Analizo de nuevo los gráficos que tengo abiertos en la pantalla del ordenador. Pellizco mi labio y escribo en la libreta las conclusiones del estudio de mercado que realicé el mes pasado. Busco sin apartar la mirada de la pantalla el vaso de té. Doy un sorbo y sigo escribiendo las conclusiones.
Esta semana no ha sido para nada fácil. Samuel sigue sin aparecer. Se ha ido sin dejar rastro y eso me preocupa.
Cuando Hugo me contó que no había aparecido, una sensación extraña se apoderó de mi cuerpo. El miedo ha vuelto a recorrer mi cuerpo sin pudor. Anoche volví a sentir como mi estómago se contraía, las lágrimas volvieron a aparecer en mis ojos. Pero ante la atenta mirada de los presentes en la sala, no lloré. Ni siquiera articulé palabra. Me levanté del sofá y me encerré en la habitación que Hugo había preparado para mí. Refugiándome en la soledad de esta.
La noche me dio mucho para que pensar y si algo tengo claro es que no volveré a llorar por él. Nuestra relación fue tóxica tanto que me marchitó poco a poco sin darme cuenta.
Hugo me propuso dejar el trabajo y la rutina durante un tiempo. Hasta que Samuel aparezca, pero si algo tengo claro es que no voy a dejar mi vida. No voy a volver a doblegarme por nadie. El trabajo es lo único que me mantiene ocupada y con los pies en la tierra.
Cuando termina mi jornada laboral salgo con el coche camino a casa. Llego agotada al apartamento y nada más abrir la puerta el dulce olor a comida llega a mi nariz.
-¿Hugo?-Pregunto dejando el bolso en la mesa del salón.
-En la cocina.-Responde.
Camino hacia allí decidida. La estampa que me encuentro es mucho más distinta de la que me encontraba diariamente en lo que llamaba hogar.
-¿Estás haciendo la cena?-Y no puedo evitar no sonreír.
-Claro.-Me sonríe.
-Podría haberla hecho yo.-Propongo. Me encuentro extraña estando al otro lado de la situación.
-¿Por qué? Yo también se cocinar y no me importa.
-Porque estarás cansado del trabajo. Tendrías que estar descansando.
-Tú también viene de trabajar Lía.-Me responde. Camina ágil y seguro por la cocina y se mueve con mucha gracia.
-Ya, pero...-Me corta.
-No hay peros Lía, tú también vienes de trabajar y puedo hacer la cena perfectamente.
Me sorprende mucho la actitud tan pacífica que tiene. Samuel odiaba hacer las tareas del hogar y siempre terminaba por hacerlo todo yo.
-Sí, pero yo podría...-De nuevo me cota.
-Lía, no pasa nada.-Me sonríe.-No voy a morirme por cocinar.
Apoyada en el marco de la puerta le observo cocinar sin ningún tipo de problema. Siempre me encargada de cocinar por las noches, además de que le dejaba preparada la comida para que no tuviese que hacerlo él.
-No estoy acostumbrada a esto.-Confieso.
-¿A qué?-Pregunta confuso.
-A que alguien cocine para mí. Siempre cocinaba en casa, Samuel no era de hacer este tipo de cosas...-Bajo la voz cuando menciono a Samuel, sigue siendo un tema delicado para mí.
-Pues tendrás que acostumbrarte, nadie me saca de la cocina.-Habla con gracia y ese gesto insignificante me hace sonreír.
-Podemos cocinar una semana cada uno.-Me acerco un poco hacia él.
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El silencio de Lía (CORRIGIENDO)
RomancePodía calificar mi vida como perfecta. Un buen trabajo, amigos y el mejor novio del mundo. Samuel era cariñoso, atento y detallista. Pero todo cambió. Llegaron los golpes, los gritos y los abusos. Las cadenas que me ataban a él cada día apretaban má...