortarla en un cálido abrazo.
—¿Qué sucede, princesa? —preguntó Edward preocupado. Jamás había visto a su hija en un estado tan débil y vulnerable como ahora.
—No quiero hacer esto. Sé que en parte el mudarme me ayudará a independizarme, pero no quiero hacerlo solo porque un loco me acosa. No quiero que él tenga el control de mi vida. Solo... Solo tengo mucho miedo.
—Corazón, mientras tu padre y yo estemos aquí nada te sucederá. Él no se acercará.
—¿Cómo estás tan segura de eso? ¿Quién lo detiene hacer lo que quiera? —el rostro de Elena empezó a tornarse de un color rojizo. Eran muy contadas las veces en las que Edward o Anne la habían visto tomar ese color en la piel a causa de la impotencia ya que Elena siempre se había distinguido por ser una persona que prefería afrontar con rapidez el problema a darle largas, pero ahora las cartas estaban puestas de otro modo.
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DEREK © #1 [✓]
Mystery / ThrillerEsa sensación que hacía estremecer a Elena McFly no era para nada un juego de su imaginación. Cuando el joven y apuesto Derek Phelps conoce a la pequeña Elena en la boda de su madre, sabe de inmediato que esa inocente niña vulnerable debe ser suya c...