Capítulo XXI

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Sus ojos esperan impacientes. Aunque sé que lo que voy a contarle nos llevará a una discusión. No habérselo contado antes fue un error que sé que me costará más de un reproche. El tema Samuel empieza a ser un martirio para mí, empieza a agobiarme el hecho de pensar que nunca me dejará en paz. Me centro en sus facciones, su mandíbula está tensa aunque no está enfadado. Sus brazos a cada lado de su cuerpo están rígidos.

-¿Qué ocurre Lía?-Da un paso hacia delante, su cercanía consigue ponerme aún más nerviosa. Su mano derecha se posa en mi hombro izquierdo y siento la calidez de su cuerpo recorrer el mío.

-Esta mañana cuando salía de la sala he tenido un pequeño encuentro con alguien...-Mi voz desciende al terminar la frase. Sin darme cuenta jugueteo nerviosa con mis manos. –Salía despistada y cuando iba a cruzar la calle un coche frenó delante de mí. Ese hombre bajó del coche, se acercó a mí y me preguntó si estaba bien.-Mis manos acarician las hebras de mi cabello.-Pero vi algo en sus ojos, algo que hizo que me mantuviese alerta. Sabía mi nombre. Su sonrisa consiguió estremecerme. Pero lo peor llegó después.-Busco su mano y la acaricio.-Me dijo que la próxima vez no sabía si podría frenar, que Samuel mandaba recuerdos.

Mi boca se seca. Mi corazón empieza a palpitar cada vez más rápido. Temo su reacción. Me siento cohibida por su mirada. Observo sus movimientos. Su ceño fruncido. Una de sus manos pasa rápidamente por las hebras de su cabello. Me desconcierta cuando se va de la habitación casi sin mirarme. Me entristece y confunde a la vez. Me quedo estática en mi sitio pero una vez asimilo lo que acaba de pasar salgo tras de él. Veo sus movimientos apresurados por el apartamento. Me percato de cómo su espalda está rígida.

-Hugo.-Lo llamo, aunque no me escucha. Sigue ensimismado en sus pensamientos.

Abre su ordenador y en unos minutos empieza a teclear rápidamente. Coge su móvil y marca un número. Se aleja del ordenador y se va hacia la habitación. Le sigo hasta allí y escucho como habla con Arantza, su compañera en el caso. Me pongo algo nerviosa cuando se pone su chaqueta. Se va y ni siquiera ha hablado conmigo.

-¿Dónde vas?-Pregunto. Intento encontrar sus ojos pero el sigue sumido en su cabeza.

Es entonces cuando se percata de que estoy ahí. Su mirada endurecida se relaja. Camina hacia mí y besa mi frente. Sus labios descansan durante unos segundos en ella.

-Si eso ocurrió delante de la sala es probable que haya cámaras de seguridad ¿Sabes lo que eso significa?-Noto la emoción en su voz.

Abro la boca dispuesta a responder pero Hugo lo hace por mí.

-Si esas cámaras han podido grabar la matrícula del coche estaremos más cerca de Samuel.

Hugo se aleja de mí. Coge las llaves de su coche y sale hacia el salón de nuevo.

-Volveré en un par de horas, Arantza vendrá en unos minutos y se quedará contigo hasta que vuelva. No quiero que te quedes sola.

Se acerca por unos segundos más hasta mí. Sus ojos me enredan en un sinfín de sensaciones. Siento como su mano acaricia mi brazo desnudo. Su frente descansa con la mía. Su nariz me acaricia. Acerca sus labios hacia los míos y en un pequeño gesto, los besa. Lentamente y cuidadosamente. Dura pocos segundos. Abro los ojos y él vuelve a observarme, me regala una pequeña sonrisa y se aleja de mí.

-Volveré pronto. No abras a nadie por favor.-Puedo notar la preocupación en su voz. Sus ojos me miran tiernamente antes de irse.

Veo como cierra la puerta. La soledad inunda el apartamento. Observo a Kaos, está acostado sobre el sofá. Sus orejas siempre atentas a cualquier ruido. Vuelvo a mirar la puerta por la que segundos antes Hugo se ha marchado. Entro en la habitación y me pongo ropa cómoda. Espero pacientemente a la compañera de Hugo. El silencio del apartamento empieza a incomodarme e incluso a asustarme. Hacía mucho tiempo que no me quedaba completamente sola. Aunque quiera ignorarlo, los pensamientos llegan rápidamente a mi mente. Veloces y fugaces empiezan a atormentarme. Todo este tiempo he tenido cualquier compañía o cualquier quehacer que pudiera distraerme. Ahora, sola y sin nada que hacer me siento atrapada y acongojada. Tras unos minutos cojo el control remoto de la televisión y la enciendo. Las noticias aparecen en la pantalla. Vuelven a hablar del caso de "la jauría". Cuatro hombres violaron a una mujer hace tres meses. Escucho cada palabra de la reportera y mi piel se eriza. Recriminan que ella haya continuado con su vida.

Por un momento me imagino en su lugar. Me imagino todo el dolor que tuvo que sufrir y como una guerrera ha podido continuar. El timbre resuena por el apartamento. Kaos se levanta rápidamente del sofá y se acerca a la puerta. Camino insegura y con miedo. Por la mirilla una chica rubia espera. La reconozco de inmediato, es la compañera de Hugo. Todo el aire que estaba reteniendo, sale de mí. Abro la puerta y ella entra sonriente.

-¿Cómo estás Lía?-Me pregunta sonriente.

-Bien.-Aunque esté algo nerviosa intento que no lo note.

Ella se acerca y deja su chaqueta encima del sofá. Me observa esperando que diga o haga algo así que señalo el sofá y ella asiente sonriente. Nos sentamos en el sofá. La televisión se convierte en un pequeño ruido de fondo.

-¿Sabes dónde ha ido Hugo?-Le pregunto. Tengo curiosidad y a la vez miedo por que le pase algo.

-Sí. Solo me ha contado lo del hombre y la cámara ha llamado a nuestra jefa. Antes de poder ver las imágenes tienen que pedir una orden judicial y eso lleva unos trámites un poco complicados y al ser ya de noche...-Me mira algo apenada pero me limito a sonreír.

No me atrevo a hablar porque siento que no sé qué decir. Ella parece notar lo que pasa por mi mente. Me regala una sonrisa y hace que me sienta un poco más cómoda con ella aquí.

-¿Crees que les darán la orden?-Soy muy curiosa con los temas que no conozco. Y algunas veces algo preguntona.

-Por supuesto, Hugo puede ser muy persistente cuando quiere.

-¿Llevas mucho tiempo trabajando con él?

-Este es el segundo caso que trabajamos juntos.

Asiento a sus palabras y me centro en la televisión que ahora vuelve a ser el centro de mi atención. Sigo escuchando las noticias atentamente hasta que Arantza vuelve a hablar.

-Hugo te quiere mucho.-Dice de repente.

Frunzo el ceño al escuchar sus palabras ¿Lo sabe?

-¿Cómo...?

-Se preocupa mucho por ti.

-Es un buen amigo.

-Si quieres intentar convencerme de que sois solo amigos, adelante. Pero por mucho que tu boca pueda mentirme, vuestros ojos no.

-No entiendo...

-Te mira con tanto tacto, como si fueras de cristal.

-Pero no lo soy.

-Lo sé Lía, eres una persona muy fuerte.

-Gracias.

-Hugo intenta esconderlo todo lo que puede, si nuestra jefa supiera de esto podría echarle del caso.

-¿Por qué?

-Porque se está involucrando demasiado. Y eso puede llevarte a hacer cosas que quizás no harías ¿me entiendes?

-No sé qué decir.

-No te preocupes, vuestro secreto está a salvo conmigo.-Me guiña un ojo y eso nos da paso a una conversación bastante animada.

Al fin y al cabo, no todas las personas son malas.

Al fin y al cabo, no todas las personas son malas

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CORREGIDO 13/11/2019

El silencio de Lía (CORRIGIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora