El sol iluminaba con rigor el pequeño pueblo de Burslem, ubicado en la ciudad de Stoke-on-Trent, pero aquello no disminuía la fría atmósfera invernal que azotaba a Inglaterra.
Stanlee había decidido viajar esa mañana al pequeño lugar en donde Derek Phelps había nacido.
Desde que había visitado la Universidad de Artes, hace dos días atrás, se había mantenido en planificación para poder viajar a dicho lugar. No había querido ir en auto para no desperdiciar tiempo, es por ello que había pedido ir en uno de los tantos helicópteros de la policía. Al llegar a la ciudad, uno de los altos mandos policiales le había prestado un auto de la estación para que de ese modo pudiese movilizarse mejor e ir a Burslem.
Eran aproximadamente las nueve de la mañana, había pasado dos horas recorriendo el lugar. Era un pequeño pueblo detenido en el tiempo, con pequeños edificios de ladrillos al estilo de la arquitectura georgiana de 1830 y un par de plazas a sus alrededores. Las personas se dirigían de un lado a otro para llegar a sus trabajos, un grupo de niños esperaban el bus escolar a unas tantas cuadras de donde estaba, y Stanlee miraba con firmeza el descuidado edificio de cinco plantas frente a él. Justamente allí era la dirección que se plasmaba en el archivo de Phelps.
Se mentiría a sí mismo si dijera que no había pasado las últimas cuarenta y ocho horas intentando contactar con él. Varias veces hizo un esfuerzo por imaginarlo con el cabello largo y con un rostro más maduro, con rasgos marcados como los de un hombre, siempre que lo hacía llegaba a su mente el rostro del hombre que, según los alumnos de la universidad, se había hecho pasar por Oliver Taylor, y posiblemente el mismo que lo había mandado al otro mundo.
Entró con paso firme, el lugar era un tanto oscuro al parecer le faltaban un par de bombillos nuevos, subió por las escaleras de cemento hasta el cuarto piso. No era un lugar muy grande, en el pasillo solo habían cuatro puertas que daban con los departamentos. La de Phelps era la 13D. Las paredes eran de un color verde menta mientras que el piso era cubierto por una alfombra azul marino. Se acercó a la gastada puerta de madera del fondo, tocó un par de veces, pero sabía que nadie se encontraba al otro lado, suspiró con frustración, esperanzado volvió a tocar, pero se resignó cuando nadie abrió. Lo único que realmente quería hacer era derribarla con una patada, pero no podía hacer eso o se colocaría la soga en el cuello él mismo irrumpiendo a la propiedad privada. No era necesario en ese momento. Giró sobre sus talones observando las tres puertas restantes, todas se mostraban desgastadas, como si no las hubiesen pulido o pintado desde hace años atrás. Observó la puerta del 14D, podía escuchar con suavidad los ligeros ruidos de unas ollas siendo colocadas sobre algún lugar sólido. ¡Allí había alguien! Con un par de pasos se ubicó frente a la puerta, y con puño firme golpeó tres veces sobre esta.
—¡Un momento! —escuchó la profunda pero frágil voz de una mujer desde adentro a la vez que el molesto ladrido de un perro se hacía presente—. Un momento, por favor.
Una señora regordeta, de al menos sesenta o setenta años de edad apareció del otro lado de la puerta. Era morena y tenía el cabello rojo, Stanlee supo que era a raíz de los tintes fantasía. Utilizaba una larga batola de colores estrambóticos y los gruesos labios estaban pintados de color rojo. Las facciones de su rostro eran gruesas también, y tenía una que otra arruga en este. Pudo sentir la mirada recelosa de la mujer sobre él mientras lo examinaba.
—¿Sí? ¿Quién es usted? ¿Qué se le ofrece? —cuestionó mientras se pasaba las largas uñas doradas sobre el cabello para aplacarlo un poco. Los insistentes ladridos el perro seguían atormentándole la cabeza a Stanlee.
—Stanlee Wadlow, policía y detective. ¿Me permitirá pasar?
Wadlow le mostró la placa de identificación policiaca que se había sacado del bolsillo de la chaqueta de aviador. La mujer ahora se mostraba sorprendida, y para sorpresa de él algo animada.
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DEREK © #1 [✓]
Mystery / ThrillerEsa sensación que hacía estremecer a Elena McFly no era para nada un juego de su imaginación. Cuando el joven y apuesto Derek Phelps conoce a la pequeña Elena en la boda de su madre, sabe de inmediato que esa inocente niña vulnerable debe ser suya c...