28.

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El sonido estrepitoso que hicieron las llantas del auto ensordecieron todos sus sentidos y el olor a caucho quemado tardó algunos minutos en disiparse en el aire.

Él seguía con el pie izquierdo totalmente clavado en el freno, al igual que su mano -la cual fue lo suficientemente rápida para reaccionar- que se hallaba tirando del freno de mano hacia atrás.

Ella seguía respirando con irregularidad y aún sin verlo a la cara. Las lágrimas le deformaban la vista y aquel dolor de cabeza no hacía más que marearla. Soltó con algo de lentitud el volatante, solo cuando se dio cuenta que el auto se había detenido. Respiró un par de veces intentando aclarar sus ideas, pues sí tenía una razón por la cual abalanzarse así y casi matarlos a ambos.

— ¿Emma? —Preguntó, intentando encontrar todas las respuestas a las múltiples preguntas que se había formulado en su cabeza.

Ella negó con la cabeza, intentando pensar de nuevo.

Hizo ademán de salir del auto, pero Jong Hoon la detuvo con una sola mano.

— ¿Qué crees que haces? —Sabía que su tono de voz no había sido el mas dulce o comprensivo, pero la paciencia ya estaba por desbordar el límite. La frustración de no saber qué demonios pasaba, el susto que aquella niña le había metido por intentar salvarla, el dolor que le provocaba verla así sin saber quién había tenido corazón para ponerle un dedo encima.

— Necesito bajar. —Su voz salió como un susurro, pero igual rasposa.

Jong Hoon frunció el ceño y se dejó caer hacia atrás. Pasó ambas manos por su rostro e intentó controlarse.

— No necesitas bajar, necesitas ir a un hospital. —De pronto todos los sentidos de la menor se pusieron alerta, como si un balde de agua fría le despertara por la madrugada.

Se volteó hacia él y con la mirada desesperada comenzó a negar con la cabeza mientras comenzaba a perder control sobre su cuerpo.

La menor miraba a través de todas las ventanas, como asegurándose que nadie la fuera a encontrar. Jong Hoon sintió miedo y lastima al ver a la pequeña y risueña Emma comportándose de aquella manera.

— Hospital no. —Repetía una y otra vez mientras clavaba sus uñas en el antebrazo de su profesor. Su respiración era inestable y el llanto incontrolable.

Jong Hoon sabía que eso era malo porque podría lastimarla, pues no estaba consciente de qué tan graves serían sus heridas por dentro.

— ¡Está bien, está bien! —La tranquilizó con algunas caricias en la cabeza, la cual también se hallaba bañada en sangre—. Hospital no —le aseguró.

Emma sabía que lo primero que harían, ya fuera su padre, la policía o las personas del orfanato, sería buscarla en los hospitales primero.

Jong Hoon la miró con pesar, intentando descifrar que le había pasado. Su corazón dolía al ver a la pobre criatura frente a él temblar de miedo.

— A mi casa, ¿quieres ir a mi casa? —Ella negó con la cabeza y él la miró extrañado—. ¿Por qué? —Ella volvió a negar y se mordió el labio superior intentando no ser tan obvia. Jong Hoon le acarició la rodilla y le sonrió invitándole a hablar.

— T-tu, tu novia —finalmente habló con un tono de voz monótono y desgastado.

— ¿Hye Jin?

— Nadie puede saber en donde estoy o vendrán por mi. No quiero ir con ellos, profe, no quiero. —Jong Hoon sabía que si no la calmaba en ese preciso instante, el pánico volvería a inundarla.

— Hye Jin no está invitada, ¿bien? —La tomó del rostro y la miró a la cara. Uno de sus ojos aún estaba cerrado debido a la hinchazón—. Solo Jong Hoon y Emma, ¿si?

Solo Jong Hoon y Emma.

¿Cuándo podré maldecir al cielo por haberte encontrado?
¿Cuándo podré reclamar al diablo por haberme tentado?
¿En qué momento me volví débil?
Lo único que quiero es beber de tu cuerpo, más es el mismo quien me envenena.
¿Cómo eres tan dulce cuando solo puedes provocar el mal?
¿Por qué tu cuerpo y presencia me convirtieron en un adicto sin derecho a rehabilitación?
Te odio, pero no puedo vivir sin ti, porque sin ti la vida es aburrida y sin color. El peligro de tocar tu cuerpo y que otros se enteren es lo que me mantiene vivo. Porque estás tan enferma como lo estoy yo.

¿Cuándo le podré dar gracias a Dios por dejarme probar de la fruta prohibida?

Teacher, please.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora