— ¿Emma? —Jong Hoon había recorrido medio campus para llegar hasta el otro extremo, el lugar que ahora estaba apenas habitado.Sabía que la pequeña Emma había corrido a esconderse a uno de los baños de ahí para que nadie le escuchara llorar y en cierto modo aquello le ponía triste.
— Vamos, Emma. Sé que estás ahí, tienes que hablar con alguien. Sé que es triste, pero... Hay otros chicos. Además, eres muy linda y tierna, cualquiera quisiera estar contigo. No tienes que ponerte así por Jong In. Muéstrale que no lo necesitas y que eres una chica fuerte. —Habían pasado quince minutos y aún no recibía respuesta de la pequeña—. Emma —intentó una vez más llamándola por su nombre—. Si no me abres ahora, voy a tener que entrar a la fuerza— advirtió.
Esperó unos segundos más y de nuevo no recibió respuesta. Se movió hacia atrás y de un fácil movimiento logró que la puerta vieja se abriera. Jong Hoon entró al baño, en el cuál habían cuatro cubículos. Olía a húmedo y todo estaba viejo y desgastado, aquella facultad no se usaba desde hace unos seis años.
— Emma... —La pequeña recogió los pies para intentar que su profesor no se diera cuenta, cosa que a él le hizo reír.
Jong Hoon se acercó al último cubículo y con algo de fuerza tiró de la puerta para que esta se abriera. La morena estaba echa un puño sobre el viejo retrete, sus ojos y su nariz se encontraban rojos e irritados debido al llanto. Él se acercó a ella y se puso de cuclillas para quedar a su altura, era raro que su corazón sintiera tristeza y odio al mismo tiempo.
— Pequeña Emma, ¿qué te pasó? —Frunció un poco el ceño y elevó su mano al pequeño rostro de la chica para limpiar las lágrimas con su pulgar. Ella volvió a llorar y se arrojó a los brazos de su profesor, lo último lo dejó un tanto aturdido y de manera torpe abrazó a la chica, atrayendola a su cuerpo.
Jong Hoon estaba sentado en el mugroso suelo, con una pequeña y demasiado inocente chica de diecisiete años abrazada a él y llorando sobre su pecho. Sintió extraño al notar que su piel ardía al entrar en contacto con ella, aún cuando había ropa de por medio. Sus pequeños pechos se apretaban contra él y tomarla de esa pequeña cintura suya no lo estaba dejando pensar con claridad.
Intentó mantenerse serio, intentó apartar los miles de pensamientos promiscuos que estaba teniendo, pero no pudo. Y cuando ella lo sintió duro a través de la tela del pantalón, no lo pensó dos veces.
— Profesor Jong Hoon —su voz sonaba más suave de lo normal—. Hoy me han enseñado muchas cosas, ¿sabe? —Se apartó un poco de él y lo miró a la cara. Volvió a erguirse un poco más y con la mirada de él sobre la suya, se sentó a horcajadas de su maestro y lo tomó por el rostro con una mano—. Descubrí que con quien quiero hacer cosas de adultos no es Jong In. —Le miró a los ojos y se relamió las labios, se alzó otro poco y se sentó justo sobre la erección de su profesor. Jong Hoon ahogó un jadeo y la miró con deseo—. ¿Podemos hacer cosas de adultos, profe?
Jong Hoon la miró e intentó controlarse. Se repitió mil veces que ella era su alumna, estaba mal. Querer corromperla de esa manera, estaba mal. Pero estaba más mal la sensación de no hacerlo. No podría declinar aquella oferta, no cuando veía el deseo en sus ojos y ella se movía en círculos sobre su adolorida erección. Ahora ella sabía lo que eran cosas de adultos y era conciente de lo que estaba apunto de hacer, no sería algo malo.
— ¿Estás segura de que quieres esto, Emma? —La morena mordió su labio inferior con fuerza. Tenerlo duro bajo ella, su mirada y las malditas ganas que le tenía a su profesor desde que lo vio, no la estaban dejando pensar con claridad.
Ella no dijo nada, simplemente apretó el cabello de su maestro entre sus finos dedos y atrajo su rostro al suyo. Tan rápido como sus labios entraron en contacto, no pudo evitar gemir. Ahí fue cuando Jong Hoon perdió total control sobre él y los mil demonios que tenía atrapados, salieron para convertirlo en otra persona.
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Teacher, please.
Fanfiction- Bueno chicos, les presento a su nuevo profesor y mi futuro esposo; Kim Jong Hoon. Una pequeña ovación de aplausos se escuchó, pero por alguna extraña razón sus ojos fueron a parar directo en aquella diminuta falda. Sus ojos, su boca, su pelo, su c...