La noche inunda el salón. Mi cabeza reposa en el sofá delante del ventanal del salón. Las calles de Madrid a estas horas son poco ruidosas, aunque aún hay alguna persona la mayoría descansan en sus casas.
Con la luz apagada y un vaso de té rojo en mis manos analizo todo lo que ha ocurrido estos últimos días. Siento una fuerte presión en mi pecho que apenas me deja descansar. Tengo un mal presentimiento y aunque intente luchar con él, es más fuerte. La poca luz que transmite la luna ilumina el salón. Es tan pura, tan reluciente y bonita, que no puedo evitar sonreír al verla ahí, junto a las pocas estrellas que se pueden ver esta noche.
Hace un par de horas que Hugo se quedó dormido en la cama, en cambio yo, no pude pegar ojo. La situación que estoy viviendo me acongoja de un modo que me impide poder dormir tranquila. No puedo evitar no imaginarme sus ojos ni tampoco puedo dejar de recordar todos los años de sumisión y anulación que sufrí.
A día de hoy me siento decepcionada con la humanidad. No puedo evitar no sentirme triste al ver como aparecen mujeres asesinadas, violadas o desaparecidas. No puedo creer como hay tan poca humanidad en esas personas.
Me levanto del sofá aún con la taza en la mano y apoyo mi cabeza en la ventana. Cierro los ojos unos segundos y vuelvo a abrirlos para poder ver la luna de nuevo. Doy un corto sorbo al té y cierro los ojos.
-¿No puedes dormir?
Me sobresalto al escuchar una voz. Pero me relajo al reconocerla. Suena ronca, estaba dormido. Giro mi cabeza y le veo salir de la habitación. Lleva una camiseta de manga corta y unos pantalones de chándal grises. Se acerca hasta estar delante de mí y me observa pausado. La luna ilumina su cara. Observo sus facciones despacio y guardo esta imagen en mi cabeza.
-No.-Respondo tras unos segundos.
-¿Te encuentras bien?
-Sí, solo pensaba.
-¿En qué exactamente?
-En todo lo que está ocurriendo.
Suspira y se acerca más a mí. Pasa sus brazos por mi cintura y pega su torso a mi espalda. Su cabeza descansa en la mía y deja un casto beso.
-Todo mejorará, ya verás.
Un suspiro es mi respuesta. No sé qué pasará exactamente con Samuel, pero en estos momentos le temo más que nunca. Tengo miedo de como se está descontrolando y a qué nivel de locura está llegando.
Siento que no le reconozco, que no es el hombre del que me enamoré aquella tarde. Siento que todas las palabras han sido en vano y que cada acto de bondad se desvanece.
En sus ojos vi la ira. El rencor. La maldad echa persona. Su tacto quemaba mi piel y dolía más que los golpes. Aún no sé cómo no me di cuenta antes, como no me alejé. Pero entonces recuerdo lo que es querer, amar y sentir.
-Lo estás volviendo a hacer.
La voz ronca de Hugo hace que salga de mis pensamientos de nuevo.
-¿El qué?
-Sobre preocuparte.
-No puedo evitarlo Hugo, siento que esta situación se está yendo de las manos.
Se separa de mí despacio y siento un vacío enorme. Su calor desaparece y con sumo cuidado me gira para que le mire.
-He visto más veces de las que crees este tipo de situaciones Lía. Y créeme cuando te digo que no tienes que preocuparte.
-Aunque me cueste admitirlo, le tengo miedo.
Su mano sube delicadamente hasta mi mejilla. La acaricia y besa mi frente.
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El silencio de Lía (CORRIGIENDO)
RomancePodía calificar mi vida como perfecta. Un buen trabajo, amigos y el mejor novio del mundo. Samuel era cariñoso, atento y detallista. Pero todo cambió. Llegaron los golpes, los gritos y los abusos. Las cadenas que me ataban a él cada día apretaban má...