Estábamos cara a cara, él sostenía mis hombros. Impotente, sentí no tener las palabras correctas para decirle algo.—Yo...— titubeó nervioso. No tenía nada que decir así que simplemente esperaba que él dijese algo. El tiempo pasaba tan lento que era doloroso el solo estar ahí parados. Me arme de valor tomando una bocanada de aire para al fin decir algo.—¡Sabes que Alex!— exclamé harta de la situación quitando sus manos de mis hombros.—Cuando sepas que decirme sin acobardarte hablame. ¡Adios Alex Karev!— exclamé molesta por su estúpido comportamiento. Era infantil, impulsivo, confuso y narcisista; cosas para las cuales no tenía tiempo en que perder. Mucho menos teniendo a alguien que está dispuesto a estar conmigo. Comencé a caminar lejos de él con decepción.
—Narra Alex—
Me había congelado, nada salía de mi boca. Sin embargo ella estaba diciendo todo lo que pasaba por su cabeza, cosas hirientes pero que para mi desgracia eran verdaderas. No podía creer que acabase de despedirse de mí en la manera más educada, triste y distante posible. En verdad sentí que es la indicada en ese momento de cercanía, la tenía entre mis brazos indefensa pero no en busca de un caballero de brillante armadura; la manera en la que me había hecho titubear, molestar y pensar eran simplemente diferentes tanto que me volvía loco al intentar descifrar qué significaba para mi. Era verdad que habíamos tenido nuestros altibajos en estos últimos días, pero era más que evidente que la chica estaba metida en mi cabeza. No por nada pensaba en ella a cada momento. Me vuelve loco el solo pensar que está a unos metros de mi y no puedo moverme.
Resignado y con un millón de cosas en que pensar regrese dentro del hospital tomando asiento en la sala de espera del primer piso.—Supongo que tu cita no salió nada bien.— afirmó Derek tomando asiento frente a mí con curiosidad y empatía en su rostro.—Normal para mi, no por nada siempre lo arruino.— afirme con aceptación en que así era yo, alguien roto.—¿Qué hiciste esta vez?— preguntó con lastíma acomodando su portafolios, sabiendo que esta no sería una historia corta. Solté un suspiro y comencé a pensar en que era lo que había salido mal.—Primero la trate como un completo patán por días. Después, me di cuenta de que estaba obsesionado con ella y no solo porque era una sabelotodo sino porque siento algo por ella; algo que no solo confirme el día de hoy sino que también arruine al no poder contestar que me importa más de lo que quisiera admitir en voz alta.— afirme sarcástico intentando pretender que no me importaba. Ella no importaría más.—¡En fin! ¿Cerveza?— pregunté fingiendo alegría y cambiando el tema para que supiese que no me importaba más.—Habla con ella Karev. Es claro que te importa y sé que estás pensando que fue demasiado pronto. Pero, el amor a primera vista existe.—afirmó con lástima dandome unas palmadas al pasar junto a mi. Tenía razón, necesitaba hablar con ella.
Corrí hasta donde la persona de recursos humanos me indicó que Freya vivía. Me sentí mal por haber violado su privacidad de esa manera, pero no me había dejado otra opción. Subí las escaleras un tanto agitado, al ver la puerta con el número veintitrés en esta me detuve. Mi respiración y mi corazón estaban fuera de control, sentí estar a punto de desmayarme. No sabía si tocar a la puerta o no, estaba congelado otra vez. Me arme de valor y tomando una enorme bocanada de aire toque a la puerta, al escuchar la cerradura levante mi vista.—¿Tú vives aquí?— pregunté algo decepcionado ya que Kepner abrió la puerta.—Si. ¿Tú qué haces aquí?— preguntó aún más confundida que yo. "¡Mierda! ¿Acaso me había equivocado de apartamento?" Volví a checar el número algo confundido.—¡Alex!— exclamó Kepner molesta por mi comportamiento extraño mientras levantaba sus brazos en confusión y pedía una explicación con su gesto.—Creí que Freya vivía aquí.—afirme algo molesto por la pérdida de tiempo que esto implicaba. Ella suspiró y se llevó la mano a la frente en frustración.—¡¿TÚ ERAS SU CITA?!— preguntó frustrada gritando. Supo que algo malo había pasado entre nosotros solo por el hecho de que me encontraba aquí después de que ella le dijese que tenía una cita con alguien, supongo que todo salía mal cuando yo estaba involucrado.—Escucha, no estoy aquí para un sermón. ¿Puedes marcarle? Por favor.— pedí lo más amable posible, que siendo como soy no era mucho.—Pasa.— afirmó molesta abriendo el paso para que entrara.
Paseaba de un lado a otro nervioso. Kepner llevaba mucho tiempo al teléfono con Freya y no podía escuchar su conversación ya que ella se había encerrado en la cocina con ese propósito. Mi corazón se detuvo al verla salir.—¿Qué te dijo?— pregunté con ansias acercándome.—Está en el bar de Joe.— tomé mi chaqueta y me apresure para salir de ahí.—No quiere verte Alex.— afirmó con desánimo haciéndome detener antes de cruzar la puerta.—¿Qué fue lo que te dijo?— pregunté molesto dejando ir el picaporte para mirarla.—Está confundida Alex y tu presencia no lo mejorará.— afirmó prediciendo lo que pasaría si iba a encontrarla. No me importó más, salí de ahí. No podía dejar las cosas de esta manera, no cuando tenía la punzada de que ella era la indicada. O eso era lo que deseaba creer más que nada en ese momento. Paré un taxi para que me llevara directo al bar de Joe para acabar con todo esto de una vez por todas.
Al llegar, entré con el corazón en las manos. Deseaba que no fuera tarde, que ella siguiera ahí esperando por mi llegada. Mi vista viajó por todos lados en su búsqueda pero no estaba por ningún lado, era demasiado tarde. Alguien más abrió la puerta dejando que escuchara su voz afuera. Corrí lo más rápido que pude para alcanzarla, la detuve antes de que pudiera subir al taxi. Sin pensarlo más la tomé entre mis brazos y la besé. Recorrí cada milímetro de sus dulces y delicados labios. Llené mis pulmones con su aroma de rosas y antiséptico, sentí la suave piel de su rostro en mis caricias y cuando el aire al fin me faltó me separé.—Eso es lo que siento por ti, no tiene explicación ni sentido pero existe.— afirme en un impulso de honestidad el cual no había terminado.—Nadie hace que mi corazón se acelere como tu lo haces, nadie provoca que me enoje pero que aún así quiera besarle y definitivamente nadie me deja sin algo que decir, pero contigo parece que no puedo encontrar las palabras. Por favor deja que me quede a tu lado.—abrí mi corazón revelando la verdad. La lluvia se desató imparable, sentí como quede completamente empapado en cuestión de segundos. "¡PERFECTO SEATTLE!" Ella me sonrió con entusiasmo. Me tomó del rostro y volvió a besarme, esta vez más apasionadamente dejándome sin aliento rápidamente.
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Let me fix you
FanficEl destacado cirujano Alex Karev jamás imaginó que lo único que le faltaba para ser realmente feliz sería una cirujana que le causara un gran dolor de cabeza. Esto hasta que conoció a Freya Andersen, el prodigio de la cirugía cardiotorácica, quien l...