Prólogo

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—¿Has escuchado alguna vez la historia de El demonio y el ángel?

La pequeña niña frunció el ceño y negó con la cabeza.

—¿Quieres oírla? —preguntó aquella mujer.

La niña corrió emocionada a su cama, se subió y acomodó en las sábanas.

—¡Sí! —respondió con entusiasmo.

La mujer sonrió con ternura y se acercó a la niña. Se sentó en la esquina de la cama y comenzó a relatar aquella historia.

"Érase una vez, la historia de un joven demonio y una joven ángel; y aunque ambas razas estaban destinadas a luchar entre sí hasta la muerte, ellos fueron diferentes.

"Todo comenzó un día como cualquier otro; tanto Anabi (la joven ángel) como Jass (el joven demonio) se encontraban encerrados. Jass era un prisionero del reino de los cielos, pues había sido capturado el día que había escapado de su propio reino: el infierno. La verdad era que aquel joven siempre había deseado ver el mundo humano, y aquel deseo le había salido muy caro: no habían tardado mucho en volver a capturarlo después de haber escapado tratando de cumplir su sueño. Sin embargo, ésta vez no sería el infierno quien lo tendría cautivo, si no el cielo, su peor enemigo.

"Jass había pasado cerca de un año encerrado en aquel calabozo, pero aquel día tuvo una idea. Tomó el trozo de papel que le daban con cada comida que recibía y, con una pequeña puntilla de grafito que había cargado desde el día de su encierro, escribió una nota y la arrojó al conducto de ventilación. Y la nota voló hacia arriba, llevada por la corriente de aire, y llevando consigo un sólo deseo: libertad.

"Para sorpresa de Jass, y contra todo pronóstico, la nota fue respondida.

"De esa forma comenzó su historia, al principio sólo era un intercambio casual entre ellos, un escape al encierro de cada uno. Luego, ese intercambio se volvió en una necesidad, algo que ya no podía faltar: un pequeño grano de esperanza y felicidad para ambos. Sin embargo, fue inevitable que en algún punto uno de los dos deseara saber más de la vida pasada del otro, y eso representó un problema para el joven demonio; Jass sabía que Anabi era una princesa y ella también sabía que él era un príncipe, pero Anabi no sabía sobre su naturaleza. Lo cierto era que Jass tenía miedo de que Anabi lo descubriera y por ello dejara de comunicarse con él; o peor aún, que ella reportara el hecho de que él podía enviar esas notas. Jass no quería volver a estar solo.

"Eventualmente, y a pesar de que uno sabía la realidad del asunto, los chicos comenzaron a enamorarse e hicieron promesas que deseaban cumplir. Sin embargo, su historia no estaba destinada a tener uno de esos finales felices de cuentos de hadas. Y la desgracia llegó a ellos antes de lo imaginado.

"Un día, el comportamiento del joven príncipe cambió, comenzando a asustar a la joven ángel. El día había llegado, y Jass, consciente de que aquella sería su despedida, por primera vez fue completamente sincero con ella: le contó sobre su naturaleza, le dijo su nombre, le dejó en claro que no se arrepentía de nada, y finalmente le contó sobre sus sentimientos. Y a Anabi no le importó todo eso, sus sentimientos hacia aquel chico siguieron intactos. Con el corazón hecho un desastre, envió notas de vuelta, asustada, esperando... no, exigiendo la respuesta de Jass. Pero esa respuesta nunca llegó, el joven se había ido.

"Jass fue llevado a la guillotina. Sentía un enorme pesar por no poder cumplir con todas las promesas que le había hecho a Anabi, pero al mismo tiempo le reconfortaba el hecho de haber sido sincero por última vez con aquella chica.

"Cuando ya había llegado la hora, y él yacía de rodillas y con la cabeza apoyada en una tabla, un grito lo hizo sacar su atención del suelo y voltear hacia el frente. Fue en ese momento que la vio: una hermosa chica castaña y de ojos azules corría hacia él. Anabi. No podía decir cómo, pero él sabía que era ella. La miró sorprendido, con las lágrimas escurriendo por sus ojos. Naturalmente, ella lucía horrorizada.

"Gritó su nombre y aquello lo hizo sonreír. Todo está bien, quiso decir, pero el tiempo no fue suficiente, y la afilada hoja cortó su cabeza.

"La princesa se dejó caer, destrozada. Los días pasaron y ella decidió acabar con su vida, haciendo una última promesa antes de irse: volvería a encontrarse con aquel chico. Y así lo hizo, con cada reencarnación que tuvo. Sin embargo, el final siempre fue el mismo. Una y otra, y otra vez. Hasta que por fin, en su última vida, la chica le encomendó un último deseo a la única persona en quien podía confiar: separar a su futura reencarnación de su amado (deseando que con ése acto por lo menos él lograra salvarse).

"Aunque aquello contradecía su deseo principal, razón por la cual aquella se aseguraría de que ambos volvieran a encontrarse. Y así, por fin, su continua tragedia terminara...

—Fin.

La mujer observó a la niña que yacía dormida en su cama. Sonrió cálidamente y la arropó. Entonces, dándole un pequeño beso en la frente antes de retirarse, susurró una última frase:

—Buenas noches, Anabi.

 [PAUSADA] Érase una vez: El secreto detrás de la historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora