Shinato Tártaros era una pequeña niña cuando su aldea desapareció por completo del mapa; rescatada por el que seria su maestro, es llevada a Konohagakure no sato para continuar con su vida.
"Mientras así lo quieras, nuestro vínculo será eterno..."
T...
— ¿¡Tsukuyomi!? — se preguntó la peliazul cuando despertó aquel día. Había tenido una pesadilla se dijo así misma.
Tumbada en la cama, intentaba recordar con dificultad algo que había soñado, fue en ese momento cuando recordó como el rubio mencionaba también ese nombre cuando se había transformado de nuevo en aquel monstruo. Debido a que en ese momento estaba consciente, recordaba un poco de lo que había pasado, pero hasta ahora había recordado como el mencionaba ese nombre.
— Amaterasu... — también mencionó aturdida.
Lo que había pasado era que durante su descanso, las dos chicas dentro de ella habían aparecido, le habían dicho algo que no recordaba y ella solo pensó que había sido un sueño.
— Shinato nee-chan, ya es hora de despertar, tenemos que medirte el kimono otra vez para asegurarnos que estará perfecto para mañana — la persona dueña de la voz era la encargada de los pequeños detalles de la boda, como su kimono, las flores, la comida, etc. Su nombre era Yuno Tártaros, quien al parecer pertenecía a la rama secundaria de la familia. Era una mujer joven bastante bella como toda su familia.
La observó por un lado de su cama agobiada. Ya se había probado antes el kimono y le había quedado perfecto, no quería probarselo de nuevo.
— Arriba — ordenó mientras le quitaba las sábanas de encima.
— Aún tengo sueño — dijo tal como niña pequeña, pero al final terminó de pie.
Yuno trajo el kimono de inmediato y comenzó a ponérselo frente a un gran espejo.
— Te ves preciosa, como era de esperarse — halagó mientras se recargaba en sus hombros.
La peliazul solo podía verle sin habla. Aceptaba que aquel kimono para boda le sentaba de maravilla, pero no se sentía nada feliz por poder usarlo. De pronto, la imagen del rubio apareció en su mente, él estaba sonriendo.
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— ¿Ya puedo quitármelo? — le preguntó intentando sonar normal.
— Claro, no queremos ensuciarlo — comentó alegre su prima mientras comenzaba a ayudarle a quitarse aquella prenda que ahora le estorbaba demasiado.
Una vez terminaron, Yuno abandonó la habitación sonriente.
— Mañana es mi boda — pensó en voz alta, estaba aterrorizada.
— Supongo que no estas muy feliz por ello — aquel comentario la sacó de pensamientos y alzó la mirada encontrándose con Rogue. No se dio cuenta de cuando había entrado a la habitación.
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