Capítulo XIV

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Sostengo el cartel en mis manos. Tras varios días probando varios carteles promocionales, lo conseguí. Camino nerviosa hasta el despacho de mi jefe. Golpeo la puerta suavemente y espero impaciente hasta su permiso. Una vez lo escucho entro con una sonrisa en mi boca.

-Buenos días Lía ¿En qué puedo ayudarte?-Pregunta. Se quita las gafas y las deja encima de su mesa.

-Llevo varios días haciendo pruebas para el cartel promocional. He descartado cuatro y este es el que más me ha convencido.-Le muestro el cartel y lo dejo en su mesa.-Es la primera prueba impresa.

Alarga su brazo hasta cogerlo, intento descifrar a través de sus ojos cualquier emoción pero como siempre se muestra frío. En silencio observo detalladamente sus movimientos. Mira el cartel despacio. Lo lee. Deja el cartel en la mesa y me mira serio. Siento como mi corazón palpita por la tensión. Si no me lo aprueba tendré que volver a hacer otro y ahora mismo no tengo casi ideas de cómo puedo hacer otro. Entrelaza sus manos y me sonríe. Le devuelvo la sonrisa y espero a que hable.

-Buen trabajo Lía. Es un cartel extraordinario.

-Muchas gracias.-Todo el aire que retenía en mis pulmones sale por fin.

-Has captado la esencia del proyecto. No esperaba menos de ti.

Vuelvo a agradecerle. Contentar a Juan con todo lo relacionado en Publicidad es muy difícil. Es una persona muy exigente y minuciosa.

-Por otro lado, el tema de Marta Portillo está cerrado. No tienes nada de lo que preocuparte.

-¿Pudiste concretar una cita con ella?

-Sin ningún problema, además le pedí que te mandara una disculpa aunque fuese por escrito. Su comportamiento no fue profesional.

-No era necesario. Entiendo que haya podido haber un malentendido.

-Insisto. Era necesario.-Espeta.

-Gracias.

Mi jefe asiente con la cabeza. Con su permiso cojo el cartel y salgo de la oficina. Cuando cierro la puerta doy un pequeño salto en mi sitio. Es de las pocas veces que consigo su felicitación y sin duda es un logro para mí. Me siento en mi mesa de trabajo de nuevo y reviso los correos. Para mi sorpresa, mi jefe tenía razón. Una disculpa de Marta.

"Buenos días.

Tras mi comportamiento reciento, vengo a dejar por escrito mis más sinceras disculpas. No tengo duda de que eres una gran profesional a su altura y que podía tomar mi cita sin molestar a su jefe.

De nuevo, espero aceptes mis disculpas.

Marta Portillo."

Leo el mensaje varias veces asombrada. No esperaba su disculpa aunque Juan se lo hubiese pedido. De todos modos, respondo el mensaje con total sinceridad y vuelvo a mi trabajo.

Mi móvil vibra dentro del pantalón y disimuladamente lo saco. Al leer el nombre del propietario del mensaje una sonrisa abarca mi rostro. Y mi corazón se acelera.

Hugo: ¿Comemos? Estoy cerca de tu empresa.

De nuevo sonrío al leer el mensaje. Dudo unos segundos entre responder. Aunque estemos acercando posturas no quiero salir herida de todo esto. Pero por una extraña razón la voz en mi cabeza no me deja negarme. Acepto su invitación y pocos segundos después él responde.

Hugo: Nos vemos en diez minutos.

Recojo rápidamente mis cosas y me encamino hacia el ascensor. Lo llamo y espero.

El silencio de Lía (CORRIGIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora