Las siguientes horas pasaron despacio. No podía ver la luz del día por ningún rincón. Aquí abajo en el zulo todo era oscuridad, a excepción de la pequeña bombilla amarillenta y algo sucia que colgaba del techo.
Después de la conversación que tuve con David estuve alrededor de unos quince minutos tratando de calmarme y ser más inteligente que ellos. Escuché algún grito, pero nada que pudiera entender desde aquí abajo.
El cuerpo me dolía. Al levantar el vestido vi que tenía ya alguna marca amarillenta adornar mi cuerpo. Me maldije a mí misma porque me juré que jamás volvería a tocarme. Y ahora me encuentro aquí, bajo su merced y sin ninguna pizca de humanidad.
Ni siquiera tengo agua. Tengo la garganta demasiado seca, mis labios empiezan a acompañarla. Al tragar noto como la saliva se queda atascada a mitad de mi garganta.
Un pequeño sonido se escucha en la parte superior. Sé que es el mueble que hay encima de la trampilla en el techo. Busco rápidamente el trozo de tacón roto que tengo a mi derecha. Trago con dificultad y mi corazón empieza a palpitar desenfrenadamente.
Tengo miedo, pero no puedo mostrarlo. Me siento débil, pero voy a ser fuerte.
Cuando bajan la escalera mi corazón golpea mi pecho. Noto como una pequeña presión en mi garganta y rezo a cualquier dios que me ayude a salir de aquí. En el momento en el que veo las zapatillas de David, mi corazón vuelve a palpitar más despacio.
Sus ojos me miran con lástima. Pero en estos momentos no puedo sentir nada más que terror. Rápidamente mira hacia la trampilla y se acerca hacia mí con una botella de agua en la mano.
-Toma.-Me la entrega y vuelve a mirar hacia la trampilla.
Dudo unos segundos entre beber o no, pero la sequedad en mi garganta me grita que lo haga. Abro la botella y cuando noto que estaba completamente cerrada la acerco hacia mis labios y bebo. Me la termino casi de un trago y David coge la botella vacía.
-¿Dónde estoy?-Me atrevo a preguntar.
-No te lo puedo decir Lía.
-¿Crees que algún día saldré de aquí?
-No lo sé...-Su voz se apaga por segundos.
Un suspiro se escapa de mis labios. La poca esperanza que tenía porque me ayudara se resbala de mis dedos poco a poco.
-¿Qué hora es?-Me atrevo a preguntar después de un par de segundos.
-Las doce y media.
-¿Cuánto llevo aquí?
-Tres días.
-¿Qué...?
Otro sonido se escucha desde arriba. David maldice y corre hacia arriba. No me esfuerzo en seguirle porque sé que no me dejará salir, así que me quedo sentada esperando un milagro.
Poco después el sueño me vence. Estar aquí encerrada sin noción del tiempo hace que todo sea más pesado.
Cuando abro los ojos le veo sentado en una silla que antes no estaba ahí. Mi corazón da un respingo y me incorporo de inmediato.
-¿Cómo diablos te voy a hacer entender que estoy enamorado de ti?-Susurra mirándome.
Su mirada es intensa, tanto que creo sentir que quema sobre mi piel. Lo miro en silencio, asustada y en estos momentos necesito salir de aquí.
-¡Respóndeme!-Su grito hace que me sobresalte.
Se levanta de la silla y camina con los ojos rojos hacia mí. Observo sus movimientos detenidamente. Una de sus manos viaja a la cinturilla de su pantalón y suelto un jadeo cuando veo que lleva en la mano.
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El silencio de Lía (CORRIGIENDO)
RomancePodía calificar mi vida como perfecta. Un buen trabajo, amigos y el mejor novio del mundo. Samuel era cariñoso, atento y detallista. Pero todo cambió. Llegaron los golpes, los gritos y los abusos. Las cadenas que me ataban a él cada día apretaban má...