46. Couple.

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— El Hokage me ordenó que te pusiera la marca del Hiraishin para tenerte vigilada — el rubio también sonaba indiferente.

— El Hokage me ordenó que te pusiera la marca del Hiraishin para tenerte vigilada — el rubio también sonaba indiferente

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— Arde — le confesó escondiendo su rostro en el pecho de él. Se estaba agarrando con fuerza de su chaleco para no caer al suelo.

— No debería, aún así no puedo quitartela — su tono de voz le mostraba que tanto le importaba que la estuviera dañando y eso era: ¡nada!

Poco después, el dolor en su espalda baja fue disminuyendo hasta llegar a convertirse en un solo piquete molesto, así que de mala gana, se separó, ya que la estaba sosteniendo, entonces cayó sentada en las finas tablas de madera.

— Ya puedes irte — le dijo molesta y adolorida.

Este no le dijo nada, solo desapareció obedeciendole.

Con cuidado, se puso de pie y avanzó a su habitación de nuevo. Una vez estuvo dentro de ella, se tumbó en su cama pensando en lo que acababa de pasar.

<< El se estaba comportando como si no le importara... >> pensó triste. Muy, pero muy en el fondo le dolía ser así con el rubio y le dolía que él fuera así con ella, pero el orgullo era mas fuerte y no le perdonaría por la traición que le hizo. Pasarían mil años antes de que lo hiciera, o eso pensaba.

También estaba molesta debido a que este sería de nuevo Minato-sensei para ella y lo menos que quería era verlo o hablarle, si había aceptado indirectamente era por que quería ver a su padre para que le contara la verdad acerca de la guerra interna y de lo que era.

(...)

Había amanecido en Konoha y la peliazul aún seguía dormida. Tsunade entro a su habitación y al verla de aquella manera decidió que era mejor dejarla así un poco más. También pensó de la misma manera el rubio, quien fue enviado para comenzar con el entrenamiento de una buena vez, pero al verla tan dormida, como no lo había hecho los últimos cuatro meses, también la dejó, solo que este, se sentó en la cama con cuidado.

La peliazul estaba boca arriba con los cabellos cubriéndole rostro. El rubio tomo unos cuantos y le descubrió un poco.

— Te extrañaba tanto — le habló en voz baja — Cuatro meses sin verte fueron demasiado, como una pesadilla, no quería volver a pasar mas tiempo sin ti por aquí, así que no me importa si me odias, lo importante es que ahora puedo protegerte cuando lo necesites.

Como antes solía hacer, le besó la frente, y tras un pequeño te amo a la sorda, se puso de pie.

— Despierta — está vez le dijo más alto.

— Despierta — está vez le dijo más alto

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Shinato se removió en la cama incomoda. De pronto, comenzó a hablar entre sueños, ella decía su nombre, estaba soñando con él.

— Oye, Shinato, despierta — pronunció de nuevo el rubio y esta vez si consiguió despertarla.

— ¡Minato! — gritó asustada mientras se sentaba en la cama de golpe. Miró hacia todas partes y luego a él — ¿Qué quieres ahora? — pregunto de mala gana.

— Te daré veinte minutos para que te arregles y desayunes, hace una media hora que tendríamos que estar entrenando — le dijo y desapareció.

Molesta por la intromisión del rubio en su habitación, apretó las sábanas en sus manos.

— ¿Quién te crees que eres Namikaze Minato? — preguntó en voz alta.

Tras segundos, se puso de pie y comenzó a arreglarse para el entrenamiento. Tomó un baño caliente y puso en su cuerpo una de las yukatas que más extrañaba. Su cabello se acomodo en dos colas altas recordando como Orochimaru solía hacerselas.

Cuando salió de su baño, recordó de inmediato los aretes que su maestro le había mandado, corrió a revisar debajo del colchón, el único lugar seguro para guardarlos y allí estaba la cajita color negro. Dentro de ella se encontraba todo lo que le había mandado. Revisó el mapa para encontrarlo y lo pensó de nuevo, pero esta vez lo guardo debido a que ya tenía otros intereses. Orochimaru tendría que esperar más tiempo.

Salió de su habitación y recorrió el largo pasillo exterior para de nuevo entrar a la casa. Ahi, se encontró una escena que sus ojos no tenían permiso de ver.

Jiraiya y Tsunade estaban en lo que al parecer era una sesión de besos. Se veían tan contentos susurrandose cosas entre beso y beso. Todo, hasta que se dieron cuenta que tenían compañía.

 Todo, hasta que se dieron cuenta que tenían compañía

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— Yo no quise... — la peliazul se quedó en la puerta de la cocina cuando supo que la habían atrapado.

— No te preocupes — Tsunade le dijo — Era algo que tenias que saber tarde o temprano — le sonrió y escuchó como Jiraiya soltaba una pequeña risa.

— A comer — le dijo el mayor.

Un poco cohibida por lo que acababa de ver, los tres desayunaron juntos esa mañana mientras los mayores le contaban que en realidad si tenían una relación, pero que la estaban ocultando por simple hobby, ellos querían tener un secreto.

— Nuestra relación se ha fortalecido con el tiempo, así que creo que ya podemos contarlo — Jiraiya le estaba diciendo.

— Perdí — dijo ella de repente.

Los mayores se le quedaron viendo raro, ¿a qué se refería? Se refería a la apuesta que había entre Minato y ella, aquella dónde se apostaba una comida hecha por el perdedor.

Río por lo bajo. Minato tenía razón.

También recordó lo que el rubio le había dicho esa noche y como la había besado contra la pared, su propuesta pícara. Todo le causaba risa y a la vez enojo.

— Perdón, tengo que irme, Minato me dio veinte minutos para hacer toda mi rutina mañanera, pueden seguir contándome cuando vuelva porque en serio me interesa mucho su relación. Hasta luego — se despidió por último y salio de la casa en donde afuera ya se encontraba Minato.

— Vamos — le dijo solamente y la tomó del antebrazo para después quien sabe como aparecer en uno de los campos de entrenamiento de Konoha.

De mala gana, se separo de él.

— Comienza reuniendo chakra — le ordenó y se sentó en el suelo.

Sin rechistarle, también se sentó en el suelo, pero de forma contraria y comenzó a reunir chakra.

《Mitad X Mitad》Minato Namikaze☇/ En edición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora