La noche ha sido una completa tortura. Sus ojos me han atormentado en cada sueño. Sentada al lado de la bañera miraba el reloj. Las horas pasaban lentamente.
El sol entra por la pequeña ventana. Me levanto despacio e intento no hacer ruido. Pego la oreja a la puerta del baño e intento escuchar cualquier sonido que me indique que Samuel está en casa. Pasan unos segundos y la casa sigue en silencio.
Con sumo cuidado quito el pestillo. Asomo mi cabeza por el pequeño hueco que dejo abierto de la puerta y me quedo en silencio. No escucho absolutamente nada así que abro la puerta en su totalidad y salgo a la habitación. De nuevo, me asomo por la puerta de nuestra habitación y tras unos segundos de completo silencio corroboro que Samuel no está en casa.
Es mi oportunidad.
Salgo corriendo hacia la habitación. Del armario saco dos maletas y rápidamente meto toda la ropa que puedo en esas dos maletas. Del baño me llevo lo imprescindible. Una vez tengo todo guardado dentro de las maletas, las cierro. Voy todo lo deprisa que mis piernas me lo permiten, en estos momentos no me gustaría encontrármelo.
Una vez en el salón, cojo las llaves del coche. Anoche dejé colgada en el perchero la chaqueta de cuero, me la pongo y salgo de ahí. Con el corazón a mil pulsaciones subo al coche. Sentada en el asiento intento tranquilizarme, siento todo mi cuerpo arder y mi boca secarse por momentos. Tengo miedo del paso que voy a dar. Aunque lo que más miedo me da es la reacción de Samuel al enterarse de que no estoy.
Por una parte, me siento muy culpable. Pero por la otra, tengo miedo de la brutalidad de sus agresiones. La paliza que me dio ayer consiguió abrirme los ojos.
Ya en las calles de Madrid el alivio me invade. Pongo la radio para evitar pensar mucho y conduzco hacia casa Silvia.
La música se corta y una melodía inunda el coche. Mis manos empiezan a temblar. Mis ojos se apartan una milésima de segundo de la carreta y miro la pantalla para ver quien llama. Cuando veo que no se trata de Samuel, descuelgo.
-¿Lía?-Su voz enronquecida suena a través del altavoz de mi coche.
-Hola Hugo.-Sonrío.
-¿Ya has salido de ahí?
-Sí.-Mi voz suena algo cortada, los nervios se están apoderando de mí.
-Muy bien, ve a casa Silvia te estoy esperando allí.
-Está bien.
Cuelgo la llamada y conduzco hasta la casa de mi amiga. Aparco donde puedo y subo por el ascensor hasta su piso. Llamo a la puerta y de inmediato me abre.
Unos brazos me estrujan en un gran abrazo. Silvia besa mi mejilla y me sonríe. Cuando entro, Hugo se levanta del sofá. Sonriente asiente con su cabeza. Va vestido de paisano, anoche cuando hablé con él llevaba el uniforme y aunque me cueste admitirlo, le queda muy bien.
-¿Has podido salir sin ningún problema?-Aunque sé que estoy segura, esa pregunta consigue ponerme la carne de gallina.
-Samuel no estaba en casa.
-Menos mal, ese idiota.-Lo insulta mi amiga.
-Será mejor de que vayamos a comisaría.
-Sí.-Susurro.
-¿Por qué no subes tus maletas?-Pregunta Silvia.
-Será mejor que no se quede aquí Silvia.-Dice Hugo.
-¿Por qué?
-Cuando Samuel empiece a buscarla lo primero que hará será ir a todos sus amigos. Así que es mejor que Cristian se quede contigo unos días.
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El silencio de Lía (CORRIGIENDO)
RomancePodía calificar mi vida como perfecta. Un buen trabajo, amigos y el mejor novio del mundo. Samuel era cariñoso, atento y detallista. Pero todo cambió. Llegaron los golpes, los gritos y los abusos. Las cadenas que me ataban a él cada día apretaban má...