Bee no se había percatado de que mientras más hablaba con ese demonio, la capacidad de Vin para mantenerse erguido parecía perder cada vez más y más fuerza. Como si las palabras de aquél fueran pesadas rocas que estaban siendo colocadas sobre su débil figura. Cuando Bred soltó lo último, y luego de soportar que Bee se mantuviera escuchando sin replicar ni intentar salir de ahí todo el tiempo, el sentimiento devastador de un terror inmesurable ya se había extendido desde su corazón. Por esa razón, cuando Bee se giró hacia él, no fue capaz de mirarla, y en cambio se escabulló como pudo nuevamente a las sombras. Era muy consciente de que se encontraba en sus límites, la fiebre comenzaba a reemplazar a la frialdad de su cuerpo, su cabeza era acribillada con millones de agujas filosas, los párpados se sentían pesados y su visión fallaba por pequeños intervalos. A este ritmo, no faltaba mucho para que su energía al fin se descompensara y su cuerpo sufriera una desviación, obligándolo a permanecer en la forma en la que menos gasto de energía requería. Pero de ser así, no podría mantener por más a esa criatura, no podría seguir impidiendo sus intentos por apoderarse de Bee. Casi podía oír el crujido de las diminutas grietas apareciendo en el collar de jade que Bee siempre había mantenido colgado a su cuello. Apretó los dientes, tomando su única decisión.
—Él no está mintiendo, realmente existe un contrato entre nosotros —las palabras le salieron atropelladas, superpuestas al ser pronunciadas a través de sus incisivos fuertemente presionados—. El cómo pasó, es algo que no diré, porque ella lo recordará al cabo de un tiempo —con gran esfuerzo, aún temeroso de la reacción que su confesión podría provocar en Bee, levantó la cara y buscó el rostro de ella. Fue agradable descubrir que no había más que preocupación en aquél. Vin volvió a respirar hondo, lo que provocó un pinchazo en sus pulmones, y se esforzó por seguir su explicación:—. Lo que intento retener justo ahora es parte de ella, pero en este momento es demasiado para su cuerpo mortal. Si llegara a dejar que esta parte se liberara y uniera tal y como quiere, es seguro que mi ama perecería en el siguiente segundo. Más bien, su cuerpo se destruiría... Estoy cerca de mis límites, demonio, pero ya lo sabes. No podré seguir suprimiendo a esa criatura mucho tiempo más, despertará y tratará de llevarse a la chica que intentas proteger —tuvo que obligarse a detener un minuto, tenía que expresar sus deseos pero tenía que ser claro, y con las oleadas implacables de dolor que acechaban su ser, era un poco difícil mantener las ideas de forma coherente. Tomó aire una vez más y alzó la cabeza en dirección a Bred, sus ojos conectaron y Vin se sintió lo suficientemente seguro de que estaba haciendo lo correcto al ver aquellos ojos escarlata brillar con una misteriosa intensidad—. No intentes destruirla, no servirá. Enciérrala una vez más y no dejes que se acerque a ella... Tendré que confiar en que vas a protegerla.
Bee se mantuvo callada. Su cuerpo se sentía cada vez más adormecido. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué tenía el presentimiento de que algo realmente malo iba a suceder? Los ojos le picaron, la sangre fluyó a través de sus venas con un calor abrasador, se sintió fuera de lugar. Cada palabra pronunciada por Vin, había entrado en sus oídos, pero por alguna razón su voz había sonado muy, muy lejana. A pesar de tener al brujo frente a ella. Cuando terminó de hablar, el brujo se inclinó y Bee fue vagamente consciente de que una mano se posaba sobre su piel, sujetando sus mejillas. Los labios le hormiguearon. La picazón de los ojos disminuyó y al mismo tiempo descendió por el resto de su rostro.
—No hace falta que pongas una expresión tan fea —el brujo pasó una mano debajo de sus ojos, un líquido transparente y de olor salado brilló en sus dedos. Ah, ella estaba llorando—. Te lo dije antes, siempre estaré a tu lado. No me estoy yendo.
Sus palabras enviaron un escalofrío a su cuerpo, que azotó todo su sistema nervioso y la hizo temblar. Entonces reaccionó, moviendo la cabeza de un lado a otro con energía.
—No, no, no, no. Deja de hablar, deja de hablar. No estás bien, debo llevarte a un, a un...
—¿A un hospital? —la voz a sus espaldas le recordó nuevamente que no estaban solos—. Ya has oído al brujo, señorita Bee, está en su límite. Necesita atención, sí. Pero si lo llevas a un lugar tan mundano como un hospital, sólo lograrás que termine verdaderamente muerto. La atención que necesita, yo puedo brindarla, siempre y cuando regreses conmigo y seas una buena chica.
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[PAUSADA] Érase una vez: El secreto detrás de la historia
FantasyBee Wesley es una chica preparatoriana de diecisiete años de edad, de mediana estatura y un tanto buscapleitos... Probablemente, lo típico en una adolescente que tiene detrás una gran historia familiar, una madre adoptiva, un padre adoptivo (al cual...