Aprieto con fuerza el vaso entre mis manos. Kaos descansa a mi lado, nervioso, atento, leal.
Después del incendio todo ha pasado demasiado rápido. Intento asimilar lo que ha pasado y como intentaron atentar contra mi vida. La rabia sigue subiendo por mi cuerpo con fuerza. Con los dientes, muerdo el interior de mi mejilla con fuerza. Mi respiración aún es costosa a pesar de haber recibido oxígeno.
Los bomberos consiguieron apagar el fuego. Retiraron el coche del garaje para evitar posibles incidentes. Tuvimos suerte de que el coche de mi vecino no estuviese en su plaza en ese momento. Tuvimos suerte de que el motor no explotara. Tuve suerte de salir con vida de esa caja en llamas a tiempo para no morir asfixiada.
El portero fue el primero en darse cuenta. Por las cámaras de seguridad pudo ver como el coche ardía y junto a otros vecinos bajaron rápidamente a apaciguar el fuego. Lo que ellos no esperaban era encontrarme dentro del vehículo. Ni siquiera ahora, analizando fríamente la situación puedo entender que pasó.
Los bomberos, tras unas largas horas nos permitieron volver a nuestros apartamentos. Hugo hará la primera guardia esta noche. El riesgo sobre mi caso ha aumentado. Voy a tener vigilancia las veinticuatro horas del día por mi seguridad. Y aunque me sienta reacia a ello, sé que es lo mejor. Aunque no quiera admitirlo, siento miedo. Miedo por mí y por todos los que están a mí alrededor.
Necesito salir de este calvario. Me siento impotente por no poder pararlo por mis propios medios, por no haberme dado cuenta antes pero sobre todo por no haber cortado todo contacto con él tras el primer golpe.
Sus ojos han conseguido inquietarme. Algo me perturba y no consigo descubrir el que.
A lo lejos escucho las voces de Hugo, Silvia y Cristian. Aunque más bien son susurros. La puerta está entreabierta y desde aquí puedo escucharlos. Minutos después la puerta se cierra. Hugo entra despacio y se sienta a mi lado. No aparto la mirada de la pared porque no me atrevo a encararlo, no quiero escuchar lo que ya sé.
Su tacto cálido descansa sobre mi rodilla. Bajo los ojos unos segundos para ver su mano y ahí me atrevo a mirarle.
Sus ojos me analizan con miedo.
-¿Cómo estás?-Su voz sale aterciopelada.
-Viva.
-Lía...-Aparto mis ojos de los suyos y doy un sorbo del té.
-En una hora van a enviarme las grabaciones de las cámaras de seguridad. Si reconoces a Samuel además de violencia de género se le añadirá a la condena el intento de asesinato.
-No ha sido Samuel.-Confieso.
-¿Cómo?-Pregunta extrañado.
-Que no ha sido Samuel.
-¿Cómo estás tan segura de eso Lía?
-Le miré a los ojos y no era él.
-¿Estás completamente segura?-Vuelve a insistir.
-Sí, además, Samuel no es tan alto.
-¿Estás diciendo lo que creo que estás diciendo?
-Supongo.
-¿Quién crees que puede haberlo ayudado?
-No lo sé. Pero lo que si te puedo asegurar es que ese no era Samuel.
Nos quedamos en silencio. Un silencio que me acoge y me tranquiliza. Acaricio con mi mano libre a Kaos. Este acoge mi tacto de inmediato y se acerca aún más a mí. Cuando me termino el té dejo el vaso en la cocina y vuelvo al salón. Hugo está en el sillón de enfrente inmerso en el ordenador. Su ceño está fruncido levemente. Su mano izquierda descansa en su barbilla. Sé que está completamente concentrado porque ni siquiera ha notado mi presencia así que me acerco despacio hasta el sillón, en el momento en el que estoy delante del ordenador levanta la cabeza.
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El silencio de Lía (CORRIGIENDO)
RomancePodía calificar mi vida como perfecta. Un buen trabajo, amigos y el mejor novio del mundo. Samuel era cariñoso, atento y detallista. Pero todo cambió. Llegaron los golpes, los gritos y los abusos. Las cadenas que me ataban a él cada día apretaban má...