12.

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- ¿Y este? -El de cabello negro y piel canela se hallaba tumbado en el césped con la pequeña cabeza de la de ojos miel recostada sobre su vientre.

- Ya me lo sé, Kai. -Suspiró por décima vez cuando el mayor volvió a preguntar lo mismo.

- Es que no entiendo, ¿cómo aprendiste tan rápido? -Se encogió de hombros y reprimió una sonrisa.

- El profesor Kim me ha enseñado muy bien.

- Y eso puedo ver. -El moreno le sonrió con inocencia, no pudiendo ni imaginar lo que ahora pasaba por la mente de la menor.

- Pero hay un tema que no me enseñó. -Esperó a que su compañero empezara a beber agua para que fuera más gracioso.

- ¿Qué? -Preguntó el muchacho antes de llevar la botella hasta sus labios y comenzar a beber.

- Relaciones sexuales.

El moreno escupió el agua en dirección contraria para luego comenzar a toser con fuerza. Emma mordió el interior de su mejilla y dio todo de sí misma para no reír.

— ¿C-cómo? ¿S-sabes lo q-que es eso? —El mayor la miró con miedo. Miedo a que su profesor se le hubiese adelantado y le hubiese enseñado con palabras lo que él quería enseñarle con acciones.

El moreno pudo volver a respirar con regularidad cuando la menor negó con la cabeza.

— El profesor Kim no me quiso enseñar o decirme qué es —se encogió de hombros—. ¿Podrías hacerlo tú? —Le miró con inocencia y jugando con el dobladillo de su falda.

— Emma, yo...

— Está bien si no quieres hacerlo —se encogió de hombros.

— Emma, yo no quiero decírtelo, quiero enseñártelo. —La menor comenzó a reír internamente.

— ¿Y eso duele? —Preguntó mientras luchaba por abrir la botella de agua.

— Puede que al principio, un poco —él rozó su mano con la de ella para luego tomar la botella entre sus venosas manos y abrir la tapa con facilidad—. Pero luego —el mayor esbozó una sonrisa malévola—, luego vas a querer aprender más porque no conocerás  nada mejor.

— ¿Cómo se hace? —Preguntó de repente, provocando que la garganta del mayor se secara por la sopresa.

— B-bueno... —Era ahora o nunca, no volvería a tener una oportunidad así— sería mejor si te enseño.

Los ojos de la morena centallaron en malicia, una que él -desafortunadamente- no pudo notar.

— ¿Harías eso por mi? —Se sentó sobre sus rodillas y miró al mayor con una sonrisa.

— C-claro... Si tú quieres.

— ¡Sí quiero! —Respondió de inmediato.

El mayor sonrió victorioso, sin darse cuenta de que ya estaba donde la morena lo quería. Justo comiendo de su palma, pronto a suplicar por el más mínimo roze suyo.

— Entonces no dejes que nadie más te enseñe.

— Bien. ¿Cuándo?

— Esta tarde, si quieres..

— ¿Esta tarde? —El moreno asintió repetidas veces, sintiendo el momento cada vez más cerca—. Esta tarde no puedo —puchereo y el mayor sintió una horrible desilución— tengo clase con el maestro Kim.

— Tienes razón, no debes perderte  tus clases. Gracias al profe Kim has aprendido demasiado.

— Así es. Solo espero que pueda enseñarme más. —Soltó una risilla y el mayor decidió ignorar su comentario.

— Entonces mañana.

— Mañana —asintió.

El moreno bailaba en su interior, creyendo que al fin lograría lo que por tanto tiempo se había propuesto. Lo que no sabía es que ella bailaba por dentro también, por tenerlos a ambos ahora.

Es hora de jugar...

Teacher, please.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora