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— ¿Me puedo sentar aquí?

No tengo la necesidad de despegar la mirada de mi libro para saber de quién se trata, ya que soy capaz de reconocer su voz de inmediato. Y más que agradarme su presencia o sentirme halagada por el creciente interés que ha tenido hacia mí durante estos días, solo siento una gran incomodidad y ansiedad que estoy segura de que es más que evidente para todos. ¡JunMyeon no me deja sola! Se ha vuelto una mala copia de mi sombra cuando estamos en la universidad y eso no me agrada, en lo absoluto.

En el salón se sienta cerca de mí; en los recesos se acerca a hablarme; en la cafetería, este o no con mis amigas, me pide comer juntos y ahora aparece en la biblioteca, en donde se supone que he acudido con intenciones de ocultarme de él para tener un momento en paz conmigo misma.

Todo esto, para una persona como yo que aprecia mucho su soledad, es completamente irritante, porque que alguien se me pegue como un maldito chicle como lo ha estado haciendo Kim, no hace más que sacar mi lado arisco y gruñón. Y no sé si no se ha percatado de mis indirectas o, realmente, es capaz de ignorarlas con una maestría e indiferencia que admito, llegan a ser admirables.

— Como gustes — respondo a su interrogante, viéndolo fugazmente y en un murmullo que va acorde con el tranquilo ambiente que representa a la biblioteca de la universidad.

Oigo como corre la silla y se deja caer en ella frente a mí. Abre un grueso libro de tapa roja que apoya en la mesa y comienza a hacer lo mismo que yo, leer en un completo mutismo.

Suspiro con alivio al ver que, en realidad, el chico no parece estar buscando entablar ningún tipo de conversación conmigo y que solo quería compartir la mensa con alguien conocido e, ignorando por completo su presencia, me dedico a sumirme otra vez en mi agradable lectura.

No consigo terminar la página en la que voy cuando su voz rompe el cómodo mutismo que nos envuelve.

— ¿Por qué siempre estás sola?

Arrugo el entrecejo con confusión, desvío mis ojos de las páginas amarillentas de mi libro y los poso en su blanquecino rostro al otro lado de la mesa de madera que marca una distancia entre ambos que me hace sentir lo suficientemente cómoda como para no querer huir a otro lado.

— ¿Disculpa?

— ¿Por qué siempre estás sola? — repite. — Te he visto hablar de vez en cuando con algunas chicas con las que compartimos clases y cruzar un par de palabras con algunos chicos que se te acercan a preguntarte algo, pero, a pesar de eso, la mayor parte del tiempo te veo sola. Y ahora, que intento acercarme a ti, tú te empeñas en alejarme. — Sus ojos me escrutan con seriedad y como es común, no soy capaz de mantenerle la mirada. — ¿Por qué?

—... ¿Por qué?... — Reitero su pregunta en un susurro para mí misma, sin voltear a verlo y meditando si me está preguntando por qué lo alejó o el por qué la mayoría del tiempo estoy sola. — M-me gusta tener mi espacio, JunMyeon-shi. Qu- que este sola, no significa que me sienta sola. — Me encajo de hombros con sinceridad, restándole importancia a mi respuesta porque no siento que tenga mucha ciencia mis razones para querer pasar tiempo conmigo misma.

Porque sí, puedo hablar con otras chicas, pero la mayoría del tiempo son los demás lo que deben dar el primer paso porque mi personalidad retraída no me permite darlo yo. Y sí, no tengo problemas en relacionarme con otras chicas, pero no es como que quiera o tenga ganas. Me encuentro conforme con la cantidad de amigas que poseo y no veo la necesidad de ir acercándome a las personas solamente para estar acompañada las veinticuatro horas del día, porque se me hace algo cansado el tener que intentar entretener a los demás solo para estar rodeada de ellos y preocuparme de cuidar amistades que en su mayoría son y serán momentáneas, me parece mucho trabajo.

ANDROFOBIA » KIM JONGDAE ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora