El ascensor continuó con su camino y el silencio gobernaba sobre nosotros. Comenzaba a sentirse algo incómodo y sentí la necesidad de llenar ese silencio con lo que fuese. Estaba a punto de abrir la boca para soltar un comentario sobre el clima cuando los comunicadores me salvaron de una conversación que no quería tener. De algo estaba segura y era que no era bueno si nos necesitaban a ambos.
-Hunt. "Chico en cemento" trauma 3-
Tenía que ser broma. ¿Un chico atorado en cemento? "Esto lo tengo que ver por mi misma" Pensé algo emocionaba pero mirando a Karev con preocupación. Ambos nos dirigimos lo más rápido que pudimos a urgencias. Al entrar a trauma tres Hunt se encontraba gritándole que se movieran más rápido a medio mundo.—¡Andersen! Necesito que me digas los riesgos que corre el corazón y pulmones de este chico— pidió en cuanto me vio en la habitación. No podía creer lo que veía. Era un chico lleno por completo hasta el cuello de cemento seco. No sabía qué contestar. No era como si en la escuela te preparan para esta clase de situaciones. Pero, lo recordé. El cemento contiene toxinas, así que el corazón fallaría en las siguientes cuatro horas. Teníamos que sacarlo cuanto antes.—Me preocupa principalmente las toxinas que contiene el cemento y además de lo obvio que sería el síndrome de aplastamiento para cualquier órgano.—contesté acercándome a la zona de su cuello e intentar encontrar el pulso.—¿Cuánto tiempo ántes de que su corazón falle?—preguntó Hunt de manera seria en busca de un plan de acción.—Entre tres a cuatro horas más. Dependiendo de cuánto tiempo tardaron en llamar a urgencias y el tiempo que los paramédicos tardaron en sacarlo de donde sea que estaba.—contesté un tanto desanimada ya que no me gustaba lo que veía.
Este chico estaba lleno de problemas y nadie tenía una idea clara de que era lo que se iba a hacer.—¡Equipo! Tenemos exactamente una hora para sacar a este chico de la pila de cemento. Y hay demasiadas personas aquí. Si no son necesarios vayan a donde lo sean.— Afirmó Hunt levantando la voz para que todos aquellos que por el momento estorbaban salieran de la habitación y dejaran trabajar a los que intentaban sacar al chico del cemento. Era mi momento de irme, de todas maneras no podía hacer mucho hasta que lo sacaran—¡Hunt!— llamé su atención al exclamar su nombre antes de marcharme. Él se acercó y me prestó atención.—Llamame cuando vayan a quitarle la placa de cemento sobre el pecho. Por el momento esta estable pero puede que hayan sorpresas.—afirme con determinación. Él simplemente asintió y me dejó ir.
Caminando por los pasillos me percataba que las cosas también podían ser tranquilas por aquí. Me dirigía a dar una rápida visita a mis paciente antes de entrar a quirófano nuevamente. Un ruido llamó mi atención y me hizo detenerme, pegué la oreja a la puerta de la sala de descanso y cuando lo escuche con más claridad retrocedí rápidamente algo avergonzada. "¿Eso está permitido aquí?" Me pregunté riendo y caminando lejos de la sala ya que no era de mi incunvencia lo que ocurria entre esas paredes. O eso creí, hasta que Alex Karev salió de ahí. "¿Cómo había tenido tiempo? Si prácticamente lo acababa de ver en urgencias" Me pregunte algo impresionada de sus habilidades. No sabia que decir o pensar. Intenté escabullirme sin que notara mi presencia pero, él lo había hecho. Así que ahí estábamos, los dos en el pasillo, viéndonos con pena en el rostro pero sin decir ni una sola palabra. Lo peor vino después cuando de la habitación salió una interna. La cual se despidió de Karev con un guiño sin importarle que yo estuviese ahí parada. En cuanto pude reaccionar seguí con mi camino intentando olvidar lo que acababa de ver.
Entré a la primera habitación en donde mi paciente aguardaba. Para mi sorpresa Edwards ya se encontraba ahí. No me molestó, era eficaz y servicial. Algo que en verdad apreciaba en un interno.—¡Edwards! Introduce.— le ordené para que comenzara a darme el reporte. La morena me miró para después asentir y tomar la tablet con el informe.— Nicholas Philips, cuatro años. Tumor en el pericardio, se espera que sea extirpado el día de hoy por usted en las próximas dos horas. Signos estables desde el día de ayer, su fiebre desapareció después de haber administrado líquidos.— afirmó con seguridad en cada una de sus palabras. A eso me refería cuando decía que me agradaba.—No se preocupe señora Philips, Nick esta en buenas manos y yo me encargaré de darle la mejor atención durante su cirugía.— afirme intentando cesar las ansias de la madre.—¿Tiene alguna pregunta?— pregunté dándole toda mi atención para asegurarme de que no le quedara ni una sola duda del procedimiento que realizaría en su pequeño en unas cuantas horas. Pero ella solo negó con la cabeza ya que Edwards se me había adelantado y había resuelto todas sus dudas con anticipación. Sonriendo salí de la habitación para ir a mi siguiente destino, la cafetería.
Edwards entendió con una simple seña que debía preparar a Nick para su cirugía y la vería en dos horas en el quirófano. No pasaron ni cinco minutos cuando sentí mi celular vibrar. "¡Oh no! Lo había olvidado por completo" Pensé al ver que mi madre me estaba llamando.—¡Hola madre! ¿Cómo has estado?— pregunté con culpa por no haber preguntado antes. Pero a decir verdad ya sabía su respuesta. "¡Preocupada!"—¡Freya Andersen!— exclamó en un tono que hizo que la sangre se bajara a las piernas.—Me tienes preocupada... llevo días intentando comunicarme contigo y no me has contestado— afirmó angustiada mientras me regañaba por ser mala hija. Pero es que no importaba lo que hacía, ella siempre estaba preocupada por mi. Eso de ser hija única y tener a tus padres preocupados por como estas es algo de diario.—Lo lamento madre. Pero ya sabes como es mi trabajo, no he tenido tiempo ni para respirar.— me excusé de inmediato para intentar sentir menos culpa por haberme olvidado de mi propia madre.
El resto de la llamada había sido bastante normal.Mi madre se preocupaba por si estaba comiendo bien, si tenía amigos, si me había acostumbrado al horario de manera normal, si estaba durmiendo bien, etcétera. Cosas por las cuales solo las madres se preocupan. Al dejarla ir con la promesa de que le llamaría más seguido al fin había podido concentrarme en ocupar mi bandeja con comida real. Al terminar me sentí como si regresara a la preparatoria y estuviese en la cafetería en busca de una mesa en donde nadie fuese a juzgarme por sentarme sola durante el lunch.
—¡Hijo pródigo!— Y como si estuviese esperando para salvarme una vez más Jackson me hizo señas para que me sentara junto a él.—¿Cómo va tu mañana?—pregunto con la misma sonrisa de siempre pero un poco más amable.—De maravilla y está por mejorar. Tengo un tumor en el pericardio que me está esperando.— afirme con una sonrisa mientras me inclinaba hacia él.—¿Y la tuya niño bonito?—pregunte riendo y regresar por completo a mi lugar. Fue ahí que me percate de la presencia de Karev en la mesa, me tense un poco ya que aún no acordamos nada de lo pasado entre él y la interna.—Bien, no puedo quejarme. Tengo un labio leporino que me espera— contestó con una sonrisa de satisfacción.—Si bueno... creo que nuestra mañana no se compara con la de Karev. ¿O sí?— pregunté riendo para intentar romper la tensión en el ambiente. Al verlo pude notar que estaba más rojo que un tomate. "¡Interesante!" No creí que aún tuviera una pizca de pudor, pero al parecer la tenía.—No hay que hablar de eso. ¿Quieres Andersen?—pidió de hecho con amabilidad y una media sonrisa para después volver a su ensalada—Ahora me entro la curiosidad... Alex. ¿Cómo estuvo tu mañana?—preguntó Jackson algo curioso sobre el comentario que había hecho anteriormente.
Tenía que decir algo ya que Alex no contestó. Y cuando Jackson volteo a verme no pude evitar decirlo, fue simplemente involuntario.—Es que alguien... le ayudo a una interna a recordar sus clases de anatomía en un cuarto de descanso.—afirme con burla y en cuanto esas palabras salieron de mi boca no lo pude contener más, solté una carcajada. Jackson lo hizo también sin poder creer que lo hubiese atrapado infraganti. Alex solo rodó los ojos harto de nuestras burlas.—¡Infantil!— exclamó con molestia.—Saben... yo me voy. Salvaré la vida de algún pequeño en agonía o algo así. ¡Disfruten su día!—exclamó con sarcasmo mientras se alejaba molesto, lo cual solo nos causó aún más gracia.—Sabes niño bonito, me tengo que ir. Deje a Edwards sola con mi paciente y tengo cirugía en una hora.—afirme limpiando una lágrima de risa. Tomé mi celular y chequé la hora mientras me ponía de pie para salir de ahí.—Te desearía buena suerte, pero por favor... ¡eres el Hijo Pródigo!—exclamó burlón recargándose en su silla.—Tranquilo niño bonito. Si te esfuerzas lo suficiente puede ser que algún día llegues a ser igual a mi.—afirme regresando la carrilla y soltando una risa mientras caminaba de espaldas. Al salir de la cafetería voltee rápidamente pero eso no fue suficiente. Lo siguiente que supe fue que estaba en el suelo. "¡Dios! Choqué con alguien".
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Let me fix you
FanfictionEl destacado cirujano Alex Karev jamás imaginó que lo único que le faltaba para ser realmente feliz sería una cirujana que le causara un gran dolor de cabeza. Esto hasta que conoció a Freya Andersen, el prodigio de la cirugía cardiotorácica, quien l...