Hugo ignora mi voz. Con movimientos ágiles sus manos se dirigen hacia la espalda, exactamente hacia su cintura. Y es ahí cuando me doy cuenta de sus intenciones.
-¡Hugo no!-Vuelvo a gritar.
Empiezo a bajar las escaleras rápidamente intentando seguir su paso. Noto como por mis piernas sube un pequeño calambre que me hace maldecir por lo bajo. Hugo llega al portal y rezo interiormente porque el portero aún siga en su lugar de trabajo y pueda parar al hombre que corre delante del policía.
Tras unos segundos llego al portal y maldigo en el momento en el que no le veo en su mesa. Hugo abre las puertas rápidamente y pistola en mano corre detrás del encapuchado. Mi corazón bombea con demasiada fuerza. Noto como un escalofrío sube desde las puntas de los pies hasta mis dedos.
Abro la puerta del portal y el frío azota mi cara. Madrid a estas horas, aunque resulte raro está poco concurrido. Los pocos peatones que hay en la acera miran asustados la escena. No lo pienso dos veces y reanudo mi carrera detrás de Hugo.
Durante unos minutos la carrera continuó con ellos varios metros por delante. Pero al girar por una de las calles noto algo raro en el ambiente. Es difícil de expresar. Una bruma cae sobre este lugar y sin siquiera darme cuenta me quedo parada en medio de la acera. Giro mi cara despacio, insegura porque si detrás de mí no hay nada o nadie me sentiré verdaderamente estúpida. Noto un movimiento rápido e inesperado. Algo áspero tapa mi boca. Unos brazos grandes y fuertes cogen mi torso y empiezan a arrastrarme.
El eco de mi voz resuena por toda mi cabeza.
Golpéalo.
¡Vamos Lía!
Cierro fuertemente mis ojos para coger fuerza en mi interior. En un ágil movimiento muerdo su mano y golpeo su rodilla. El agresor me empuja y caigo al suelo. A lo lejos veo como Hugo sigue persiguiendo al encapuchado y me alarmo. Si el otro agresor consigue que Hugo gire hacia otra calle estaré perdida. No me escuchará.
Me arrastro rápidamente para alejarme de él pero antes de poder moverme unos metros coge mi pierna y vuelve a arrastrarme.
-¡Suéltame!-Mi voz sale desgarrada. Completamente acongojada y abatida.
Mi agresor vuelve a girarme y nos quedamos cara a cara. Esos ojos. Los reconozco a la perfección. Esos ojos me trajeron amor y tranquilidad durante algunos meses, pero después se transformaron en mi tormento. Su pupila está dilatada. Me mira con odio. Con rencor.
Un golpe hace que cierre los ojos y deje de mirarlo. Su mano queda otra vez en el aire y vuelve a golpearme. Pero esta vez no vuelvo a cerrar los ojos. Golpe su pierna con fuerza y este se aparta un poco de mí. Me levanto y busco a Hugo de nuevo. No. Apenas unos segundos quedan para que dé la vuelta a la esquina.
-¡Hugo! ¡Hugo!-Vuelvo a gritar sin éxito.
Veo como Samuel vuelve a intentar cogerme, pero empiezo a correr. Corro lejos de él. Por miedo.
-¡Hugo!-Sigo gritando mientras corro hacia él.
Samuel me jala del pelo y caigo arrodillada. No.
Me arrastra por la calle. Cojo su mano con la intención de que me suelte pero no lo hace. Siento como mi cuero cabelludo arde. Me está haciendo daño. Mucho daño. Y lo hace sin ningún tipo de remordimiento.
Clavo mis uñas contra su mano. Noto como las hundo pero no afloja su agarre sino que lo aumenta.
-¡Suéltame!-Le grito.
Escucho su burlesca risa. Vuelve a taparme la boca con fuerza, pero eso no va a callarme. Tengo que soltarme y huir en busca de ayuda. Muerdo de nuevo su mano y esta vez con tanta rabia que noto el sabor metálico de la sangre colarse por mi boca.
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El silencio de Lía (CORRIGIENDO)
RomancePodía calificar mi vida como perfecta. Un buen trabajo, amigos y el mejor novio del mundo. Samuel era cariñoso, atento y detallista. Pero todo cambió. Llegaron los golpes, los gritos y los abusos. Las cadenas que me ataban a él cada día apretaban má...