Avergonzada y queriendo que la tierra me tragara en ese mismo instante, era ahí donde me encontraba yo. El suelo había pegado contra mi trasero fuertemente al haber chocado con otra persona. Mi situación no mejoró al darme cuenta de quién era esa otra persona.—Doctora Andersen. ¿Se encuentra bien?—preguntó con preocupación el doctor Webber extendiendo su mano para ayudarme a levantar.—¡Doctor Webber! Yo, yo lo lamento tanto. No me percaté por donde caminaba.—me disculpé con vergüenza, la cual se manifestaba coloreando mis mejillas de un rojo brillante. No solo había hecho el ridiculo por chocar con alguien en el hospital, sino que este había sido el cirujano más respetado del lugar.—Descuida. Todo está bien, nadie resultó herido.— afirmó con amabilidad intentando que me sintiese mejor. La vergüenza me impedía verle a los ojos, con la cabeza agachada comencé a retroceder una vez que me encontraba de pie.
Comenzaba a retomar el paso para continuar con mi camino. Poniendo mi vista una vez más por donde iba, no me percaté de su presencia y nuevamente ¡PUM! Había chocado con alguien más. "¡Torpe!" Pensé apretando los ojos a la espera de sentir mi trasero contra el suelo. Confundida sentí que alguien tomó mi cintura impidiendo que cayera, abrí los ojos lentamente a espera de ver a quien me acababa de salvar de otra humillación.—¡Alex!— exclamé con sorpresa al verle tan cerca de mi.—Yo... lo lamento, no me percate que estabas aquí.— me disculpe una vez más por mi torpeza. Este cambió su actitud cotidiana por una sonrisa la cual parecía ser genuina. Su perfume, el cual apenas notaba inundó mis pulmones. Él se colocó derecho mientras me abrazaba por la cintura asegurando que volviera a estar sobre mis pies. Estaba en un trance de película adolescente.—Me llamaste Alex.— mencionó con casualidad pero emoción en su tono. Al principio no lo comprendí, pero después me percate de que lo había hecho. Acababa de llamar a un colega por su primer nombre. "¿Pero en qué demonios pensaba?" Sonreí algo incómoda mientras retrocedía para salir de su agarre.—Perdona.—me disculpé una vez más por el incidente.—No pasa nada Freya.— afirmó con simpleza y una sonrisa para después continuar con su camino, como si nada nunca hubiera pasado.
Confundida tenía que regresar mi mente al juego y pensar hacia donde iba antes de los recientes incidentes.—¡Freya!— exclamó una voz llamando mi atención. Voltee para percatarme que era Alex una vez más. Este regresó hasta en donde me encontraba, pero yo le veía con confusión.—¿Estás bien?— preguntó cambiando el tema al ver mi confusión.—Me llamaste Freya, dos veces.— afirme riendo. Él se sorprendió, supongo que no se había percatado de ese hecho hasta ahora. Rápidamente cambió su semblante por uno más casual.—¿Tú me puedes llamar Alex pero yo no te puedo llamar Freya?— preguntó riendo nervioso. "¡Touché!" Pensé admirando su manera de disimular las cosas.—Buen punto. Pero no creo que me hablaste solo por eso. ¿Me equivoco?— pregunté curiosa regresando al porque había regresado después de casi haberse marchado.—Tienes razón, el motivo por el cual regrese es...— este hizo una pausa y se notaba algo nervioso. Buscando las palabras adecuadas Alex rascó su nuca miró al suelo y regresó sus ojos avellana a los míos.—¿Quieres ir al bar de Joe por una cerveza?— preguntó casual mientras sonreía mostrando los dientes.—Me encantaría.— afirme espontánea sin pensar antes en lo que eso significaba.—Te veré en la noche entonces.— afirmó alegre marchandose una vez más.
Retome mi camino pensando en lo que acababa de pasar. Al llegar al quirófano no podía creer que en los últimos diez minutos había chocado con dos personas diferentes, había llamado a Karev por su primer nombre, él me había llamado a mi por mi primer nombre y había aceptado salir con él hoy por la noche. No había pensado en las consecuencias que esto traería a mi vida. Es decir, Derek acababa de regresar a mi vida y aún no tenía en claro si solo había sido algo de una sola noche o si éramos exclusivos de nuevo. Sacudiendo mi cabeza decidí que lo mejor por el momento sería olvidarme de todo el drama innecesario y concentrarme en lo que en verdad importaba, mis pacientes.
El resto de mi día fue bastante normal. El chico del cemento no había necesitado de mis servicios, quitando la diversión de entre mis manos pero no me quejaría ya que ese hecho era algo bueno. Faltando solo dos horas para que mi turno terminara me encontraba actualizando expedientes en mi propio mundo. Sentí cuando alguien me abrazó y colocó su cabeza sobre mi hombro izquierdo.—¡Hola extraña!— exclamó en un susurro intentando ser romántico. Sonreí al sentir su aroma a mi alrededor y su calor resguardandome.—Hola extraño.— afirme en un suspiro mientras giraba mi cabeza para sentirle más cerca. Él rápidamente robó un beso corto de mis labios y se alejó repentino.—¿Cenamos hoy?— propuso con picardía y su sonrisa encantadora frente a mí.—Me encantaría, pero...— hice una pausa con algo de arrepentimiento en mi tono. Prefería un millón de veces el pasar mi velada con Derek en lugar de Alex pero no podía dejar plantado a Alex.—No puedo, le prometí a Alex Karev que iría con él al bar de Joe.— afirme en un suspiro. Derek se notaba feliz en lugar de molesto.—Me alegra que tengas amigos.— afirmó orgulloso de mi avance en el hospital, ya que sabía cuánto me costaba abrir mis ideas en cuanto a personas nuevas.—¿Viernes entonces?—preguntó alzando las cejas. Me fascinaba que Derek me comprendiera tan bien como lo hace—¡Trato!—exclamé extendiendo la mano para cerrar el trato, él la estrechó y me jaló acercándome rápidamente a él para robarme otro beso fugaz en los labios e irse.
April salió a mi rescate al traerme ropa un poco más decente al terminar mi turno. Estaba agotada pero no me sentía tan mal, la idea de ir a tomar una cerveza con Karev me emocionaba por alguna razón. Las puertas del ascensor se abrieron dejando ver a Alex con una chaqueta de cuero negra, jeans y una playera negra con un reactor ARC azul en el pecho. Este me miró y en sus ojos pude ver un resplandor.—¡Vaya! Te ves...— afirmó atónito mientras caminaba hasta donde estaba. Él seguía sin palabras y simplemente me miraba con atención.—¿Nos vamos?—preguntó recuperando la voz y extendiendo su brazo para que lo tomara.—Por supuesto señor Stark.—afirme burlona haciendo referencia a su playera. Ambos reímos por un momento.— Mientras tu seas mi Pepper no tengo ningún problema en ser Tony.— comentó sincero en cuanto las risas cesaron. Me había dejado sin palabras, no sabía qué contestarle. Habían tantas cosas que pasaban por mi mente en ese instante.—¿Y eso qué significa?— pregunté confundida defendiendo mis pasos en el frío del estacionamiento.
Estábamos cara a cara. Y esta vez preguntaría y pensaría primero antes de seguir con lo que sea que fuese esto.—Significa, que a pesar de que yo sea un imbécil que no se merece a una chica como tu siempre seguire intentando. Porque estamos destinados.—afirmó nervioso cortando la distancia con cada una de sus palabras. "¿Cómo sabes eso Alex?" Me pregunté a mi misma en busca de una teoría. Mi mente daba tantas vueltas y sin embargo me encontraba en el momento sintiendo el como mi respiración me traicionaba, mi corazón latía cada vez con más fuerza y mis piernas estaban completamente congeladas. Sentía tantas cosas en ese momento, una parte de mi quería golpearlo por decir todo eso pero la otra quería besarlo por lo mismo.—¿Qué soy para ti Alex?— pregunté como pude antes de que la distancia fuese inexistente. Alex se quedó simplemente cayado, dándome la respuesta. Comencé a caminar lejos de él sin esperar que hiciera algo más. Esto era simplemente un juego de su parte, ver si la nueva caía ante sus encantos. Lo que no esperaba era lo siguiente.—¡FREYA ESPERA!—exclamó en un grito con arrepentimiento. Corrió hasta donde estaba y me detuvo al ponerse frente a mi y colocar sus manos en mis hombros impidiendo seguir con mi camino.
ESTÁS LEYENDO
Let me fix you
FanfictionEl destacado cirujano Alex Karev jamás imaginó que lo único que le faltaba para ser realmente feliz sería una cirujana que le causara un gran dolor de cabeza. Esto hasta que conoció a Freya Andersen, el prodigio de la cirugía cardiotorácica, quien l...