Los flashes de las cámaras no cesaban, haciéndola pensar que llevar lentes había sido una gran idea. La sonrisa en su rostro era totalmente auténtica después de muchísimo tiempo.Las personas comenzaron a hacer fila desde temprano y el salón estaba lleno de gente. Le sudaban las manos y no podía dejar de moverse de un lado a otro. Paro a tomar un poco de té y cerró los ojos para meditar por algunos segundos. Repasó su vida en cuestión de segundos y al abrir los ojos sonrió con algo de tristeza.
- Está listo. Es hora de salir -el hombre con el que había estado trabajando desde hacía ya tres años asomó su cabeza por el umbral de la puerta.
- Un segundo... -Se miró en el espejo y notó que aquel vestido rosa le quedaba igual que hacía tres años. Se aliso un poco la falda y se sonrió a sí misma para darse algo de confianza.
Salió con la cabeza baja y una tímida sonrisa de felicidad. Las mariposas revoloteaban por toda su barriga causándole algo de náuseas. Pudo oír el bullicio desde que abrió la puerta de la pequeña habitación haciéndola sentirse aún más ansiosa.
Subió la cabeza cuando la luz le dio de frente y sus ojos se irritaron por algunos segundos haciendo que su ceño se frunciera. Una ronda de aplausos le dibujó una enorme sonrisa en su rostro, haciendo que sus mejillas se sonrojaran.
Tan pronto terminó de sonreír comenzaron las preguntas. Respondió a todas con mucho entusiasmo y con una enorme sonrisa que le duró hasta la penúltima pregunta.
- Señorita Jung, tengo una pregunta que estoy segura que muchos se han estado haciendo. -Ella asintió para darle permiso al joven reportero de seguir hablando-. Esta historia... ¿Cómo se inspiró? -Preguntó fascinado-. ¿Motivos personales, alguien que conozca o solo una impresionante imaginación?
Emma se quedó muchos segundos callada, con la mirada perdida y con un terrible dolor en el pecho. Su recuerdo seguía tan intacto como su corazón roto. Su sombra seguía detrás de ella para atormentarla después de todo, pero no podía olvidar que su mayor desgracia fue la que la llevó al mejor momento de su vida. Se recompuso con una sonrisa nostálgica y un nudo en su garganta.
- Solo... -Se quedó callada por un par de segundos pensando bien su respuesta-. Solo me imaginé una vida llena de desgracias, cómo sería y cómo podría una chica de 17 años sobrellevar todo eso después de una vida entera de maltrato, claro. Zoe es el personaje más fuerte y valiente de mis libros, a pesar de ser grosera y parecer mala con corazón frío, en realidad ella se encuentra sufriendo mucho en todo momento, pero su personalidad es el escudo que ella creó para no tener que aguantar la lástima de todos a su alrededor. Ella sabía que llevaba una vida dura, que era un asco... No quería que los demás lo supieran, mucho menos Charles. Él era su único escape de aquella desgracia que llamaba vida.
- Y aún así la traicionó -terminó de decir el reportero.
- Y aún así la traicionó -afirmó Emma.
- ¿Por qué lo hizo? -Preguntó una de las lectoras-. Los libros tienen un final doloroso y un tanto inconcluso, ¿por qué?
Emma levantó los hombros con una pequeña sonrisa.
- Porque así es la vida... -dijo con facilidad-. Estamos acostumbrados a que los libros, películas y series tengan un final de cuento de hadas, pero todos sabemos que la vida no es así. Quería darle realismo a mis libros, quería que mis lectores tuvieran algo real para leer. Charles prefirió salvarse el pellejo cuando vio a su prometida frente a él, como es en la vida de algunas mujeres quienes son llamadas putas por amar a alguien y lo peor es que son llamadas así por las personas a quienes amaron. Muchos pueden estar decepcionados con el final, pero no quería crear un cuento de hadas como ya hay muchos, la verdad y la realidad son crudas y mucho más que eso; son dolorosas... -Una ronda de aplausos se hizo escuchar por parte de las personas que estaban de acuerdo con ella.
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Teacher, please.
Fanfiction- Bueno chicos, les presento a su nuevo profesor y mi futuro esposo; Kim Jong Hoon. Una pequeña ovación de aplausos se escuchó, pero por alguna extraña razón sus ojos fueron a parar directo en aquella diminuta falda. Sus ojos, su boca, su pelo, su c...